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miércoles, 31 de enero de 2024

Acabar y empezar


Parecía que enero no iba a terminar nunca, pero mira por donde le decimos adiós. Es lo que tiene el calendario, que van cayendo las hojas y no vuelven a brotar. Una suerte de árbol que siempre mira hacia delante y nunca hacia atrás. Cosas del tiempo, esa paradoja.
Los años, los días, las horas son como cada uno se las toma. Los hay que se instalan en el pasado, alimentados por la nostalgia, cebados por lo que han dejado. Otros viven el presente, el aquí y el ahora, como si el ayer y el mañana se hubieran esfumado. Los terceros echan mano de agenda y viajan al futuro con sus metas y deseos. ¿Quiénes son los más acertados?


A pesar de encontrarme en el último grupo, siempre he creído que los segundos afrontan el tiempo con más cautela, con cierto sosiego. Caminan plácidamente sobre sus ocupaciones, no ven frustrados sus planes ni sueños y se alejan de recuerdos, traumas y miedos enquistados.
Que las manecillas del reloj son muy traicioneras porque puedes caer en la conmiseración, el victimismo, la decepción o el desencanto muy fácilmente. Cada uno somos lo que vivimos y si te desligas del momento, bien por exceso, bien por defecto, los minutos corren y no los recuperas.


Que no se te vaya el santo al cielo pensando en los recreos solitarios, los cumpleaños tristes, las discusiones fraternales o los besos no correspondidos. Tampoco pretendas ganar el Nobel, tener una familia perfecta o dar la vuelta al mundo. Disfruta de esta pequeña reseña y tiempo al tiempo.


Fíjate en mí, acabo de leer El tiempo es una flor, un álbum de la canadiense Julie Morstad publicado por la editorial Juventud, y no he podido ni esperar un minuto para reseñarlo, pues se interna en ese concepto del tiempo desde un prisma enriquecedor y muy poético. Otra visión distinta a la mía que seguro te endulza el instante.


La vida de una flor, la transformación que sufre una montaña, una puesta de sol, cómo cambian nuestras facciones conforme crecemos o los álbumes de fotos simbolizan el devenir del tiempo desde diferentes perspectivas que pueden servir para ilustrar a pequeños y grandes lectores.


En él, la autora, haciendo gala de una mirada tan elegante como sutil, despliega un amplio abanico de recursos narrativos para explicarnos las múltiples facetas del tiempo, tan subjetivas, como inspiradoras. Movimientos seriados (la ilustración de la tapa y la contratapa es deliciosa), viñetas secuenciales, el reflejo cambiante sobre las gafas de sol o las luces y sombras que se producen en el interior de nuestros hogares son ideales para abordar un tema que a muchos les resulta peliagudo.
Mañana empieza febrero, el mes que menos me gusta del año. Lo tomare con calma. Sin pensar en lo que fue. Tampoco en lo que será. Tan solo en dejarme llevar.

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