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viernes, 4 de marzo de 2016

De ogros modernos


A pesar de los decenios que nos separan del contexto que caracterizaba a los cuentos de hadas (bosques tenebrosos, caminos solitarios y páramos cubiertos por la niebla), todavía sigo viendo seres oscuros (e incluso más terroríficos, a juzgar por la negrura que los rodea...) deambulando por las calles. Atrás han quedado tullidos y jorobas, voces cavernosas y fuerza sobrehumana, para dar paso a otros ogros, los de nuestro tiempo, que con pasos sibilinos y dulces palabras, denotan clara y sucia envidia. No sé dejen confundir por las caras bonitas y los afables modales; la crueldad busca su forma bajo suaves ademanes.

No sé por qué estoy aquí.
Ogro soy,
pero no bicho.
Aunque bueno,
ya que estoy,
diré lo que nunca he dicho.

No soy tan malo, ni asusto
por la noche
a tantos niños,
ni fui yo quien se comió
en el bosque
las migas de pan de Pulgarcito.

Y, sobre todo,
que quede claro
ahora mismo,
ni soy tan cabezón
ni tan feo
como me pintan en los libros.

Juan Carlos Martín Ramos.
Ogro.
En: La jaula de las fieras.
Ilustraciones de Susana Rosique.
2015. Villaobispo de las Regueras (León): Amigos de Papel.


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