Seguramente, si buscan una relación entre el fútbol y la lectura, encontrarán muchas cuestiones, sobre todo en lo que a prensa deportiva se refiere, la que mayor número de lectores reúne en este país, tan centrado en eventos de balón y pelota. Hace un par de días presencié el derbi más esperado de toda la liga, el enfrentamiento entre el Real Madrid y el Barça, todo un acontecimiento para blancos y culés. De los resultados no hablo, seguramente no quedaría como un señor, cosa que no puedo permitir… Si los seguidores de ambos equipos, se dedicasen a buscar una relación que les uniese, en vez de dedicarse a despotricar toda suerte de improperios y chorradas, esta sería, sin lugar a dudas, la lectura. Increíble pero cierto. Hace unos días viajé a ambas ciudades en busca de algo de ocio y turismo nacional. Lo conseguí, soy un hombre tozudo. Además de esas merecidas vacaciones me percaté de diversas cuestiones que me parecieron destacables.
Madrid y Barcelona son cuna de muchos lectores –también de bastantes escritores-, y como tales se comportan. Barcelona está plagada de buenas librerías, temáticas, dedicadas al buen hacer lector; también tiene buenas bibliotecas, sin ir más lejos, bajando del sueño que es el Parque Güell, me topé con una biblioteca de las buenas, la Biblioteca Jaume Fuster, recién estrenada y muy bien ideada: fantástica luz natural, salas bien delimitadas, y con una cafetería donde leer los libros que desee acompañados por un buen café. Se la recomiendo. Y si entre libros anda el juego, de libros hay que llenar las ciudades, aunque sea erigiendo estatuas a este oscuro objeto de deseo… De ahí la instantánea que acompaña este artículo, ubicada en pleno Paseo de Gracia, arteria femoral de la Ciudad Condal.
Madrid siempre ha leído mucho, sobre todo en el subsuelo. El metro es el lugar de recreo para muchos lectores, ávidos de momentos, palabras y otros menesteres que hagan el vieja más llevadero. Como producto de esta pasión por la lectura ha nacido la idea del BiblioMetro, unos reducidos espacios –pero suficientes- donde el préstamo es llevado a los túneles, favoreciendo el enriquecimiento del usuario del metropolitano.
Y es que si tú no vas a los libros, qué menos que los libros se acerquen a ti…
Madrid y Barcelona son cuna de muchos lectores –también de bastantes escritores-, y como tales se comportan. Barcelona está plagada de buenas librerías, temáticas, dedicadas al buen hacer lector; también tiene buenas bibliotecas, sin ir más lejos, bajando del sueño que es el Parque Güell, me topé con una biblioteca de las buenas, la Biblioteca Jaume Fuster, recién estrenada y muy bien ideada: fantástica luz natural, salas bien delimitadas, y con una cafetería donde leer los libros que desee acompañados por un buen café. Se la recomiendo. Y si entre libros anda el juego, de libros hay que llenar las ciudades, aunque sea erigiendo estatuas a este oscuro objeto de deseo… De ahí la instantánea que acompaña este artículo, ubicada en pleno Paseo de Gracia, arteria femoral de la Ciudad Condal.
Madrid siempre ha leído mucho, sobre todo en el subsuelo. El metro es el lugar de recreo para muchos lectores, ávidos de momentos, palabras y otros menesteres que hagan el vieja más llevadero. Como producto de esta pasión por la lectura ha nacido la idea del BiblioMetro, unos reducidos espacios –pero suficientes- donde el préstamo es llevado a los túneles, favoreciendo el enriquecimiento del usuario del metropolitano.
Y es que si tú no vas a los libros, qué menos que los libros se acerquen a ti…
Esa escultura de la foto es de Joan Brossa, un poeta singularísimo, muy amigo de las vanguardias, capaz de hacer poesía antifranquista, libros enteros de sextinas o poesía visual, sin palabras. En Cataluña se lo aprecia mucho. No creo que haya muchas traducciones de su poesía al castellano, sin embargo; no era nada fácil traducirlo.
ResponderEliminarUn saludo,
Gonzalo
(Revisé el enlace, es correcto.)