Seguramente estaban esperando que hoy les deslumbrase con alguno de los títulos que he colocado arriba y que han lanzado las editoriales durante estas semanas, como son La casa de Innocenti y Lewis (que ha deslumbrado de nuevo con su arte realista y que tiene a casi todas las bibliotecarias a punto de alcanzar el orgasmo…), Nat y el secreto de Eleonora de Le Ray y Dautremer (¡hasta qué punto van a exprimir el arte de esta chica!), el Hansel y Gretel de Mattotti (la tinta china, el claroscuro y el miedo infantil, ¡al poder!) o el Esconderse en un lugar del mundo de Liao (profundidad poética donde las haya)… , ¡pero no! -ríanse, deseo que lo hagan-…, he decidido dedicarme a otro librillo que también recojo en las imágenes, concretamente al que se refiere la quinta, Consejos para las niñas buenas, un texto de Mark Twain ilustrado por la española Montse Ginesta y publicado por Libros del Zorro Rojo.
Quizá opinen que no es ninguna novedad de esta primavera, pero como un servidor se lo cruzó el otro día junto a los otros cuatro sobre las baldas de una librería, no lo conocía y prefiere hablar de otros libros y autores que no sean los de siempre (como se nota la vis comercial de las casas editoriales…), aquí se lo traigo, recién sacado del desguace que regento.
No les pille por sorpresa que me guste Mark Twain, ese genio considerado por muchos el primer autor de la literatura norteamericana moderna y que hoy deslumbra hasta al más sibarita. Samuel Langhorne Clemens, verdadero nombre de Twain, era un progresista (de los de antes, perdónenme los de ahora) con una ironía refinada y devastadora, y que tuvo los cojones para nacer y morir con el paso del cometa Halley sobre las cabezas de sus contemporáneos. Pero también era un niño, y como tal, se pasó la vida hablando de otros niños que usaban su supuesta inocencia para poner a caer de un burro a cualquier adulto con mucha picardía y algún que otro piropo.
Y sin más dilación les presento este recetario de consejos para niñas que quieren ser malas y tienen que aparentar ser buenas, para niñas que quieren aprender a desenvolverse en la doble moral de los adultos, en definitiva, para niñas de las de siempre (no se ofendan las féminas, que nos conocemos…). Así que ténganlo en cuenta, si le regalan este libro a una niña, es posible que creen un monstruo (o no…).
Quizá opinen que no es ninguna novedad de esta primavera, pero como un servidor se lo cruzó el otro día junto a los otros cuatro sobre las baldas de una librería, no lo conocía y prefiere hablar de otros libros y autores que no sean los de siempre (como se nota la vis comercial de las casas editoriales…), aquí se lo traigo, recién sacado del desguace que regento.
No les pille por sorpresa que me guste Mark Twain, ese genio considerado por muchos el primer autor de la literatura norteamericana moderna y que hoy deslumbra hasta al más sibarita. Samuel Langhorne Clemens, verdadero nombre de Twain, era un progresista (de los de antes, perdónenme los de ahora) con una ironía refinada y devastadora, y que tuvo los cojones para nacer y morir con el paso del cometa Halley sobre las cabezas de sus contemporáneos. Pero también era un niño, y como tal, se pasó la vida hablando de otros niños que usaban su supuesta inocencia para poner a caer de un burro a cualquier adulto con mucha picardía y algún que otro piropo.
Y sin más dilación les presento este recetario de consejos para niñas que quieren ser malas y tienen que aparentar ser buenas, para niñas que quieren aprender a desenvolverse en la doble moral de los adultos, en definitiva, para niñas de las de siempre (no se ofendan las féminas, que nos conocemos…). Así que ténganlo en cuenta, si le regalan este libro a una niña, es posible que creen un monstruo (o no…).
Qué bonita la portada del penúltimo libro...
ResponderEliminarYa esyoy aquí, con todos los deberes hechos y dispuesta tomar apuntes... El de Twain tiene una pinta bárbara....Oye y lo de las bibliotecarias a punto de alcanzar el orgasmo... De verdad damos esa impresión?
ResponderEliminar