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lunes, 1 de julio de 2024

De la inmensidad


Cuando algo me sobrepasa, en vez de encerrarme en casa y llorar hasta que el corazón diga basta, prefiero coger carril y manta. Abrir la puerta y escaparme a un espacio abierto en el que pueda respirar con total libertad. El aire de la calle, en vez de a goma fresca, me huele a resiliencia.
Será que mi alma manchega rehúye de lo claustrofóbico y prefiere planicies extensas y despobladas a valles angostos o bosques frondosos. Sí, la topografía además de modelar el carácter, también influye en el hecho cultural.
Caminar sobre el llano durante horas, contemplar la meseta desde las pocas atalayas que puntean esta tierra de extremos, me ayuda a establecer un diálogo entre la inmensidad y mis pensamientos. Esa gran línea que, a modo de horizonte, revela un acto de intimidad rebosante de libertad que permite decirme lo que quiero y lo que no quiero.
Sentirte rodeado por lo infinito, contemplar un paisaje sin límites, te sobrecoge, te abofetea sin medida. Y te haces minúsculo, insignificante. La soledad te atraviesa y sientes miedo. Tiemblas como un niño. Permaneces quieto. Cierras los ojos. Y te dejas llevar…


Niño Editor acaba de sacar a la venta Más allá del mar, un álbum de Taro Gomi publicado por primera vez en 1979 y que nos lanza una sencilla pregunta: ¿Qué habrá más allá del mar? El inmejorable interruptor para encender nuestra imaginación y plantearnos nuevos escenarios. ¿Habrá barcos o quizá enormes campos? ¿Ciudades con edificios altos o casa pequeñas? ¿Habrá otros niños que jueguen en parques con muchos juegos? ¿Y animales? ¿Habrá animales?


Para la realización de este libro, el autor japonés utiliza una misma imagen que se repite en cada doble página y que representa a una figura humana que contempla el mar y nos da la espalda, mientras que en los dos tercios superiores añade nuevos elementos ilustrados que evocan sus pensamientos.


La edición es impecable, las guardas amarillas, todo un acierto, y dos de sus elementos narrativos me encantan. En primer lugar llamar la atención sobre el barco que aparece sobre el mar y que va moviéndose conforme pasamos las páginas. Aunque nos puede parecer un detalle mínimo, es esencial para entender el paso del tiempo en un libro que parece estático y nos da una idea de cómo este personaje se queda absorto en sus propias ideas, mientras la vida continúa.
En segundo término hay que hablar de la ilustración final, una en la que un globo aerostático surca el cielo nublado y donde observamos a otro personaje que nos da la cara, va vestido como el principal y cuyo pelo también ondea al viento. ¿Será un extraño? ¿Será un reflejo de sí mismo? ¿Se miran entre sí? ¿Mira al lector-espectador? ¿Qué tipo de mensaje quiere lanzarnos el autor con este juego visual?


Sí, amigos, la inmensidad te llena, la inmensidad te vacía. Decidan ustedes de qué.
Disfruten del verano por mí.

7 comentarios:

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  5. Un abrazo desde la inmensidad de la llanura Manchega.

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  6. Como siempre muy interesante.

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