Cada vez que veo en la cartelera, el estreno de alguna
adaptación literaria, tiemblo. No es para menos, ya que Hollywood, no sólo se
empeña en destripar cualquier novela con un mínimo de éxito, sino que se
permite la licencia de añadir a su gusto cualquier secuencia o detalle que haga
ascender la rentabilidad del filme… Como podrán suponer, el viernes acudí a ver
la versión cinematográfica de El hobbit
de J. R. R. Tolkien, y hoy me toca quejarme de lo lindo… allá vamos…
Aunque Peter Jackson ha intentado ser fiel al texto de la
obra infantil de Tolkien (no olvidemos que El
hobbit, a diferencia de El señor de
los anillos, estaba dirigida a lectores más inexpertos, por ello su
extensión es menor y sus pretensiones son más ociosas que dogmáticas), ha
sucumbido al omnipresente poder de la taquilla, por varias razones entre las
que se cuentan:
-
Dividir en partes la historia (esperemos que
sólo sean dos… Sería insufrible soportar seis horas de imágenes de un libro que
puedes leerte en dos horas y media), para aumentar la recaudación.
-
Dar protagonismo a personajes testimoniales y/o
de cosecha propia (¿Tanto protagonismo para un revanchista orco blanco? ¿para
el nigromante? ¿Para Radagast…?), que denotan más egocentrismo, que libre interpretación
(si prescindió de Tom Bombadil en la primera saga, un personaje con mucho peso
literario, ¿por qué no ha obviado a estos secundarios?... Como diría Liza
Minelli: “Money, money, money, money…”).
-
Abundantes huecos vacíos, imágenes estáticas,
excesivo humor y acción insustancial (por no hablar del doblaje de las
canciones, ¡lo odio!) hacen de una película fantástica un documental neozelandés
barato sobre misticismo y chamanería.
Concluyendo, creo que es una buena oportunidad para volver a
acercar el maravilloso mundo de Tolkien a los no instruidos en las artes
lectoras (no olvidemos que el celuloide de El
señor de los anillos, atrajo numerosos adeptos al mundo de la letra impresa,
lo que bien merece una salve rociera), pero también considero que desvirtúa los
mensajes, las palabras…
En mi opinión los problemas de esta película, si la analizamos como adaptación de un texto literario, surgen todos de la decisión de convertir una novela infantil de doscientas páginas en tres películas de tres horas de duración cada una ( sin contar la versión extendida que, sin duda, saldrá a la venta en DVD). Aún apoyándose en un mundo tan rico como el que creó Tolkien, lo que permite a los guionistas echar mano de apéndices, historias paralelas, etc., es una empresa condenada al fracaso. Me pregunto cómo completarán las seis horas más de metraje que supuestamente faltan.
ResponderEliminarHola María:
ResponderEliminarCoincido contigo por completo. Ni la dirección, ni la producción han tenido en cuenta a los seguidores, ni mucho menos han sido fieles. Se han cegado por el dinero, lo que ha dado como resultado un bodrio aburrido y muy cansino. Veré la segunda y ¡tercera! parte en el sillón de mi casa...
Un saludo
Hola.
ResponderEliminarNo creo que la vea, no me llama la atención. Pero para estas fechas, de Tolkien recomiendo la lectura de "Las cartas de Papa Noel". En mi casa ya es un clásico que cada navidad lo pidamos en préstamo en la biblioteca del pueblo. Mis hijos alucinan con las aventuras del Oso del Polo Norte.
Buen día...
Vaya, yo esta la veo y aprovecharé para releer el libro. Así que dare mi opinión después de ambas cosas. Está claro que 3 pelis es una grillada (¿sólo será del Hobbit?, no da para tanto). Se aprovechan. Pero sinceramente, ver la casa de Bilbo,... yo no me lo pierdo. Me encantaría vivir allí.
ResponderEliminarIt's up to you, Miriam... Además reconozco que el principio, siempre es lo mejor, excepto que en ningún lugar se dice eso deeeee... ¿alguien sabe como empieza "El Hobbit"?
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