Atiborrado de obligaciones, no tengo tiempo para estudiar la
curvatura de mi ombligo, toda una suerte que no sólo me ayuda a recrearme en el
tiempo libre, sino que me evade de la realidad, cada día más y más aburrida.
Mire hacia donde mire encuentro las mismas escenas y el mismo anquilosamiento.
España tiene menos movimiento que la cintura de una octogenaria…, y los
políticos dan muestras de saberlo.
Si hay algo que me exaspera son los discursos vacíos, una
pobre exhibición de la inteligencia ante cientos de televidentes que, atontados
ante tanta indecisión, se encuentran perdidos entre deudas, pagarés, hipotecas
y otras necesidades monetarias. Aunque la mayoría se conforme, a un servidor le
jode bastante que lo tomen por gilipollas. Es cierto que poco sé de economía,
de finanzas, de desavenencias territoriales o de dialéctica, pero hagan el
favor de callarse y dejen de excusarse por tener la jeta de enriquecerse a
nuestra costa, ¿o es que no se dan cuenta que honestidad y pillaje se cogen de
la mano? Que si auditorías para otras auditorías, que si cuentas en paraísos
fiscales…, fundaciones con ideas especulativas, reformas educativas con
presupuestos desorbitados, familias reales y otros chupópteros, sanidad para
todos y para ninguno…, y políticos engordando en la Cumbre de Davos… ¡Este
carnaval se promete entretenido!
¿Existirá algún recóndito lugar del espacio al que acudir
sin necesidad de soportar tanta mediocridad? Alguno quedará donde poder
sentarse a la sombra de un baobab, darle volumen al Preludio Op. 2 para
cello y piano de Rachmaninov y, mientras el viento que sopla a primavera nos
eriza el vello, abrir Andromedar SR1
(Editorial Gustavo Gili) y disfrutar de los extrañas ilustraciones que elaboró Heinz
Edelmann (ilustrador y animador del Yellow Submarine de The Beatles) para
nosotros y la especial historia que nos cuentan Martin Ripkens y Hans Stempel,
esa que nos habla de otra galaxia, de unos peculiares desconocidos y su afán
por encontrar flores cobalto entre el mayor surrealismo que ha habitado en
Marte.
Si encuentras ese lugar, ese junto a la sombra de un baobab, ese donde el tiempo se paró mientras sonaba un cello, ese donde perderse entre ilustaciones... háznoslo saber.
ResponderEliminarAgradecida de antemano