Se abre la veda de libros sobre perros y a mí me da por fisgonear a todos los gilipollas que pululan por las redes sociales con tal de encontrar miserias que estimulen mi verborrea.
He dado con un tipo que se ha ido a vivir a lo alto de una montaña en una cabaña de madera con su perro. Se ve que el can se murió por cierta enfermedad y el menda le dio por sacar las lágrimas a paseo para tener contenta a su audiencia. En el vídeo decía textualmente que irse a vivir allí era un proyecto de ambos. Yo me quedé ojiplático, pues no he oído nunca absurdez tan grande. ¿Un perro proyectando? ¿Le hablaba? ¿Opinaba sobre el lugar elegido, sobre los materiales con los que construiría la casa? Es que la peña está fatal de lo suyo…
Eso de que traten a los perros como chiquillos siempre me ha parecido una patología sin parangón. No sé si tendrá nombre, pero usía tiene la cosa. Bañarlos, vestirlos, peinarlos y perfumarlos. El otro día me encontré a una pava que le (pre)masticaba gránulos de 60 euros al perro antes de echarlos en el plato. La lástima es que no la encierren en una institución mental. Seguro que luego a sus hijos les daba chopped para cenar…
Pónganse en situación: esa noche que ligas, te vas tan contento a echar el pinchito y, cuando entras en casa ajena, te encuentras con un galgo del tamaño de un caballo. Chino te saluda y todo se te baja de repente. Y espérate porque la cosa acaba de empezar. Lo mejor llegará con los lengüetazos que te va a propinar en los pies cuando estés en mitad del tema.
Para terminar llega la típica influencer preñada que se pasa el día vendiéndole la moto a todos los ñoños de este país. La piba es insufrible y dice que se pirra por pasar la noche con su perro bajo las sábanas. Yo sólo espero que pulgas, garrapatas y demás parásitos hagan de las suyas en esa fiesta de pijamas.
Y hecha la introducción, toca abordar unos cuantos libros sobre perros que han hecho aparición en las librerías durante los últimos meses y tienen su puntito. ¡Ahí van!
Empiezo con Mi amigo RamTamTam, un libro de Helme Heine que publicó este otoño Anaya. Esta es la historia de un chavalín que harto de sus juguetes, sueña con nuevas aventuras, unas que se hacen realidad cuando RamTamTam, un cachorro muy juguetón, llega a su vida. Amigos inseparables durante años, disfrutan juntos de un sinfín de correrías hasta que la muerte asoma a la vida del perro y su dueño empieza a echarlo de menos. ¿Cómo logrará enfrentarse a la pérdida de su mascota?
Incluido en mi selección de álbumes sobre la muerte, este libro ahonda en el proceso del duelos, así como en las relaciones afectivas con los animales desde una perspectiva nada lacrimógena (ya saben que el lastimerío lo llevo fatal). Imágenes evocadoras que rozan lo onírico y un texto directo y sin florituras, hacen de este libro una propuesta honesta y agradable sobre un tema peliagudo.
Continuamos con Barbro Lindgren, Eva Eriksson y un álbum que lleva por título El hombrecito y el perro que ha sido recientemente publicado por Niño editor. En esta narración de corte realista, los autores suecos nos hablan de un señor pequeño y solitario que un día se topa con un perro grande y cariñoso. Ambos establecen una relación estupenda que hace muy feliz a este señor. Todo cambia cuando un día aparece la dueña del can y nuestro protagonista ve peligrar esa compañía que tanto ha hecho por él. ¿Qué ocurrirá?
Un perro que sirve de enlace entre los seres humanos, la compañía como valor allende las diferentes especies y un canto al amor propio se entretejen en este libro. Ilustraciones con un estilo que me quiere recordar a Ulises Wensell, tonalidades pastel y cierta bruma romántica, ensalzan un mensaje tierno y sincero.
El tercer libro del que hablaré es Solo, el álbum de Adam Beer que nos acerca la editorial Andana para tirar de las orejas a los lectores más egoístas. El perro protagonista vive en una pequeña isla donde nadie le hace sombra. Dueño y señor de todos sus rincones, ve peligrar su hegemonía con la llegada del verano, los turistas y, otros perros.
Convivir y compartir son los dos verbos en lo que se puede resumir este libro de amplio formato donde recursos del cómic y el álbum ilustrado conviven a la perfección. Un escenario exótico, un protagonista muy expresivo (se nota que el autor ha estudiado bien los movimientos) y cierta sorna (me gusta ese puntito de canalla sufridor) para una historia sin pretensiones.
Pedagogías a un lado, solo les digo que a veces viene bien que a uno le bajen los humos y no se crea el centro del mundo. Que si no, los egos se hacen hiperbólicos y nos creemos con el derecho de hacer lo que nos de la gana sin tener en consideración a los demás.
Llegamos a Emily Gravett y sus 10 perros, un álbum para prelectores y primeros lectores que tomando como excusa a una decena de perros y otras tantas salchichas se adentra en el mundo de la aritmética. Todo empieza muy tranquilo, pero cuando las salchichas vuelan por los aires se desata una batalla por la comida que tiene mucho de comedia de situación.
Como ya hizo en sus Perros, la artista británica, exhibe sus dotes de caracterización de personajes para brindarnos un buen catálogo de razas caninas. Aunque las escenas se desarrollan en la doble página, la autora divide el texto entre la derecha y la izquierda para enfatizar los dos bandos de esta guerra alimentaria, un recurso que funciona a la perfección tanto en voz alta, como en una lectura silenciosa.
En esta historia no podían faltar elementos propios de todas sus obras, como las guardas a modo de prólogo y epílogo, o los guiños a su vida privada (su perro Dilys aparece en la historia). En definitiva, una buena opción para hablar de perros y conflictos (muy típicos entre los cachorros humanos) que siempre debemos resolver con humor, generosidad y comprensión. (NB: Hay otro libro similar titulado 10 gatos, pero ya saben que es un tema que no trabajo...).
A otro que le ha dado por ensalzar a los canes esta temporada es Miguel Tanco. El autor español afincado en Italia nos presenta Mejores amigos, un libro que acaba de publicar en nuestro país la editorial Libre albedrío y que, como muchos otros, exhibe las relaciones tan especiales que desarrollan muchos críos con los perros.
A la luz de la luna, durante la siesta, corriendo en mitad de la naturaleza o como compañero de juegos. Perros y niños encuentran multitud de ocasiones para compartir su tiempo. Articulado sobre una secuencia de imágenes independientes que son enlazadas por un texto continuo que reitera ese sentimiento de complicidad y compañía, este libro nos habla de las múltiples facetas que puede tener la vida entre una mascota y su dueño.
Emotivo y entrañable, es uno de esos libros que, además de ensalzar la infancia como epicentro vital, un elemento argumental que es esencial en los últimos libros de este autor al que la paternidad le ha otorgado nuevas miradas, te saca una sonrisa, sobre todo cuando llegas al final y la duda sorprende al lector y tiene que echar marcha atrás.
Para terminar llegamos a ¡Uoah!, un libro de Sara Nicolás, Óscar Rull y Rafa Antón publicado por la editorial Alaestrella. El perro de Felipe no ladra igual que el resto de los perros y su dueño está algo preocupado. Echa mano de libros, de veterinarios, de un especialista en hipnosis e incluso de una maestra, pero nada, el pobre perro sigue sin ladrar correctamente. ¿Conseguirá que lo haga?
Una historia con mucho humor donde se ponen en tela de juicio cuestiones como la diversidad o la aceptación personal de una manera honesta, simpática y sin moralinas innecesarias. La puesta en escena es más que agradable gracias al buen hacer del ilustrador que tan bien ha caracterizado a los personajes.
Alejado de las miradas poéticas que nos ofrecen otros libros caninos y con un punto mucho más realista, me parece un título estupendo para no olvidar una máxima: no se empeñen en hacer de su can un animal perfecto, pues como en cualquier otra especie, ¡en la variedad está el gusto!