Lo de la maldad y la envidia todavía no ha tocado techo en
este país, afirmo tras conocer la noticia del asesinato de la presidenta de la
Diputación de León, un caso bastante peliagudo y de mucha chicha, no sólo por
la crueldad y circunstancias que rodean un homicidio de estas características,
sino por las dobles lecturas que se pueden realizar sobre él… Que la víctima llevaba
toda la vida en política -algo que le había granjeado suficientes enemistades-,
que era mujer, que ha sido supuestamente tiroteada por otras dos mujeres (madre e hija), que
las presuntas ejecutoras estaban ligadas al mismo partido político que Isabel Carrasco,
que el padre de la supuesta homicida pertenece a los cuerpos de seguridad del Estado, que
la oposición insta constantemente al enfrentamiento entre facciones opuestas, y que nos encontramos en una época convulsa, son premisas que pueden ayudar a
comprender este drama (allá cada cual con sus propias conjeturas y sesgos),
pero la mía es tan sencilla que se resume en una España corrupta, envidiosa y
mala.
Estoy seguro de que si algún día un servidor tuviera la
desgracia de gobernar (¡Ay, ¿quién maneja mi barca, quién?), no serían pocos
los que estarían encantados de fusilarme. Acabaría mis días acribillado a tiros
y, con total seguridad, sin razón aparente más que la suerte y una inteligencia
emocional lo suficientemente avispada como para administrar los avatares del
tiempo (estrategia pura y dura). Bien pensado, cualquiera podría ser mi
ejecutor… Desde incompetentes, hasta lectores, integristas, separatistas,
católicos, musulmanes o judíos, mujeres, políticos, maestros, padres,
adolescentes…. Incluso alguna bibliotecaria y estudiosos de la LIJ (me consta
que algunos se sienten amenazados por mis elucubraciones y disparates… ¡Con lo
fácil que es pensar!)
No solo el ansia de poder que muchos manifiestan a diario es
el peor de nuestros vicios, sino la maldad contenida que muestra una lucha de
intereses desde cualquier bando, más si cabe cuando se aproximan unas
elecciones donde algunos se juegan mucho (dinero y mangoneo, claro está) y
otros no nos jugamos nada (¿El interrail quizá?). Odiosa política… siempre
jodiendo la marrana… Tanta compostura y palabra sacerdotal para salir en la
tele haciendo alarde humanitario y exhibiendo carteles para liberar a esas
pobres nigerianas, cuando, a la hora de la verdad, todos se comportarían como sus
verdugos islamistas: ninguno mostraría reparos para contener la sangre fría.
No lo olviden, como en cualquier jungla, bien esté atestada
de monos o políticos (para el caso es lo mismo), y tal y como nos lo describe ¿Quién come a quién? un libro de Aleksandra
Mizielińska y Daniel Mizieliński (editorial Libros del Zorro Rojo), el bicho
grande siempre se zampa al chico (o no…). En cualquier caso y si se dedican a
este turbio asunto del poder, ándense con ojo, y no se descuiden: pueden
llevarse un susto.
Hace poco que te sigo, pero me sorprende esta entrada donde sin nada que ver con la LIJ, frivolizas sobre el reciente asesinato de una política, y donde la política no tiene nada que ver.
ResponderEliminarMe sorprende y me desagrada.
Marta.
¿Frívolo?... Respeto tu opinión que aquí queda recogida, pero discrepo en algo: la Literatura (para adultos o dirigida a niños)es una extensión de la vida y, por tanto, de la actualidad.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por seguirme.
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