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jueves, 5 de febrero de 2015

Querido chismoso, maldito alcahuete


- ¡Querido chismoso! ¡Bendito alcahuete! ¡Bienvenido! ¡Te esperábamos desde hace tiempo! ¡Nos aburríamos soberanamente sin ti!
- ¿Y eso?
- Nos faltaban temas de conversación. No sabíamos qué decir.
- Querrás decir “hacer”...
- Lo mismo da, que da lo mismo. Tanto monta, monta tanto… ¡Pero pasa! ¡No te quedes en la puerta! Siéntate donde más rabia te dé, acomódate…
- Gracias, gracias… No estoy acostumbrado a tanto agasajo…
- En esta casa eres bien recibido, te necesitamos. No soportamos hablar de nosotros mismos, estamos hartos de nuestra vida. Queremos saber de los demás, de sus alegrías y de sus penas, en vez de nosotros.
- Poco traigo esta vez que os haga felices, la verdad sea dicha…
- ¿Qué más da? La cuestión es hablar de aquello, de este o de la otra… Ya nos encargaremos nosotros de adornarlo a nuestro modo, de explicarlo como mejor convenza, ¡de la forma más creíble!
- Pero…
- ¡No importa, no importa! Tú dinos y nosotros dispondremos… Necesitamos sentirnos vivos. ¿Acaso no lo entiendes? La envidia tiene que correr por nuestras venas, alimentarnos de los que sea, aunque sea carroña sobre la que volar en círculos.
- Me han hablado de un hombre y una mujer...
- ¡Como nosotros, cariño!- Dijo mirando la sonrisa de su marido.
- La mujer es elegante y con buena posición. Su hombre, apuesto y educado…
- ¡Qué parecidos a nosotros! Sigue, sigue…
- También me han hablado de que su hija es tremendamente cariñosa, dulce, y su bondad no tiene límites. Que siempre va cantando camino de la escuela y salta sobre sus zapatos nuevos, saluda a los pájaros y los ancianos con una sonrisa brillante.
- ¡Entonces es igualita que Leire! ¿Qué les pasa? ¡Continúa!
- Es triste decirlo...
- ¿El qué?
- La niña murió esta mañana arrollada por un camión.
- ¡Qué horror! ¡Pobre! ¡Qué padres más poco precavidos! ¡Qué irresponsables! ¡Menos mal que tu acompañas todas las mañanas a Salma a la mismísima puerta!- Dijo la madre mientras su marido salió corriendo envuelto en dolor y lágrimas.

N.B.: Para más historias de chismes, dimes y diretes (más infantiles y menos trágicos), lean: MINHÓS, Isabel & CARVALLHO, Bernardo. ¿Eres tú?. México: Fondo de Cultura Económica.

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