El viernes pasado terminó
el pequeño concurso que realicé a propósito del artículo sobre la anatomía narrativa del objeto libro, uno en el que apuntaba a fajas, camisas,
tapas y guardas como elementos físicos de los álbumes y que también
contribuyen a la narración de estos. Habiendo valorado las
aportaciones de los que participaron en él y el grado de concreción
de éstas, he decidido que el premio vaya para... ¡Rubén Alejandro
Cohen Tercero!, administrador de la página Bichitos Lectores.
Teniendo en cuenta que la
piedra angular del concurso fue La carta de la señora González,
un álbum de los españoles Sergio Lairla y Ana G. Lartitegui (A buen paso, 2019; existe otra edición anterior en Fondo de Cultura Económica), he creído que el gala más apropiado
es precisamente un ejemplar de dicho libro. Así que, en breve
llegará al buzón del ganador.
No obstante y siendo
consciente de que son bastantes los que se han devanado los sesos con
el citado concurso (casi nadie conocía este libro con tanta chicha),
aquí traigo un premio inmaterial (tendré que hablar con los que
llevan el tema de los patrimonios en la UNESCO...) para todos ellos y
otros muchos que no participaron en él: mis apuntes sobre este álbum
ilustrado.
Aunque la mayor parte de
las reseñas de este álbum, una mención honorífica del III Premio A la orilla del
viento, hacen referencia a la
correspondencia entre la señora González y el señor Lairla (sí,
los autores decidieron desempeñar un papel en esta historia que
todavía no sé cómo definir... principal, secundario...), este
libro es más que eso... Pero sí, el libro empieza con una carta, un
buzón y un cartero, aunque la cosa se complica cuando el cartero cae
a un pozo... De esta manera la carta emprende un viaje que terminará
depositándola en las manos de su destinatario en loor de un amor
sincero que aparta lo banal y mundano en pro de lo bello y humano.
En este libro circular
-ya saben, que empiezan y terminan en el mismo lugar (o eso parece)-,
además de una narración que está basada en una especie de retahíla
donde capítulos a modo de peldaños se suceden utilizando como
elemento narrativo la dualidad realidad-fantasía, hay que hablar de
muchos elementos técnicos, muchos detalles más que pensados (N.B.:
Algunos gustan de definir estos álbumes como “experimentales”,
un tipo de libros en los que destacan esta pareja de autores de cuyo
arte también pueden disfrutar en El libro de la suerte también editado por A buen paso).
En primer lugar me
gustaría hablar de la estructura en capítulos. Si nos fijamos bien,
estos capítulos empiezan la cuenta hacia delante, pero al llegar al
ecuador de la narración, como por arte de magia, empiezan a
sucederse hacía atrás hasta llegar de nuevo al primero, esto da una
perspectiva simétrica y lo que, de manera obvia, podría parecer un
libro circular, para mí son dos imágenes especulares.
En segundo lugar me
gustaría hablar de la conexión que se establece entre los finales
textuales de un capítulo y el siguiente. El autor utiliza el acto
concluyente para dar importancia a fragmentos narrativos. […]
como el ombligo de una bestia peluda., […] como la garganta
de un gigante., se prestan como antesala a imágenes evocadoras y
de gran carga metafórica.
No hay que olvidarse de
cuestiones menos evidentes como por ejemplo:
-las guardas sintéticas
(esas que nos han traído hasta este libro) donde aparecen muchos de
los elementos que, aparentemente sin relación, encuentran conexión
una vez leemos y releemos (¡Relectura obligada de este fantástico
álbum una y otra vez! Si no, nunca van a apreciarlo en toda su
magnitud ¿Me han oído? ¡Re-lec-tu-ra! Lartitegui y Lairla dixit);
-el fabuloso uso de la
luz que se hace en las imágenes (fíjense en los útiles de
escritura que hay sobre la mesa, ¿no creen que son las estrellas de
la escena?)
-los detalles minúsculos
(¡El sello! ¡El sello que hay sobre el escritorio!);
-las pequeñas figuras
gráficas en blanco y negro situadas sobre el texto de los capítulos
impares que cumplen un cometido referencial a la escena anterior.
Por último y teniendo en
cuenta las imágenes de gran belleza (Ni se les ocurra decirme que es
la primera vez que ven a ese pez payaso nadando entre los árboles),
hablemos del estilo de la ilustración... Hay que decir que se erige
sobre una mezcla de estilos (un tanto ecléctica pero con gran
personalidad) donde el figurativo surrealista lleva la voz cantante
(elementos descontextualizados buscan alojarse en el subconsciente
del lector, referencias simbólicas que llaman nuestra atención, y
juego, mucho juego y adivinanza). La técnica de realización es
mixta (acuarela con matices a lápiz de color) y la composición está
muy estudiada ya que las formas y la perspectiva (esa combinación de
planos generales y primeros planos me vuelve loco...) tienen una
carga narrativa importante.
Así que, llegados a este
punto, creo que ya tienen más de una razón para retomar este álbum
que han olvidado con mucha facilidad (una pena teniendo en cuenta que
es un álbum relativamente joven). Para mí, que me gusta lo
diferente y complejo (para que les recomienden libros asépticos ya
tienen otros espacios más blancos y virginales), es un álbum
genial. ¿Y ustedes? ¿Qué opinan?
Una entrada maravillosa. No conocía el libro y he llegado a un punto que he decidido no seguir leyendo tu entr
ResponderEliminarada para conocer primero el libro por mi misma y después tener tu opinión. Gracias por todo lo que me das porque es un placer aprender contigo. Siento no haberme enterado del concurso que hiciste pero he tenido la suete de disfrutar del regalo.
Misterio, literatura e ilustración, ¡qué trío más poderoso! Yo tampoco conocía este libro. Hay que buscarlo. Gracias, Román.
ResponderEliminarGuauuuuuuu con el vídeo. Gracias, no les conocía. Son la leche.
Eliminar¡Muchas gracias a las dos por vuestros comentarios! ¡Que lo disfrutéis!
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