Una vez he regresado de mis viajes a lo largo y ancho de la geografía española, aquí me tienen de nuevo, notablemente cansado y necesitado de una larga estancia en un balneario… Y algunos dirán que exagero, a lo que yo les respondo que prueben a hacerse cargo de veinticuatro adolescentes y luego valoren la experiencia.
Esto de ser padre por afición (que no por necesidad o instinto) es una cuestión de riesgo extremo, no sólo por las tretas parlamentarias que desarrollas, las voces que de vez en cuando tienes que propinar o la cantidad de kilómetros con los que tus riñones han de cargar, sino por la responsabilidad que supone comportarse como el progenitor de los hijos de otros, asunto espeluznante donde los haya.
No sé si soy buen pseudo-padre (¿alguien sabe si lo es?), pero por lo menos intento serlo no permaneciendo impasible ante los caprichos y deslices de mis pseudo-hijos, cosa que muchas veces entrechoca con la pseudo-educación que algunos de éstos reciben de sus progenitores auténticos… ¡Vaya tela!... De lo que sí estoy muy satisfecho es de conseguir que mi voz sufra lo mínimo cuando trato con mis alumnos (algunos se desgañitan intentando que se les preste un poco de atención) gracias a la técnica de los mafiosos (para más detalles vean o lean El padrino –F. F. Coppola y Mario Puzzo respectivamente-), aspecto que entrechoca con la habilidad de muchos padres para parecer megáfonos andantes.
Y hablando de gritos, chillidos y otras peculiaridades paternas, hoy les invito a disfrutar de una obrita de Jutta Bauer, Madrechillona, pequeño libro-álbum que versa sobre los bocinazos paterno-filiares y sus “nefastas” consecuencias… ¿quién dijo que ser padre o madre fuese fácil?
Esto de ser padre por afición (que no por necesidad o instinto) es una cuestión de riesgo extremo, no sólo por las tretas parlamentarias que desarrollas, las voces que de vez en cuando tienes que propinar o la cantidad de kilómetros con los que tus riñones han de cargar, sino por la responsabilidad que supone comportarse como el progenitor de los hijos de otros, asunto espeluznante donde los haya.
No sé si soy buen pseudo-padre (¿alguien sabe si lo es?), pero por lo menos intento serlo no permaneciendo impasible ante los caprichos y deslices de mis pseudo-hijos, cosa que muchas veces entrechoca con la pseudo-educación que algunos de éstos reciben de sus progenitores auténticos… ¡Vaya tela!... De lo que sí estoy muy satisfecho es de conseguir que mi voz sufra lo mínimo cuando trato con mis alumnos (algunos se desgañitan intentando que se les preste un poco de atención) gracias a la técnica de los mafiosos (para más detalles vean o lean El padrino –F. F. Coppola y Mario Puzzo respectivamente-), aspecto que entrechoca con la habilidad de muchos padres para parecer megáfonos andantes.
Y hablando de gritos, chillidos y otras peculiaridades paternas, hoy les invito a disfrutar de una obrita de Jutta Bauer, Madrechillona, pequeño libro-álbum que versa sobre los bocinazos paterno-filiares y sus “nefastas” consecuencias… ¿quién dijo que ser padre o madre fuese fácil?
Comparto contigo que ser madre, por lo menos en mi caso, es una de las cosas más difíciles a las que me enfrento cada día. Pero hay libros como Madrechillona, o Secreto de Familia de Isol, que te hacen pensar que no eres la única madre mala del mundo... mal de muchos consuelos de tontos, pero es así. Por cierto felicidades para Encarnita, que me habló de éstos libros. Saludos
ResponderEliminarTiene merito lo tuyo. Descansa y sigue recomendandonos libros tan interessantes como este. Es uno de mis libros preferidos (me siento identificada con la pingüina y cuando chillo me viene a la memoria el libro y me entra la risa).
ResponderEliminarBesadetes
Hola, te leo desde Ciudad Juárez (si, si, esa ciudad de la que has leído en las noticias). No conozco el libro de Bauer y bueno, es dificil conseguirlo por aquí. Acabo de descubrir tu blog de casualidad y me ha gustado bastante.
ResponderEliminarTe invito a que visites el nuestro que también es sobre LIJ. Pásate, nos dará gusto.
Nos encontraremos por aquí desde luego.
Saludos
Aprovecho para responderos a las tres... Amparito: no te desasosiegues con tu maternidad, ¡lo importante es participar!, Sálvia: ¡no sabes como sufro a mis alumnos de Bachillerato! e Ivonne: ¡Agregadas estáis a esta bitácora desde el otro lado del Atlántico!
ResponderEliminarHola Román, es bueno encontrar docentes que aman y sienten la literatura. Descubri casualmente esta ventanita de luz, aquí desde el calor del Caribe vale la pena tomarse el tiempo para leer. Me parece que eso de los gritos es en todas partes, soy maestra de niños pequeños y he tenido que luchar para que en vez de gritar canten. Tengo 28 alumnitos a los que también considero mis pseudo hijos. Lo que pasa como dice Ernesto sabato,es que hoy en día no hay lugares para conversar, la bulla invade todos los espacios publicos, los gritos se convirtieron en la voz de la fuerza, y el que grita más fuerte pega dos veces.
ResponderEliminarDesde Venezuela quedas formalmente invitado a dar un paseo por mis blogger: Tafetan y Oropel y Sonata de los Espejos...De pronto y puedas lograr escuchar el silencio.
Te Felicito tu blog es muy hermoso.