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viernes, 18 de abril de 2025

De la paternidad a la niñez


Los hijos traen alegría, pero también mucho padecimiento. La llegada de un hijo debe ser algo bastante difícil, sobre todo si es el primero. Una mezcla de sentimientos encontrados. Por un lado te sientes pletórico, pero por otro te caes del guindo y sabes que ya nada va a ser igual que antes, no solo por la responsabilidad que esto supone, sino por los cambios que se avecinan. Y no me refiero a la crianza, sino a ese lado más personal en el que se extrapolan la niñez, la madurez y la vejez, se mezclan los deseos frustrados con la resignación, se abusa de la contención emocional y se pone a prueba la resiliencia. Un caro peaje que probablemente han explorado muchos poetas. He aquí la muestra.

Rueda que irás muy lejos.
Ala que irás muy alto.
Torre del día eres,
del tiempo y el espacio.

Niño: ala, rueda, torre.
Pie. Pluma. Espuma. Rayo.
Ser como nunca ser.
Alborear del pájaro.

Eres mañana. Ven
con todo de la mano.
Eres mi ser que vuelve
hacia su ser más claro.
El universo eres,
que gira esperanzado.

Pasión del movimiento:
la tierra es tu caballo.
Cabálgala. Domínala.
Y brotara en su casco
su piel de vida y muerte
de sombra y luz, piafando.

Asciende, rueda, vuela,
creador del alba y mayo.
Alumbra. Ven. Y colma
el fondo de mis brazos.

Miguel Hernández.
Niño.
En: 12 poemas de Miguel Hernández.
Ilustraciones de Pep Carrió.
2025. Pontevedra: Kalandraka.


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