Es una verdadera lástima empezar este curso con tan poca gana, pero como sé de su comprensión, con toda seguridad me disculparán… Pero no se apenen, no, ya que tamaño cansancio tiene su origen en un derroche de energía ilimitado, que bien pensado, no es todo lo malo. Aunque vendrán tiempos mejores para ustedes, lectores, le digo adiós al verano con una pérdida de fuelle paulatina: tanto trajín estival, en vez de terminar con la reserva de grasa que tenía en el abdomen (¡malditas seáis, cervezas!), ha provocado cierta somnolencia cerebral, lo que se traduce en perrear sin límites al amago de una sombra bienhallada. El caso es que les podría contar todo tipo de triquiñuelas, pero es mejor narrárselas paso a paso, no sea que sufran un vahído y necesiten asistencia sanitaria.
Por lo pronto les tengo que informar de que soy un recién estrenado funcionario en prácticas. Den crédito a sus ojos y mis palabras: sí, el nene se ha “colocao”. Nadie dijo que fuese fácil, tampoco difícil, pero todos sabemos que, hasta que llega la hora de hacerse con una plaza en la Administración, el periplo es un auténtico coñazo. De ahí parte de mi alegría, como comprenderán…, aunque les he de confesar que el éxito no se me ha subido a la pituitaria y sigo siendo el mismo mentecato que se pirra por una buena juerga y muchos libros para niños. Entiéndanme, no está la vida ni la cuenta corriente para menospreciar un trabajo fijo, pero tampoco hay que basar nuestra efímera existencia en los logros profesionales, porque entonces, poquito a poco, nos iremos apocando y quedaremos abandonados, marchitos, perdiendo la noción de lo qué es eso que algunos llaman “felicidad”. Y para ilustrarse, sírvanse de un ejemplo con el que me he chocado estos meses pasados, Cómo fracasé en la vida, de Bertrand Santini y Bertrand Gatignol, editado por Thule, en cuyas páginas podrán encontrar dónde se halla el corazón de las cosas.
Por lo pronto les tengo que informar de que soy un recién estrenado funcionario en prácticas. Den crédito a sus ojos y mis palabras: sí, el nene se ha “colocao”. Nadie dijo que fuese fácil, tampoco difícil, pero todos sabemos que, hasta que llega la hora de hacerse con una plaza en la Administración, el periplo es un auténtico coñazo. De ahí parte de mi alegría, como comprenderán…, aunque les he de confesar que el éxito no se me ha subido a la pituitaria y sigo siendo el mismo mentecato que se pirra por una buena juerga y muchos libros para niños. Entiéndanme, no está la vida ni la cuenta corriente para menospreciar un trabajo fijo, pero tampoco hay que basar nuestra efímera existencia en los logros profesionales, porque entonces, poquito a poco, nos iremos apocando y quedaremos abandonados, marchitos, perdiendo la noción de lo qué es eso que algunos llaman “felicidad”. Y para ilustrarse, sírvanse de un ejemplo con el que me he chocado estos meses pasados, Cómo fracasé en la vida, de Bertrand Santini y Bertrand Gatignol, editado por Thule, en cuyas páginas podrán encontrar dónde se halla el corazón de las cosas.
¡Hola Roman! Feliz rentrée. Con tu blog activo ahora si que volvemos a la normalidad.Enhorabuena por tu "funcionalidad". A nosostras no nos ha pillado por sorpresa, porque sabemos que nene, "tu vales mucho". Un abrazo.Luz
ResponderEliminarDeseandico estábamos de saber de ti... es la primera vez en muchos años que no te encuentro en la Feria y eso que era la del III centenario. Yo hasta el IV no aguanto, espero verte antes y ¡a currar! El 29 de Septiembre recuerda que tenemos una Huelga General, no hay mejor forma que empezar como funcionario en prácticas de Huelga. Besos, Amparo
ResponderEliminarFeliz regreso al mundo virtual.
ResponderEliminar¡Suerte en el curso que comienza!
'Bienesperado','bienrecibido' y bienvenido de nuevo. Felicidades por el curro. Saluditos, Miriam
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