Aunque con el espíritu
de capa caída, los españoles seguimos dándole a la zambomba todos
los fines de semana. Ya saben... Como diría la canción (A trompicones, ¡Ea! esta página va de LIJ...) “Salir, beber, el rollo
de siempre... hablar con la gente, llegar a la cama y...” ¡Joder!
¡Qué resaca! ¡A los quince no me duraban tanto! Y lo peor de todo
(o mejor, según se mire) es que nos da igual. Ahí seguimos,
escuchando pachanga infernal y alternando con todo tipo de seres
nocturnos. Cincuentones, treintañeros e imberbes nos colgamos lo
mejor del ropero y nos lanzamos a las calles. Así pasa, que leer, leen unos pocos.
Restaurantes, taperías,
coctelerías, la casa de un buen amigo o los parques, son los sitios
ideales para empezar la jarana (¿Por qué no pondrán copas en
bibliotecas y librerías?). Ahí es donde, a costa de chascarrillos,
uno se anima. Se descorchan un par de botellas de vino (otros
prefieren las litronas de cerveza), se aviva el fuego (interno, que
tampoco hace tanto frío), nos envalentonamos, un poco de música...
¡y la fiesta está servida!
Otros, en vez de alcanzar
el éxtasis, poco a poco se van desinflando. Empiezan los bostezos,
las ganas de dejarse caer sobre el somier y acabar hundido entre los
pliegues del edredón. Algo que también, perdonen la intromisión,
también es necesario.... Es cierto que la noche, tiene algo mágico.
Que la oscuridad ayuda al misterio, al espejismo, a lo bizarro y lo
extraño (¿Tendrá esto un germen infantil?), pero les confieso que el fin de semana que ya ha pasado,
estaba como un despojo humano, cansado y bien liado. Perdoné el beso por el coscorrón y me dediqué a dormir.
Tomen buena nota de lo
que Chris Haughton viene a decirnos con su Buenas noches a todos
(editorial Milrazones). Que
cuando sale la luna y el sol se esconde, no hay mejor manera de
decirle adiós al día con un buen pestañazo. Si te dejan ¡claro!
Porque aquí viene la otra cara de la moneda, el quiero y no me
dejan. Una realidad que voy a ejemplificar con ¡Vale,
buenas noches!, un álbum
escrito por Jory John e ilustrado por Benji Davies (editorial
Andana)
Y es que, cuando en el
silencio de la noche te sobresaltan los llantos infantiles, el
martilleo de los tacones (¡Malditos suelos de madera!) o las riñas
entre conyuges borrachos, una de dos: o te resignas e intentas volver
a conciliar el sueño, o sacas la escopeta de lo alto del armario y
te lías a tiros... ¡Ejem! ¡Bueno...! ¡No me miren así! Tienen
razón, quizá lo mejor sea emperifollarse e irse de bares, que al
fin y al cabo, es lo que toca.
Me encantan los libros / cuentos específicos para dormir.
ResponderEliminarMe parece interesante esta nueva relación de los diez mejores libros infantiles para que los niños se duerman según el Diario El Mundo (14-1-2017). Excelente para padres, maestros, pedagogos, psicólogos, etc.
Enlace (copiar y pegar en el navegador):
http://www.elmundo.es/sapos-y-princesas/2017/01/14/587a8e98ca474190638b4592.html