Seguramente, muchos de
ustedes se hicieron eco de la selección sobre libros y libertad sexual que se incluyó en este espacio hace cosa de un año, una
entrada que ha recibido unas cuantas mil visitas (y me parecen pocas)
desde muchas geografías. De entre todos los comentarios que a tenor
de ella se hicieron en el patio de las redes sociales, fueron las
vertidas por un especialista de LIJ las que más me llamaron la
atención y me hicieron pensar en los criterios que utilizo para
elaborar estos listados.
Según él, en la citada
selección se incluían algunos “meros panfletos”. Por un lado
supuse que se refería a que muchos de los libros habían sido
concebidos como producto editorial, se abusaba de la trivialización,
lo moralizante y estaban dirigidos a un tipo de público en
particular, es decir, habían nacido encorsetados y por ello no eran
lo suficientemente literarios, no merecían estar en una selección sobre Literatura infantil.
Lo veo pero, si lo pensamos
bien, ¿qué libro carece de intencionalidad? Cualquier artefacto
humano, bien sea sanitario, industrial o cultural, como es el caso,
se produce con una finalidad, que en unos casos tiene mayor calidad,
y en otros, una más mediocre, pero quizá nos "sirva" para unos fines, como bien apunté en este post sobre la utilidad de la LIJ.
¿Vale todo en la Literatura infantil?.
También hemos de tener en
cuenta que muchas editoriales, independientes o no, nacen con objetivos claros, se deben a una
lucha y se dirigen al lector desde una postura
clara, desde el compromiso, un tema que dio para otras muchas preguntas en esta otra entrada sobre el tinte político de los libros para niños. Cuando la intencionalidad es causa de responsabilidad social, subyace otro argumento por el que el autor trata de forma explícita la bisexualidad o la
transexualidad en una obra por meras razones personales, una nueva forma de activismo, de constructo ideológico.
Además de apuntar a la
calidad, esta persona añadió que él era “mucho más partidario
de enfoques como ¡Qué bonito es Pánama! que plantea
directamente una relación homosexual tan normalizada que ni forma
parte del tema”. Rápidamente, eche mano de la obra maestra de
Janosch, en la que sus dos personajes protagonistas, Tigre y Oso,
ambos masculinos, tienen una relación afectiva que pudiera
traducirse como homosexual. Seguramente el autor concibió a sus
protagonistas como abiertamente homosexuales (habría que
preguntárselo, pero dado su carácter libertario e irónico, no me
extraña nada), aunque no debemos olvidar que, como bien he dicho
antes, también esa decisión estuviera aupada por la revolución
pedagógica que se sucedió en la Alemania de los 70 en varias
editoriales de corte progresista como Beltz & Gelberg cuando se
propuso “dibujar la mayor cursilería del mundo”, según sus
propias palabras.
No obstante me interrogo:
¿Por qué debemos obviar los besos, los gestos explícitos de cariño
en una obra literaria? ¿Acaso les restan altura poética? ¿Las
denigran? ¿Son censurables? Estoy seguro que, tanto los animales de
Janosch, como el Sapo y Sepo de Arnold Lobel, un autor que utilizó sus libros como especie de exorcismo para expresar sus propias tendencias sexuales y como un vehículo para salir del armario, se hubieran dado un beso si hubieran sido creados hoy día y
que ese carácter críptico que hoy parece normalización, se debe
más a los procesos anacrónicos de la Historia que a los deseos de
los propios creadores.
Si bien es cierto que cuando hablamos de este tipo de temáticas en la LIJ es inevitable que se nos venga a la cabeza el término "álbumes de valores" y todas las preguntas que suscita, en el caso de las conductas sexuales y el sesgo de lo visible podrían justificarse teniendo en cuenta que no son rasgos físicos (un personaje negro puede protagonizar cualquier tipo de acción en un álbum) sino rasgos comportamentales (a menos que una pareja de personajes gays exhiban su cariño abiertamente nunca sabremos de su relación) que necesitan ponerse en evidencia en texto y/o imágenes como también ocurre en el caso de los roles de género.
Si bien es cierto que cuando hablamos de este tipo de temáticas en la LIJ es inevitable que se nos venga a la cabeza el término "álbumes de valores" y todas las preguntas que suscita, en el caso de las conductas sexuales y el sesgo de lo visible podrían justificarse teniendo en cuenta que no son rasgos físicos (un personaje negro puede protagonizar cualquier tipo de acción en un álbum) sino rasgos comportamentales (a menos que una pareja de personajes gays exhiban su cariño abiertamente nunca sabremos de su relación) que necesitan ponerse en evidencia en texto y/o imágenes como también ocurre en el caso de los roles de género.
Por último me gustaría
diferenciar conceptos como visibilidad y normalización.
Probablemente, en sociedades en las que la libertad sexual es casi un
hecho, sea mucho más idóneo apostar por libros como los anteriores,
en los que la literatura es reflejo de la realidad y la libertad
carece de recetas y poses, pero en otras, lastradas por la religión, los prejuicios y la censura gubernamental, quizá sean más necesarios libros que, a pesar del
cliché, la discriminación positiva y el buenismo, aporten
visibilidad a ciertos tabúes, para poder, finalmente, abordar la
normalización con Tigre y Oso, o Sapo y Sepo .
Por todo ello y sin
menospreciar la opinión que algunos tienen sobre la visibilidad o no
de los comportamientos homosexuales en los libros para niños, decir
que, a pesar de la intención o la ignorancia con la que se oriente
la lectura, muchos pueden ser válidos. No creo que la buena
literatura deba ser críptica o sutil a la hora de referirse a temas
que a muchos les hieren las córneas, pero sí comparto que la buena
literatura es un reflejo del mundo, ese sitio por el que pululamos
gentes diferentes y variopintas.
A pesar de que muy pocas
veces pido que dejen volando mis pensamientos, hoy y como homenaje a las
víctimas de la matanza de Orlando, haré una excepción y les pediré
encarecidamente que compartan, tanto este post, como el de esta
selección sobre libros y libertad sexual, para poder, si no hacer un mundo mejor, al menos,
desearlo.
Otro mundo, en el que se respete a las personas, es posible. Creerlo y comunicarlo, nuestra obligación.
ResponderEliminarOtro mundo, en el que se respete a las personas, es posible. Creerlo y comunicarlo, nuestra obligación.
ResponderEliminarMe gustaría añadir a tu comentario que muchas veces se ven panfletos donde no los hay. Si creas un personaje homosexual, ya sea en literatura infantil o de adultos, siempre habrá alguien que cuestione tus motivos, la pertinencia, lo hagas normalizado o no. Desgraciadamente todavía se ven como personajes "excepcionales", que se escogen "para enseñar algo". Es imposible huir de ese tipo de críticas. Yo no tengo dudas respecto a la pertinencia de mostrar el mundo tal como es, diverso, con personajes tan variados como los que se dan en el mundo real, ni siquiera hay que imaginar cómo debería ser, simplemente mostrarlo. Ojalá hubiera muchos más cuentos con niñas protagonistas, personajes que se enamoran de otros del mismo sexo, personajes de todos los colores, tamaños y capacidades, sin que nadie cogiera la lupa para hacerles un examen más exhaustivo que a todos los demás.
ResponderEliminar¿Conoces "Las cosas que le gustan a Fran" de Berta Piñán? Otro cuento muy recomendable para esta temática y en mi opinión muy bien escrito.
ResponderEliminarUn saludo y enhorabuena por el blog!
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