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martes, 14 de febrero de 2023

El negocio del amor


El amor ha cambiado mucho durante los últimos años. A ello probablemente haya contribuido esa idealización de un sentimiento que muchos piensan vital, pero también la aparición de nuevos contextos donde se cuentan sobre todo las redes sociales.
Tinder, Chispa, Plenty of Fish, Badoo, Tinder, Pure o Curtn son algunos de los nombres de las aplicaciones de citas más utilizadas en el mundo hoy día. Solo la primera facturó en España el año pasado unos cuarenta millones de euros a base de suscripciones de los usuarios, publicidad o venta de información a terceros (no se equivoquen, todo lo que circula a través de la red está disponible en el mercado).


Además de convertirse en el negocio del siglo, el amor ha pasado a convertirse en otro consumible más en el que los seres humanos degustan, saborean, escupen y desechan otros seres humanos a su antojo en esa búsqueda incesante que nunca prospera ni fructifica en esta sociedad inconformista donde todo parece poco.
El “amor” está tan alcance de la mano pero el miedo al sufrimiento, a la decepción, al futuro, nos hacen esquivarlo. Si además proyectamos todo esto en unos espacios donde se hace más fácil imaginar que experimentar, esas expectativas quedan subyugadas a los eternos relatos de los cuentos de hadas. En definitiva, se esfuman tal y como llegaron.


Insatisfacción, individualismo, chemsex, cosificación, libertad sexual, inmadurez, gamificación, pornografía, sexualización, corrección política… Todo es tan complicado en el universo amoroso actual que despojarse de todo lastre, apostillarse en la cola del Mercadona y entablar una conversación con el/la primero/a que te guste es la opción más plausible para encontrar pareja. Y si no van al supermercado, prueben en el patio de la escuela como nuestro protagonista de hoy.


Cosa de bichos de Santiago González (Tres Tigres Tristes) nos cuenta la historia de Checo y un bicho que le ha picado. Oh bueno, mejor dicho, un montón. Mariposas, mosquitos, arañas son sus compañeros de viaje en una primera experiencia amorosa en torno a una niña llamada Claudia. ¿Conseguirá Checo que a la que espera también le piquen los mismos (o parecidos) bichos.
Es una oda al amor puro. Un amor infantil que no entiende de estrategias ni de complicadas casuísticas. Es un amor sencillo, de los de antes. Con mucha víscera y pocos miramientos, el niño se entrega a esa primera aventura sentimental donde las metáforas y lo poético campan a sus anchas.


Con una paleta donde los azules, ocres y negros, el autor ecuatoriano construye imágenes muy evocadoras que recuerdan a los grabados con linóleo o madera. Ilustraciones que se repiten dando la sensación de bucle (Ya saben, el amor es así: dejar que los pensamientos giren una y otra vez sobre la misma persona), elementos que se desplazan entre las páginas para conectar mundos reales y fantásticos (¿Ven esas nubes, esa hormigas danzando?) y otros recursos narrativos como las guardas a modo de prólogo o epílogo, hacen de este álbum una manera estupenda de celebrar este día tan amoroso.

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