Tras
muchos años recorriendo librerías y bibliotecas he constatado estupefacto la
cantidad de bazofias que se publican anualmente en este género del álbum
ilustrado, mientras otras obras, supuestamente más antiguas, consideradas ya
clásicos, mantienen su ritmo de ventas más o menos constante. En muchas
ocasiones se debe a estrategias puramente comerciales, otras tiene su base en
el gusto exquisito y buen hacer de sus propietarios y trabajadores, y algunas
se fundamenta en la trascendencia que tienen sobre los lectores. No sé a cuál
de estas se debe que la editorial Kalandraka, ese gigante de la LIJ patria,
haya adquirido la mayor parte de los derechos de autor de las obras clave de
Maurice Sendak, pero lo cierto es que tras la reciente edición de Donde viven los monstruos y La cocina de noche me he permitido el
lujo de pensar sobre qué cualidades ha de tener un gran autor. ¡Y aquí el
resultado!
El
mundo de la literatura infantil (ese gran desconocido… ¡Snifff!), a pesar de
considerarse el hijo pequeño de la edición, nos proporciona figuras de cierto
renombre que han sabido dar forma a libros chiquitos que hoy día son gigantes.
Quizá en esa compleja magia que envuelve a las historias sencillas, reside el
éxito y la importancia de libros como el que da nombre a este lugar.
La
genialidad, ese patrimonio con el que sólo nacen unos pocos, a veces ha de ir
acompañada de otras cualidades y vivencias más mundanas, pero igualmente
necesarias. Seguramente si Sendak, Ungerer o Lionni no hubieran sufrido el
vértigo del siglo XX, no hubieran escrito jamás La cocina de noche, Los tres
bandidos o Frederick.
Si
nos fijamos, todos ellos comparten ciertas características que llaman
notablemente la atención:
En primer lugar decir que los tres adquieren una educación tradicionalmente europea, incluido Maurice Sendak que, a pesar de nacer en el barrio neoyorkino de Brooklyn, es educado en el seno de una familia polaca con gran arraigo a las tradiciones del Viejo Continente y que considera importante que los hijos no pierdan el vínculo con sus orígenes.
Por otro lado, decir que todas las obras más importantes de estos tres autores son pergeñadas en los Estados Unidos de Norteamérica, concretamente en Nueva York, uno de los núcleos culturales más importantes del mundo durante todo el siglo XX. Mientras que Lionni y Ungerer viajaron allí como emigrantes (Lionni desde Italia en el periodo que va desde 1939 a 1962, y Ungerer desde Estrasburgo en la década de los 50 para permanecer allí unos quince años), Maurice Sendak desarrolla toda su carrera en esta ciudad, centro del diseño gráfico, la publicidad y la edición de vanguardia, lo que supone para todos ellos, no sólo el quedar expuestos a múltiples influencias, sino al intercambio de ideas con otros artistas contemporáneos.
En primer lugar decir que los tres adquieren una educación tradicionalmente europea, incluido Maurice Sendak que, a pesar de nacer en el barrio neoyorkino de Brooklyn, es educado en el seno de una familia polaca con gran arraigo a las tradiciones del Viejo Continente y que considera importante que los hijos no pierdan el vínculo con sus orígenes.
Por otro lado, decir que todas las obras más importantes de estos tres autores son pergeñadas en los Estados Unidos de Norteamérica, concretamente en Nueva York, uno de los núcleos culturales más importantes del mundo durante todo el siglo XX. Mientras que Lionni y Ungerer viajaron allí como emigrantes (Lionni desde Italia en el periodo que va desde 1939 a 1962, y Ungerer desde Estrasburgo en la década de los 50 para permanecer allí unos quince años), Maurice Sendak desarrolla toda su carrera en esta ciudad, centro del diseño gráfico, la publicidad y la edición de vanguardia, lo que supone para todos ellos, no sólo el quedar expuestos a múltiples influencias, sino al intercambio de ideas con otros artistas contemporáneos.
En tercer lugar debemos prestar atención a una cuestión que no es en absoluto baladí. Todos
ellos comparten o simpatizan, véase el caso de Ungerer (N.B.: No olvidemos que a principios del siglo XX, el 80% de los judíos franceses vivían en Alsacia y su cultura estaba muy presente en la vida diaria del resto de habitantes), una religión común: el judaísmo (una coincidencia digna de
estudio que seguramente muchos intelectuales/enteraos de este mundo "lijero" habrán
denotado con frecuencia). El semitismo, esa religión docta y extremadamente
arraigada en las tradiciones y el estudio, es más liberal que otras (léase la
islámica o la católica) ante los cambios sociales (algo que, a mi juicio, favorece cierta
apertura mental a la hora de exponer las ideas ante los pequeños lectores) y tiene un humor muy particular que permite jugar con las dobleces y las sutilidades e ironías de la vida, hecho al que Ungerer se ha referido con frecuencia, por ejemplo en este enlace (¿Tendrá Ungerer un origen judío nunca reconocido o desconocido para él mismo?).
Cabe señalar que los
tres (como muchos otros escritores e ilustradores) también sufren las
consecuencias de la Segunda Guerra Mundial (unos en su propio pellejo, otros
colateralmente), una de las partes más tristes de nuestra historia humana y que
ha condicionado los posteriores siglos XX y XXI, periodos en los que, no olvidemos, ve la luz el álbum ilustrado, un género literario contemporáneo cuya concepción no se puede entender sin todo su contexto.
Los avatares de los conflictos bélicos, la Shoah o exterminio en los campos de concentración nazis, las corrientes
migratorias que se establecen hacia el Nuevo Mundo como vía de escape de miles
de personas, la miseria como inmigrantes y el insulto, el relego y el miedo,
son constantes se reflejan en las grandes obras de los álbumes ilustrados
clásicos que, con una sonrisa exponen las bases sociales en las que el pasado siglo
revolucionó el pensamiento infantil a transgresor y subversivo (algo que
sufrimos y/o disfrutamos hoy día… para gustos, colores…).
Por
último, apuntar que todos ellos acabaron en esto de la literatura para niños de
forma accidental, como si de un juego del destino y un designio se conjugaran
para darles una oportunidad en un negocio que despuntaba con las primeras
democracias mundiales y una nueva concepción pedagógica.
Y
como colofón y a modo de conclusión (seguramente muchos de ustedes no estarán
de acuerdo) estas son mis tres premisas para dar al mundo álbumes ilustrados inolvidable:
1.
Olvidar
los prejuicios y derrochar imaginación, en definitiva, ser un gran niño (bien
por naturaleza, bien por los traumas vitales).
2.
Hay
que ver el mundo en su conjunto para poder dibujarlo.
3.
Hay
que sentir las penas y alegrías de la vida para transmitirlas a otros.
Es maravilloso descubrir tus conocimientos y pensamientos, no dejas de sorprenderme.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo. ¡Qué grandes los tres ilustradores/escritores que comentas! porque otra cosa en común es que sólo (que yo sepa) han ilustrado sus propias historias.
ResponderEliminarA mí me encantan y colecciono los álbumes ilustrados para niños y concretamente de estos tres, si no tengo todo lo publicado, casi. De Ungerer tengo hasta los álbumes de adultos. Tengo pasión por él.
Gracias de nuevo por compartir tus conocimientos en este estupendo blog.
Pilar
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEstos hermosos libros que son exquisitamente bellos en todo sentido,acepto lo antes mencionado de los 3 autores vida e historia y sus coincidencias al crear un libro álbum ilustrado. En verdad les agradezco porque me permiten seguir siendo niña cada vez que tomo entre mis manos un libro , narro leyendo sus historias a seres maravillosos mamitas gestantes con un bebé o gemelo bebés,niños,adolescentes, adultos y hasta la tercera edad. El libro álbum me ha permitido abrazar a todas las edades con sus bellas historias, disfruto lo que hago y muy especial es el de "Donde viven los moustros" :) Felicidades al autor que nos comparte su joven pero muy acertada visión e información ,mil gracias. La lectura es uno de los más bellos regalos que la vida me ha otorgado y compartirla es en verdad brindar amor y sensibilidad de sentimientos humanos :) :)
ResponderEliminarRomán, deberías escribir algo, talento no te falta y conocimientos tampoco. Lo compraría.
ResponderEliminarEspero no echarme encima a los fundamentalistas de la LIJ, pero a mi gusto, Donde viven los monstruos, es un libro extremadamente sobrevaluado.
ResponderEliminarAbrió innumerables caminos para la LIJ, en general y para el álbum, en particular. En eso radica, para mí, su importancia. Sin embargo, hijo de su tiempo como atinadamente apuntas, Román, es un libro que celebra a tope el colonialismo yanqui y el despotismo capitalista en su apogeo pos segunda guerra mundial.
Es una historia muy básica con guiños imperialistas.
Eso es lo bueno de estos libros, Omar, que se prestan a innumerables interpretaciones. Sobrevalorado o no, "Donde viven los monstruos" está ahí por muchas razones. Lo cierto y lo que intento poner de relevancia es que la mayoría de las obras de estos tres señores han sido muy bien acogidas por los niños, una cosa que al fin y al cabo es la que importa cuando hablamos de LIJ y lectura. Algo que, como tu bien apuntas, puede tener también diversas explicaciones o causas. ¡Gracias por tu aportación! ¡Las voces que disienten también son necesarias en el debate!
ResponderEliminarComo siempre disfruto mucho leyéndote.
ResponderEliminarAdmiro profundamente el trabajo y talento de estos tres autores.