Noto
por la ausencia de comentarios que ya andan cansados de libros, esos objetos
que, como los buenos amigos, callan cuando es necesario y conversan
animadamente en otros ratos.
Comprendo
este hartazgo pues llevamos más de nueve meses detrás de las novedades, los
clásicos re-editadas, las selecciones de bibliotecas y otras entidades, las
publicaciones especializadas, las bitácoras en línea y otras lindezas del mundo
del álbum ilustrado, por lo que se hace necesario desconectar de tanto jaleo, buscar
una sombra y disfrutar del ya clásico y merecido descanso estival.
Seguramente
muchos de ustedes andarán con algún que otro libro bajo el brazo, disfrutarán
con él sobre la tumbona, lo pasearan por estaciones de autobuses, aeropuertos y
vagones de tren, les animará alguna que otra tarde de piscina y será la mejor
excusa para acercarse a la tía buena de la sombrilla de al lado, pero un
servidor ha decidido dejarlos a un lado (al menos durante estos dos meses y
aprovechando el parón editorial) y ver si las neuronas se despejan de cierto
colapso literario, bibliográfico y vital (que luego no se quejen de que esta
verborrea que me caracteriza va decayendo mes tras mes).
Por
el momento les dejo con una última recomendación de la mano de Antonio Zurera
(un ilustrador español con cierto toque anglosajón) y la pequeña editorial
Kokoro, ese libro álbum que lleva por título A Alex le gusta leer, una historia cotidiana y sencilla que nos
recordará durante los meses venideros ese mensaje del que tanto alardeamos los
monstruos.
Y
a la espera de que se acuerden de mí allá por septiembre, cuando un nuevo curso
escolar y el calor nos vaya abandonando paulatinamente, y desde este sitio un
tanto escondido, les deseo un feliz verano… trabajando (que falta hace),
luchando con la familia, a la orilla del mar o en lo alto de la montaña, en el
pueblo o en la ciudad, solos o en compañía; sea como sea disfruten de estos
días.
¡Hasta
más leer!