Cuando los lazos se estrechan, son muchos, conocidos y
amigos, que me preguntan sobre cómo parí este blog, un espacio que poco tiene
que ver con mis estudios universitarios, algo con mi profesión y mucho con mis
aficiones. Llevándoles unos cuantos años hacia atrás, les cuento la historia de
aquel joven que, recién terminada la licenciatura en “Biología”, se vio
obligado a apuntarse al paro, regresar al hogar paterno y concederse pocos
caprichos, mientras quedaba sepultado por horas de estudio que tenían como
objetivo llegar a ser profesor algún día… Entre tanto avatar estático y
habiendo sido un niño lector, si no ávido, al menos aceptable, se me presentó
la oportunidad de impartir algún seminario sobre lectura en los ya extintos
Centros de Profesores (no sé cómo… no estaba afiliado a ningún partido
político, no había lamido culo alguno y mi experiencia como animador a la
lectura se resumía a unos cuantos talleres en la Red de Bibliotecas Municipales
de Albacete…). Entre estos cursos hubo de todo...Risas, quejas, historias…,
pero sobre todo libros, muchos libros… Iba de pueblo en pueblo cargado de una
maleta con álbumes ilustrados desconocidos que pesaba como un muerto (el papel
satinado y la tapa dura es lo que tienen…), actividades sencillas (nunca he
creído en lo complejo) y el enfoque interdisciplinar (literatura y mundo son
sinónimos) que tanto se necesita en escuelas y centros educativos. Leíamos en
voz alta, jugábamos a las adivinanzas, presentábamos libros, opinábamos,
escribíamos tontas poesías y pasábamos el rato. Cuando todo terminaba, unos
marchaban a su casa ofuscados y decepcionados, y otros, entusiasmados y
alegres, me pedían más y más. Para los últimos construí este lugar, un espacio
que sirviera para compartir, más que experiencias, libros, los que leemos los
monstruos, y al que di un nombre homenaje, ya que pocos maestros y profesores
sabían que el libro de Sendak era considerado una joya de la Literatura
Infantil.
De entre estas actividades y para destacar el valor
pedagógico de cualquier libro (cosa que jamás debe ser el fin de la LIJ y en la
que muchos docentes se centran…), utilizaba un pasaje del Eclesiastés, uno de
los libros que forman el Antiguo Testamento de La Biblia, para explicar el
ciclo del agua de una manera sencilla -Todos
los ríos van hacia el mar, y el mar no se llena; al lugar donde los ríos
fluyen, allí vuelven a fluir-, una científica evidencia en la que también
parece haberse inspirado Beatrice Alemagna (algo más modernizada y con
trasfondo ecologista) para La corta
historia de una gota (editorial Tramuntana).
Gracias por explicarnos la historia de tu blog y por todas tus aportaciones y conocimentos sobre ilustración , LIJ y sobre la vida en general.
ResponderEliminarLaia
¡Gracias a ti por seguirme!
ResponderEliminarLas buenas historias son así... sencillas. GRacias por compartirla.
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