Y como la última categoría del I Certamen “Librografía”, la dedicada al cómic, no tuvo aspirante alguno, me toca elaborar una reseña, así que allá voy… (aviso que nunca sería ganadora y se realiza por el mero hecho de invitarles a leer una obra de cierta calidad):
Aunque hace bastante tiempo me quejaba -sin llantos, que conste- de lo proclive que es el mundo literario a explotar las miserias de los genocidios como excusa argumental, sobre todo en esta Europa de dimes y diretes (Viejo Mundo, olla a presión), se agradecen historias que no caen en el cliché lacrimógeno y nos permiten cavilar más de la cuenta.
Nadie imaginaría al ver las caras infantiles que ilustran la portada de 1928, Una historia de Hamburgo, que encierra una intrincada relación en la que tres excombatientes en la I Guerra Mundial vuelven a enlazar sus vidas a tenor de los acontecimientos que desencadenan la II Guerra Mundial (Hitler ¿recuerdan?).
Más que una gran narración, Matz Mainka desgrana un paseo cotidiano por una ciudad alemana de principios del siglo XX que, en trazos de negra tinta, esconde sensaciones en cada esquina y hurga en el eterno dilema ético y moral, consiguiendo no dejar indiferente al lector.
A veces pienso en el individualismo como si se tratase de un cáustico aceite que nos permite flotar, sobrevivir. Otras, desecho esa idea y dejo paso a otra más fraternal, colectiva, que nos aupa a sentirnos parte de un mismo proyecto. Esta vez, recomendando 1928, Una historia de Hamburgo, prefiero decir que solo o acompañado, el hombre forma parte de la misma y terrible belleza, la suya propia.
Aunque hace bastante tiempo me quejaba -sin llantos, que conste- de lo proclive que es el mundo literario a explotar las miserias de los genocidios como excusa argumental, sobre todo en esta Europa de dimes y diretes (Viejo Mundo, olla a presión), se agradecen historias que no caen en el cliché lacrimógeno y nos permiten cavilar más de la cuenta.
Nadie imaginaría al ver las caras infantiles que ilustran la portada de 1928, Una historia de Hamburgo, que encierra una intrincada relación en la que tres excombatientes en la I Guerra Mundial vuelven a enlazar sus vidas a tenor de los acontecimientos que desencadenan la II Guerra Mundial (Hitler ¿recuerdan?).
Más que una gran narración, Matz Mainka desgrana un paseo cotidiano por una ciudad alemana de principios del siglo XX que, en trazos de negra tinta, esconde sensaciones en cada esquina y hurga en el eterno dilema ético y moral, consiguiendo no dejar indiferente al lector.
A veces pienso en el individualismo como si se tratase de un cáustico aceite que nos permite flotar, sobrevivir. Otras, desecho esa idea y dejo paso a otra más fraternal, colectiva, que nos aupa a sentirnos parte de un mismo proyecto. Esta vez, recomendando 1928, Una historia de Hamburgo, prefiero decir que solo o acompañado, el hombre forma parte de la misma y terrible belleza, la suya propia.
Oyeeee muy buena ilustracion! Que estes bien!! Saludos!
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