Que la gente mala abunda, es una realidad de sobra conocida…,
pero también es de notar que, con más frecuencia de la debida, también solemos
confundir los espíritus libres y divertidos con aquellos viles y ennegrecidos.
Seguramente más de uno -progenitores sobre todo, los
maestros ya estamos de vuelta…- se sorprende de lo avispados que son algunos
niños, con sus ocurrencias y con ese tópico del “salirse con la suya” a base de
pucheros y otras mentirijillas, pero lo cierto es que conozco pocos niños (haberlos,
haylos) que acaparen maldad a raudales, prueba de haber sido engendrados por el
mismísimo demonio. Eso sí, conforme vamos creciendo, las cualidades o defectos
se acentúan y algunos pasan a ser pre-delincuentes, criminales y auténticos
mafiosos…
Hay una notable
diferencia entre los juegos y las jugarretas (los primeros tienen un aspecto
lúdico y, a veces, hasta didáctico, y los segundos evidencian un carácter
dañino, incluso cruel), pero también debemos saber que viven cosidas por un
sutil y fino hilo que casi siempre es muy sencillo de quebrar, algo de suma
importancia durante la adolescencia, una etapa tan difícil, como compleja. Para
cualquier púber, dejarse llevar por el lado oscuro de la fuerza es algo más fácil
(¡que se lo digan a Darth Vader!), que mantener templado el cerebro y decidirse
por la cara buena de las cosas. Una tarea, que no sólo se consigue a través de
genética y educación familiar, sino que depende de las dichas y desdichas
impresas por la vida.
Pero no se preocupen por lo leído doy en este altavoz que
comparto con ustedes, ni tampoco por los Consejos
para niñas pequeñas, la retahíla de sugerencias un tanto canallas bajo las
que subyace el doble sentido del genial Mark Twain acompañado por las fantásticas
ilustraciones de Vladimir Radunsky (ediciones Sexto Piso), deben saber que
todos los monstruos, no sólo aquellos un
poco pillos y juguetones, sino por los que también esconden un corazón travieso
y noble tras una sonrisa, derrochamos bondad por los cuatro costados, esa
materia prima que hace crecer el mundo y desafía a la oscuridad.
Interesante título. Twain es un genio. ;-)
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