No
soy un hombre circense aunque algunos me tachen de ello... Quizá un
hombre orquesta, estrambótico o llamativo, pero no me gusta el
espectáculo, sobre todo porque ya hay muchos que gustan de serlo y
montar un número vayan donde vayan. Se ve que últimamente se lleva
lo de dar el cante y dar poco el callo, una forma de sobrevivir,
vender humo o engatusar a otros. ¡Qué pena que ya no queden
directores de circo que, como Don Nicanor, pongan orden entre tigres,
monos, pingüinos y osos...! Y dando así buena cuenta que todavía
quedan personas que hacen que el mundo gire por una pizquita de amor.
Este es Don Nicanor,
que vivía en una flor.
Esto que os voy a
contar
lo saben aquí y allá:
que el bueno de Nicanor
montó un circo por
amor.
Un día se fue a una
granja
y vio una vaca naranja.
Ella se llamaba Paca
y estaba requeteflaca,
miraba el suelo
temblando
y lloraba sin descanso.
-Es que me quieren
matar
porque leche no doy ya.
¿Cómo voy a dar yo
leche?
No es porque yo lo
sospeche:
no soy vaca, soy un
tigre,
yo sólo quiero ser
libre.
[…]
Mar Benegas.
En:
Cómo abrió Don Nicanor el gran circo volador.
Ilustraciones de Ximo
Abadía.
2015. Sevilla: Tres Tristes
Tigres.
Me encanta la referencia para comenzar poemando con los peques. ¡Feliz otoño!
ResponderEliminar