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lunes, 21 de octubre de 2024

Hacer novillos o el ejercicio de la libertad


Es lunes y daría lo que fuera porque no hubiera escuela. No seré yo quien se queje de la vida del maestro, pero sí de la del pobre, una que me obliga a trabajar para pagar las facturas. Hipoteca, agua, gas, alcantarillado, electricidad, comunidad de vecinos… todo eso y mucho más me mantienen a merced de un puesto laboral que me tiene sujeto a unos horarios.
¿Quién no se levanta un lunes con ganas de irse a pasear bajo la lluvia, buscar setas o leer una buena novela? No todo se resume en acurrucarse bajo las sábanas a modo de gusano de seda y dejar que pasen las horas. Los madrugadores tenemos otra visión diferente del aprovechamiento. Hacer ejercicio, terminar esa acuarela que se está haciendo cuesta arriba o tocar el saxofón.


Decía una amiga mía que ella quería ser multimillonaria, no para costearse la servidumbre, sino para que nadie tuviera que hacer sus tareas. Me pareció un concepto en el que detenerse. Tener tu propio huerto, preparar un caldo de patatas o barrer el porche me parecen quehaceres encantadores. Tampoco suponen un desgaste sobrehumano y son bastante entretenidos.
A la gente se le llena la boca con artículos de lujo, coches, motos, productos de alta tecnología o viajes a todo trapo, pero lo cierto es que en la modestia también vive la riqueza, esa que muchas veces saben disfrutar los viejos desde esa atalaya que les otorga el tiempo y los jóvenes que deambulan por el mundo sin un duro en el bolsillo.


Y como está página bucea entre libros infantiles, aquí les traigo La escapada, un álbum delicioso de Rozenn Brécard que acaba de publicar Libros del Zorro Rojo tras la gran acogida que ha tenido en los países francófonos.
Este álbum nos cuenta la historia de dos hermanos, una niña y su hermano pequeño que, tras perder el autobús escolar, deciden hacer novillos y lanzarse a la aventura en el pueblo costero en el que viven. Cruzar a la otra orilla en una barca, darse un chapuzón en las frías aguas del océano, explorar un desguace de coches, encontrar un amigo canino o escapar de una persecución son algunas de las peripecias que les suceden durante la jornada, ¿pero conseguirán regresar a casa?


Con gran maestría, la autora francesa afincada en Finisterre se interna en el maravilloso mundo de hacer novillos (pellas para el centro peninsular), una constante infantil que no pasa de moda. Desde ese lugar subversivo que ofrece prescindir de la rutina escolar, los personajes de esta historia, no solo se enfrentan a las convenciones adultas, sino que construyen todo un universo emocionante que embelesa a cualquiera.
La naturaleza, una ubicación inmejorable, un medio antrópico grisáceo, animales de compañía, imágenes bucólicas… Todo se articula para ensalzar la libertad, un espacio en el que la imaginación y los deseos campan a sus anchas, un paréntesis que vez en cuando se hace necesario en esta vida de compromisos adquiridos.


Con una óptica muy cinematográfica, las imágenes se suceden en este híbrido de álbum y novela gráfica sin calles ni viñetas, una doble vertiente que, utilizando dobles secuenciaciones (dentro del mismo escenario o en distintas ubicaciones), nos ofrece un lenguaje narrativo muy dinámico. Si además añadimos la técnica mixta elegida (acuarela y lápices de colores), todo se funde en una suerte de fiesta muy animada que nos invita al disfrute.


Eso sí, no hay que olvidar que, a veces, los miedos y el cansancio hacen mella, y lo mejor es volver a esa zona segura que es el hogar…

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