¡Me queda tanto por leer…! Pese a ello, he decidido no llorar porque, como bien dice la sabiduría popular, mal de muchos, consuelo de tontos, así que, si tengo en cuenta la cantidad de no-lectores que hay en este mundo, me puedo dar con un canto en los dientes con mis pobres lecturas.
Está claro que hay mejores lectores que yo (y algún que otro leedor, también), pero no por ello voy a decidir hacer “puenting” con una soga atada al cuello. Desdramaticemos el asunto: la cuestión es leer.
Leer poco…, leer mucho… ¡Vaya gilipollez! Hay excelentes lectores que limitan su tiempo de lectura anual a un único libro (no se extrañe usted: un Joyce, un Proust, un Galdós, necesitan su tiempo… y eso que ninguno de los tres recibieron el premio Nobel… -gracias a J. J. Armas Marcelo por recordarlo este pasado fin de semana-). También hay que diferenciar entre aquel que decide poner a Céline en la mesita de noche con tal de estirar el cuello, y el que prefiere a Defoe para convertirse en un experto robinsón mientras sueña.
Vamos, que lectores, haberlos, “haylos”, la cuestión es dar con ellos. Pero no nos abrumemos, dar con el verdadero lector es como buscar al fiel amante, sólo hay que dejar correr el tiempo…
Para seguir con mi tarea de lector, la semana pasada leí a María Gripe (la he tenido desatendida durante todos estos años), concretamente su obra Los hijos del vidriero. Me ha parecido una narración bonita, entrañable, que se puede relacionar, ligeramente, con la literatura fantástica (en el caso de que la literatura fantástica quede aislada de otros géneros, cosa que no creo) y los cuentos de hadas -me ha recordado a La reina de las nieves (H. C. Andersen)-. Gripe, afamada escritora de literatura infantil, nos regala la historia de dos niños, de sus padres, de una hechicera algo peculiar, de un secuestro… Para no desgranar ningún dato importante, les dejo con una de las mejores bazas que recoge: ciertas frases.…
-Cada persona vive su propia vida- dijo- independientemente de lo que ocurra en las estrellas.
Está claro que hay mejores lectores que yo (y algún que otro leedor, también), pero no por ello voy a decidir hacer “puenting” con una soga atada al cuello. Desdramaticemos el asunto: la cuestión es leer.
Leer poco…, leer mucho… ¡Vaya gilipollez! Hay excelentes lectores que limitan su tiempo de lectura anual a un único libro (no se extrañe usted: un Joyce, un Proust, un Galdós, necesitan su tiempo… y eso que ninguno de los tres recibieron el premio Nobel… -gracias a J. J. Armas Marcelo por recordarlo este pasado fin de semana-). También hay que diferenciar entre aquel que decide poner a Céline en la mesita de noche con tal de estirar el cuello, y el que prefiere a Defoe para convertirse en un experto robinsón mientras sueña.
Vamos, que lectores, haberlos, “haylos”, la cuestión es dar con ellos. Pero no nos abrumemos, dar con el verdadero lector es como buscar al fiel amante, sólo hay que dejar correr el tiempo…
Para seguir con mi tarea de lector, la semana pasada leí a María Gripe (la he tenido desatendida durante todos estos años), concretamente su obra Los hijos del vidriero. Me ha parecido una narración bonita, entrañable, que se puede relacionar, ligeramente, con la literatura fantástica (en el caso de que la literatura fantástica quede aislada de otros géneros, cosa que no creo) y los cuentos de hadas -me ha recordado a La reina de las nieves (H. C. Andersen)-. Gripe, afamada escritora de literatura infantil, nos regala la historia de dos niños, de sus padres, de una hechicera algo peculiar, de un secuestro… Para no desgranar ningún dato importante, les dejo con una de las mejores bazas que recoge: ciertas frases.…
-Cada persona vive su propia vida- dijo- independientemente de lo que ocurra en las estrellas.
Bueno, yo no soy una lectora de primera fila, pero eso sí, me gusta mucho leer. Y sí, tengo a punto de acabar Guerra y Paz, y en el mientras me he leído otro libro. Creo que tengo grandes lagunas lectoras. Ahora estoy leyendo las leyendas de Becquer. Todo esto es para decir que no sólo buscamos leer algo de calidad sino algo que nos llegue al corazón. Así que es muy de agradecer tus sugerencias. Aunque no seamos ya adolescentes. Un saludo, Miriam
ResponderEliminarAgradecido por tus palabras. ¡Qué gran novela Guerra y Paz!... Un saludo para tí también. Román
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