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viernes, 30 de junio de 2017

¡¡Feliz y perfecto verano!!


Aunque este curso ha sido de lo más simpático y productivo, ansío las vacaciones. Es necesario desconectar del ruido cotidiano para internarse en otros menos burocráticos... Sí, lo que más odio de mi trabajo es corregir exámenes (¡Ups!, veo muchas manos levantadas por ahí...), pero me toca más la fibra pasarme el día rellenando formularios y encuestas, documentos administrativos, hojas de seguimiento del alumnado y partes disciplinarios (todos ellos la mayor parte de las veces inútiles). Unidos a las faltas de asistencia del alumnado, las reuniones de trabajo o las juntas de evaluación, son un verdadero martirio para este servidor, al que, además, le gusta dar clase. Según la administración, muy sabia ella, todo debe estar atado y bien atado para que, en caso de fallo por intervencionistas, no nos metan mano (N.B.: En el momento del nombramiento como funcionarios deberían obligarnos a tatuarnos en la gobanilla -habrá quien prefiera que lo marquen a hierro- esa de “Watching the watchmen”). Dando fe de esto y de lo otro, psicoanalizando a padres, soportando a esos compañeros que andan sobre las aguas, se pasa el tiempo volando y aquí estamos, a 30 de junio, libres y liados en la manta (¡Que el otoño a llegado!).


Muchos dirán que somos unos desvergonzados, que sólo pensamos en las vacaciones, que pobrecicos sus hijos, no aprenden nada, una pena... Yo la verdad es que les devuelvo la cortesía y sólo les deseo que disfruten de sus hijos, tanto o más de lo que yo lo hago (sin ironías, que son muy suspicaces...).


No se crean, que también me quedo con lo bueno... El viaje a Londres con mis chicos de Bachillerato, mis lobas de cuarto, la poca elegancia del Juanfran y el Nacho, Sanabria y los primerillos, las camisetas de Francis, las risas en el coche... ¡Pero basta! Es momento de renovar fuerzas. Se han quedado por el camino y el curso que viene necesito muchas más.


Sobre el blog, ¿qué decirles? Pues que estoy la mar de contento. He conocido a nuevos monstruos que me han apoyado y dado aliento, como Eva Vélez, Begoña Oro, Silvia Cartañá y Noemí Mata de Los Cuentos de Bastian, las anónimas MrsNorris, Senyo Punk y La Rana Encantada, dos grandes profesionales como Belén Juan y Belén Santiago, la incansable AidaBeatriz Sánchez, el elegantísimo y preciso Rafael Muñoz o mis compañeros del grupo La biblioteca de los peques. Mi reconocimiento a ellos y a todas las personas, plataformas culturales, instituciones, librerías y editoriales que me siguen asiduamente desde hace años, por inspirarme y aguantarme. También me ha hecho muy feliz que una revista maravillosa como Babar, hayan compartido mis pensamientos y apuntes, así como que los responsables del Plan de Lectura del Ministerio de Educación y Cultura me hayan incluido entre su selección de enlaces en red. ¡Mil gracias a ambos! Decirles igualmente que me he divertido mucho dándole forma al espacio de Instagram, un reto necesario, más creativo y diferente que espero que se animen a seguir.


Y así, esperando que el nuevo curso traiga nuevas palabras e ideas que desarrollar, otros aires que me envuelvan y mucha gente fresca, sólo me queda recomendarles el último libro del año que en este caso es Un día perfecto de Freya Blackwood (ilustraciones) y Danny Parker (texto), un libro editado en castellano por Patio que me ha parecido uno de los más hermosos en lo que va de año. Sólo les deseo que, como sus protagonistas, sepan sacarle el jugo a los días que vienen, disfruten de ellos, háganlos únicos, perfectos.

¡Feliz Verano!

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