Todos los noviembres vuelve a Instagram la Folktale Week, el reto que proponen un puñado de ilustradoras y en el que, tomando como leitmotiv siete elementos típicos de los cuentos populares (uno por cada día de la semana), artistas de todo el mundo se lanzan a crear imágenes y las dejan volar para llenar la citada red social de las historias de toda la vida.
Este año, la inspiración corre a cargo de siete palabras como pérdida, tinta, mar, dormir, subsuelo, ilusión y fundar. Para disfrutar de todas las imágenes que se crean en torno a ellas, solo tenéis que darle al enlace que hay arriba o buscar el hashtag #folktaleweek o #folktaleweek2023 en la citada red social.
Para contribuir a la causa, y teniendo en cuenta que la ilustración no es lo mío, a lo largo de esta semana reseñare unos cuantos libros que, de un modo u otro, tienen relación con los llamados cuentos de hadas.
Para dar el pistoletazo de salida me sumerjo en tres álbumes. Los dos primeros son de Davide Calì. Uno lleva por título Y vivieron felices para siempre, está ilustrado por Nadia Mazzenga y publicado por CocoBooks. El segundo es Una historia sin clichés, con imágenes al cargo de Anna Aparicio Catalá y editado por Pípala. El tercer álbum se trata de La bella despierta, de Geraldine Maincent y Héloïse Solt, publicado por Petaletras.
En el primer álbum, el autor italiano se centra en los finales para darle una vuelta de tuerca muy humorística a los cuentos clásicos como Los tres cerditos o El príncipe rana o La princesa y el guisante. Sirviéndose de la tradición, no solo hace un ejercicio memorístico (con solo leer el final, van saltando a nuestra cabeza los argumentos de cada uno de ellos), sino que participa en una reescritura de los mismos y les da un aire muy moderno que engancha y plantea nuevos escenarios.
Caperucita Roja monta un negocio de dulces a domicilio, la Bella Durmiente es la imagen publicitaria de una marca de colchones, Blancanieves recibe todos los años siete regalos y Rapunzel lleva el pelo muy corto y canta en un grupo de rock. Son algunos de los finales que se barajan en este libro de imágenes muy dinámicas y de gran riqueza compositiva. En ellas, recortes y superposiciones de manchas de color texturizadas dibujan las líneas ausentes (no olvidemos que esta artista es fanática de la risografía) y nos trasladan al cubismo y el expresionismo.
Si nos centramos en el hilo argumental, podríamos encuadrar este álbum en ese grupo de libros que sirven de antesala al sueño, un libro de buenas noches que resulta de un juego paterno en el que una hija y su padre se ven envueltos gracias a la petición de la cría y el talento creativo del progenitor.
En Una historia sin clichés, Calì recoge el testigo de otros muchos autores y se adentra en lo anacrónico de la tradición mientras apunta a toda una serie de ismos actuales.
Una niña le pide un cuento a su padre. El padre comienza con un príncipe, pero como suena algo machista, cambia al protagonista por una princesa. Luego entra en escena un feroz dragón, pero ¿por qué siempre son malos los dragones? Mejor que se un dragón encantador… Página tras página aparecen nuevos clichés relacionados con la violencia, el consumo de alcohol o el sexismo que supondrán un lío monumental.
Articulada sobre preguntas y respuestas, la acción propicia un libro de juegos y enredos donde se respira el sinsentido que tanto defendería Gianni Rodari. Por otro lado también sirve para establecer una reflexión crítica en torno a todas esas obras actuales que se empeñan en aupar lo políticamente correcto frente a lo ficcional.
Con ilustraciones alegres y simpáticas que ayudan a dar ese tono distendido y cómodo que necesita una sutil vuelta de tuerca tan sutil como esta, les invito a leer este alegato desde una doble perspectiva (la paterna y la filial) que gira sobre sí misma, y plantar cara al buenismo y la salvación eterna que campan a sus anchas en estos tiempos de censura olvidando la causa literaria. Canalla y necesario.
Siguiendo la estela del título anterior, las autoras francesas revisitan el archiconocido cuento de La bella durmiente, una narración popular que fue recogido por folkloristas como Basile, Perrault y los hermanos Grimm, desde una perspectiva más realista y actual.
Han pasado cien años desde que la protagonista del cuento se quedara frita por culpa de su rueca hasta que su príncipe aparece en escena. Como un siglo es mucho tiempo, el chaval está en otra onda. Le gustan las chicas aseadas, asiste a clases de yudo y yoga, se divierte en la bolera y se pirra por un buen trozo de pizza. ¿Lograrán entenderse estos dos?
Alejándose de los ismos y desde el humor, este libro introduce un punto de vista muy lógico que ayuda al conflicto anacrónico, una perspectiva muy recurrente en historias como estas en las que algunos lectores se preguntan sobre el paso del tiempo. El aseo personal, la higiene, la obtención de alimentos, las formas para desplazarse y los gustos culinarios son algunos de los conceptos que se tratan en un álbum que, a pesar de ese color chicle, deja entrever ciertas cuestiones que atañen a cualquier lector.
Gracias por su compromiso de ofrecer contenidos de calidad en los que los lectores puedan confiar.
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