Desde que Marta Soto de
la Biblioteca Telo (C.E.I.P. José Calvo Sotelo) le “echara mucha
cara” (ese fue su punto de vista, no el mío, de hecho le estoy más que agradecido por todo lo que he aprendido) y me pidiera un post sobre las
Sinsombrero, he estado hurgando en estanterías, hemerotecas y
algunos lugares de la red para traerles el presente post que, aunque
sólo es un acercamiento a este grupo de mujeres desde la perspectiva
de la LIJ, creo que también es un reconocimiento a la tarea que, a
pesar de las modas impuestas por Hollywood durante los últimos
meses, han desarrollado mujeres luchadoras desde los albores de la
sociedad occidental.
Maruja Mallo
Para entender el contexto
que dio origen a un movimiento como este, hay que remontarse a una
sociedad española modelada por la dictadura de Primo de Rivera, la
Segunda República y la Guerra Civil. Tras la pérdida de Cuba y las últimas colonias españolas, aflora la crisis social y económica que lleva aparejada cierto sentimiento antifeminista, uno al que se enfrenta un sector de la sociedad que, aupado por las corrientes
europeístas que demandan un papel más activo y visible en las
sociedades cosmopolitas, deja entrever movimientos como los de las primeras sufragistas, que piden una representación política para la mujer. Las mujeres han hecho frente a situaciones terribles
como las que trae la Primera Guerra Mundial y están en pleno
derecho de exigir una independencia de la sociedad patriarcal. Es así como las políticas María de Maeztu, Clara Campoamor o Victoria Kent, la escritora Zenobia Camprubí, o la maestra María de la O Lejárrega empiezan a
visibilizar el cambio que más tarde, durante la Pre y Posguerra, se extendería a la esfera cultural de mano de las Sinsombrero, el grupo de intelectuales que nos ocupa en este monográfico.
Remedios Varo
Reciben este nombre una
treintena de mujeres que cultivaron las artes y el pensamiento,
nacidas entre 1898 y 1914, es decir, fueron coetáneas de la llamada Generación del 27, un grupo de artistas y pensadores españoles, como Federico García Lorca, Rafael Alberti o Salvador Dalí, cuya
influencia marcaría un antes y un después en la cultural española
del siglo XX y a la que también se pueden adscribir ellas. Aunque muchos las denominan "compañeras, amigas o parejas de", yo me decanto por obviar este hecho ya que todas tienen una personalidad y carácter independientes. De
entre estas y por orden alfabético de apellido, destacarían los
siguientes nombres propios:
Lili Alvárez (deportista
y escritora; Roma, 1905 – Madrid, 1998)
Consuelo Berges
(escritora; Ucieda, Cantabria, 1899 – Madrid, 1988)
María Campo Alange
(escritora y crítica de arte; Sevilla, 1902 – Madrid, 1986)
Luisa Carnés (escritora
y periodista; Madrid, 1905 - México, 1964)
María Cegarra (química, profesora y poeta; La Unión, 1903 - Murcia, 1993)
María Cegarra (química, profesora y poeta; La Unión, 1903 - Murcia, 1993)
Rosa Chacel (escritora;
Valladolid, 1898 – Madrid, 1994)
Ernestina de Champourcin
(poeta; Vitoria, 1905 – Madrid, 1999)
Carmen Conde (escritora y
maestra; Cartagena, 1907 – Madrid, 1996)
Mercedes Formica (jurista
y escritora; Cádiz, 1913 – Málaga, 2002)
Elena Fortún (escritora;
Madrid, 1886 – Madrid, 1952)
Marga Gil-Roësset
(escultora, ilustradora y poeta; Las Rozas, 1908- Madrid, 1932)
Carmen de Icaza
(escritora; Madrid, 1899 – Madrid, 1979)
María Teresa León
(poeta; Logrono, 1903 – Madrid, 1988)
Maruja Mallo (pintora;
Viveiro, Lugo, 1902 – Madrid, 1995)
Margarita Mansó Robledo
(pintora; Valladolid, 1908 – Madrid, 1960)
Concha Méndez
(escritora; Madrid, 1898 – México, 1986)
Julia Minguillón
(pintora; Lugo, 1907 – Madrid, 1965)
Elisabeth Mulder (escritora y poeta: Barcelona, 1904 - Barcelona, 1987)
Elisabeth Mulder (escritora y poeta: Barcelona, 1904 - Barcelona, 1987)
Margarita Nelken
(escritora, crítica de arte y política; Madrid, 1894 – México,
1968)
Carlota O'Neill
(escritora; Madrid 1905 – Caracas, 2000)
Lucía Sánchez Saornil
(poeta; Madrid, 1895 – Valencia, 1960)
Angeles Santos (pintora;
Portbou, 1911 – Madrid, 2013)
Delhy Tejero (pintora;
Toro, Zamora, 1904 – Madrid, 1968)
Josefina de la Torre
(poeta; Las Palmas de Gran Canaria, 1907 - Madrid, 2002)
Pilar de Valderrama (poeta; Madrid, 1989 - Madrid, 1979)
Pilar de Valderrama (poeta; Madrid, 1989 - Madrid, 1979)
Remedios Varo (pintora; Anglés, Gerona, 1908 - México, 1963)
Rosario de Velasco
(pintora; Madrid, 1904 – Barcelona, 1991)
María Zambrano (filósofa
y pensadora; Vélez-Málaga, 1904 – Madrid, 1961)
Su sobrenombre les viene
de una anécdota narrada por la pintora Maruja Mallo en la que, un
día de los años 20, se encontraban en el centro de Madrid Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Mansó y ella, y
decidieron pasear por la Puerta del Sol sin sombrero para dejar así fluir las ideas, lo que constituiría una
alegoría a la libertad de pensamiento y una provocación que se saldó con insultos y pedradas por parte de los que por allí pasaban. Este gesto fue adoptado por los intelectuales de la época
como un acto de rebeldía a la opresión, de ruptura con los corsés
e ideologías de la época, sobre todo en aquellas mujeres que
querían romper con sus papeles de madres y esposas.
Rosario de Velasco
Si bien es cierto que la
mayor parte de estas mujeres pertenecían a clases sociales como la
burguesía y la aristocracia, es decir, a familias donde la cultura y
el pensamiento podían tener ciertas prioridades ya que el sustento
era más fácil, dentro de las Sinsombrero podemos hablar de dos
tipos de mujeres, aquellas que sí pudieron escapar del régimen
franquista y las que no pudieron hacerlo por motivos familiares y/o
económicos. Más se conoce de las primeras que de las segundas,
evidentemente por el heroísmo que supone haber podido huir a otros
países, generalmente europeos o de América latina, para regresar a
nuestro país tras el exilio. En España quedaron las otras que,
lejos de ser engullidas por las tretas de la dictadura, supieron
reconvertirse y sobrevivir a la censura y otras tristes lides que se
guardaban para con los artistas.
Del primer grupo se sabe
bastante, sobre todo porque algunos sectores de la política se han adueñado de ciertas figuras para ejemplificar
una lucha que a veces poco tiene que ver con lo que defendieron estas mujeres. El segundo,
a pesar de estar constituido por mujeres igualmente transgresoras y
libres, ha sido todavía más olvidado ya que sufrir un cambio
traumático a un régimen opresor y seguir publicando durante la
dictadura, no está bien visto por el sentimiento más hipócrita de
la esfera progre, relegándolas a un segundo plano (que en realidad es cuarto) por traidoras, supervivientes y mujeres.
Rosario de Velasco
Aunque la mayor parte de
la producción artística de estas mujeres se desarrolló orientada
hacia el mundo adulto, también hay ejemplos claros de obras
dirigidas al público infantil, así como otras que también se
pueden extrapolar a ese mundo de una manera clara.
Dentro de las autoras que
dirigieron sus obras al público infantil tenemos bastantes, sobre
todo las que crearon en su juventud pequeños relatos y cuentos, como
Ernestina de Champourcín y Josefina de la Torre, pero son tres las que los vieron
publicados: Marga Gil Roësset, Elena Fortún y Concha Méndez.
Marga Gil Roësset
Es cierto que la figura
de Marga Gil Roësset siempre ha originado muchas conjeturas. Las
controversias que suscitó una muerte prematura a consecuencia del
desencanto y la impotencia, el profundo amor que sintió hacia Juan
Ramón Jimenez, o esa belleza honda y salvaje que desprendía, darían
para mucho, pero un servidor prefiere centrarse en sus facetas como
artista de vanguardia y multidisciplinar.
Perteneciente a una
familia culturalmente activa, ella y su hermana Consuelo fueron
animadas por su madre desde la infancia a desarrollar sus capacidades
creativas, una costumbre que generó tres libros de carácter
infantil que bien merecen una parada.
El primero de ellos fue
El niño de oro, un libro que sería publicado en 1920 y en el
que Marga demuestra una sorprendente habilidad para la ilustración a
pesar de su juventud. Escenas realizadas en tinta y dos colores,
negro y amarillo, que beben de corrientes modernistas y que hacen
ciertos guiños a los pre-rafaelitas, el realismo y el impresionismo,
constituyen uno de los títulos que precederán a los primeros
álbumes ilustrados de nuestro país (véase Mercé Llimona). Imágenes intensas, sugerentes,
y a veces grotescas (en cierto modo me recuerdan a Schiele), se
reúnen en una obra dirigida a los niños, de la que hoy día sólo
se pueden encontrar ediciones facsímiles, y que debería estudiarse
en muchas escuelas de ilustración contemporáneas.
Después vería la luz
Rose des Bois (1923) un nuevo cuento de hadas de corte clásico
en el que Gil Roësset continua con el estilo del primero donde se
puede observar un estilo más maduro y solemne, sobre todo en lo que
a composición (muchas diagonales,) y técnica (más detalles) se
refiere. Quizá no sea un estilo tan fresco y cercano como el de El
niño de oro, pero para mi gusto sirve para aupar a Gil Roësset
como una verdadera artista que construye un universo propio con gran
personalidad.
Por último tenemos
Canciones de niños (1932), un libro con música de su cuñado
José María Franco, en el que la artista, meses antes de suicidarse
a los 24 años, decide romper con las obras anteriores para
introducir el color. Aguadas sutiles donde los tonos medios y
relajados proporcionan una atmósfera más ligera y calmada llenan un
libro quizá más próximo a lo que estamos acostumbrados hoy día en
lo que a ilustración infantil se refiere. Lo anecdótico de este
título viene cuando más tarde, en 1933, se edita un edición
abreviada en Francia que según algunos estudiosos inspiraría a
Antoine de Saint-Exupery a la hora de dar forma a las ilustraciones
de El principito con las que hay un cierto parecido.
En segundo lugar toca
hablar de María de la Encarnación Gertrudis Jacoba Aragoneses y de
Urquijo o lo que es lo mismo, Elena Fortún, la madre de Celia,
Cuchifritín, Lita y Lito, La Madrina, el mago Pirulo, Roenueces,
el profesor Bismuto y otros
muchos personajes que nacieron al calor de Gente Menuda,
el suplemento infantil de Blanco y Negro
(Diario ABC), donde ella comenzó a colaborar a partir de 1928.
Aunque la fecha de su nacimiento no la incluiría de manera estricta
entre las “sin sombrero” desarrolla su actividad profesional en
la misma época y sufre los mismos avatares que el resto.
Seguramente es la
escritora de todo este grupo cuya fama alcanzó cotas más elevadas,
sobre todo debido a la gran aceptación que cosechó su serie Celia
entre las niñas de la época,
incluso durante el exilio de su autora.
Compuesta por seis títulos
publicados a partir de 1929 -Celia, lo que dice, Celia en el
colegio, Celia y sus amigos, Celia novelista, Celia madrecita y
Celia en la revolución- y ambientada en la época de la
dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República, la serie supo
conectar con un público femenino de pre y posguerra que veía en su protagonista cierta
vis de lo que sería una niña que en cierto modo transgredía las
formas y los estereotipos de una época donde religión, clasismo y sexismo mandaban.
Cuestionaba el mundo adulto, era
independiente y libre, una mujer del futuro (no del nuestro, sino del
suyo, no olvidemos los anacronismos). Así mismo, en el último de
los títulos de esta serie, Elena Fortún fue dura con el significado
de una guerra civil como la nuestra, en la que puso en tela de juicio
esa llamada “revolución” apelando así a un sentimiento
pacifista, lo que pudo ser la causa de que este título permaneciera
en la sombra hasta 1987 año en el que se publicó por primera vez...
Quizá la Celia Gálvez de Montalbán de sus libros simplemente era lo que sería su
autora más tarde, una mujer que tendría que enfrentarse a numerosos
episodios dramáticos de una manera solitaria (ver su novela de
carácter autobiográfico Oculto sendero).
Aparte de todo lo dicho
de Elena Fortún hay que mencionar su compilación de entremeses de
teatro escolar titulada Teatro para niños que
destaca por integrar la psicología infantil en el ideario infantil
de la época.
Ángeles Santos
Por último debemos
hablar de Concha Méndez, uno de los pilares de este grupo de
mujeres, no sólo porque es la encargada de difundir junto a su
marido Manuel Altolaguirre la obra de la Generación del 27 desde su imprenta, sino por
ser una de las autoras más prolíficas.
Aunque su obra poética
es bastante conocida y de ella se pueden entresacar creaciones para
el público infantil (de ello hablaremos después), es más que
notable su producción teatral para niños entre las que destacan dos
obras publicadas, El ángel cartero (1931) y El carbón y
la rosa (1935), y dos inéditas, El pez engañado y Ha
corrido una estrella escritas en 1933 y 1935 respectivamente, durante su estancia en Londres. Este hecho es más que importante
porque desde los años 20 los renovadores de las artes escénicas,
como el ilustrador y escenógrafo Salvador Bartolozzi (Pinocho y Chapete, Pipa y Pipo), empezaron a mirar hacia el teatro infantil como fuente de
inspiración, no sólo por su ingenuidad, la frescura, el humor, y el
uso del guiñol y las marionetas para acercarse al primitivismo del
espectador, sino por el sentimiento crítico que ello podía generar.
Maruja Mallo
En El ángel cartero
(en cuyo estreno contó con decorados de Maruja Mallo) Mendéz da
forma a una versión modernizada de un auto de Reyes Magos: los monta
en un avión para ir hasta Belén donde adorarán al Niño Jesús. Si
además tenemos en cuenta que combina, tanto elementos de la
tradición (alas, túnicas, oro, incienso y mirra), como
contemporáneos (luz eléctrica, mecánicos, alpinistas o aviadores),
y un lenguaje directo y sin artificios, la vanguardia está servida.
Por otro lado El
carbón y la rosa, es una obra de gran carga poética y plástica,
sencilla y lírica, profunda y, sobre todo, vitalista, en la que el
amor entre dos protagonistas aparentemente diferentes acaba
triunfando. Sin pretensiones de didactismo habría que destacar la
conjunción entre folclore, simbolismo y creatividad para aupar la
sensibilidad artística del espectador, del niño.
Maruja Mallo
Tras hablar de las obras
dirigidas al público infantil, llega el turno de hablar de otras
obras, fragmentos o poemas que, aunque fueran pergeñados para un
público adulto, podrían extrapolarse perfectamente a un público infantil. Aunque
esta selección dependería de quien la hiciera, sí podemos citar
algunas obras completas como Versos y estampas y La isla
de Josefina de la Torre, o Inquietudes, Surtidor y Canciones
de mar y tierra de Concha Méndez, entre las que contamos con
testimonios o versos de sus primeras etapas como autoras que hablan
de la modernidad, de los ideales y de la universalidad de la infancia
y la juventud, etapas de la vida que sirven como acicate para un
posterior desarrollo intelectual. He aquí una serie de fragmentos
que, acompañados de la obra pictórica y gráfica de otras mujeres
de este movimiento, nos hablan de otras niñas, otras mujeres, de sí
mismas.
Desde la esquina
bajábamos al muro, corriendo, y saltábamos ligeras, unas tras
otras, volviendo a subir y a saltar. Una voz de vez en cuando,
gritaba: ¡cuidado; se van a hacer daño! Pero no hacíamos caso. Al
saltar nos gustaba mucho ver flotar en el aire los encajes y los
vuelos de los delantales como alas de mariposa.
Josefina de la Torre. 1927.
Versos y estampas.
Ángeles Santos
Entre los atlas y los
pupitres, qué firmes y gráciles son las niñas. Se confunden con
las líneas azules, con los marecitos, como cabelleras, de las cartas
geográficas.
Cada vez que decían
una letra, ondulaba el coro. Yo señalaba la rosa de la a, el lirio
fresco de la ele...
¿De qué isla, de qué
árbol, de qué fuente crece este chorro de luceros que son los
niños?
Carmen Conde. 1934.
Júbilos.
Julia Minguillón
* * *
Danzarina de las
nieves.
De los vientos
mariposa.
Sobre una mar de
blancor
vuela la patinadora,
y desciende las
vertientes
como el claror de la
Aurora.
El rumor de las
alturas,
el rumor de las
corrientes,
lleva en su falda
plisada
hecha ritmos, hecha
pliegues.
Vuela la patinadora
descendiendo las
vertientes;
mariposa de los
vientos,
danzarina de las
nieves.
Concha Méndez. 1926. La
patinadora. En: Inquietudes.
Delhy Tejero
* * *
La tarde tiene sueño
y se acuesta en la copa
de los árboles.
Se le apagan los ojos
de mirar a la calle
donde el día ha
colgado sus horas
incansable.
La tarde tiene sueño
y se duerme mecida por
los árboles.
El viento se la lleva
oscilando su sueño en
el aire.
Josefina de la Torre. 1930.
La isla.
Delhy Tejero
* * *
Huele a sol y a resina.
crece el pino apuntando
a una meta celeste.
La mañana suspensa
en un jardín remoto,
una rosa perdida.
que perfuma el
recuerdo.
¿Terminar el poema?
dejarlo tembloroso
como una rosa viva
pendiente de su sombra.
Aletea el silencio.
Alguien viene a
buscarme
y huele a eternidad
solamente un minuto.
Ernestina de Champourcín.
1984. La pared transparente.
Maruja Mallo
Si bien este artículo
pretende ser una introducción a la obra de unas mujeres que, desde
espacios como la Residencia de señoritas de la Calle Fortuny (hoy
día Fundación Ortega y Gasset) o el Lyceum Club Femenino con sede
en la Casa de las Siete Chimeneas, defendieron el papel que la mujer
debía desempeñar durante las décadas ulteriores, es sólo un punto
y seguido para ensalzar y buscar el patrimonio que de ellas pueden
heredar los niños y jóvenes de hoy día. En primer lugar porque la
mayor parte de la obra de estas mujeres no se comenzó a editar hasta
finales del siglo XX, y todavía hoy son bastante desconocidas para
el público en general porque el acceso a sus obras se hace difícil. En segundo por mérito propio, que es lo que hace grandes a mujeres y hombres de cualquier condición.
Les animo a que lean y
admiren sus obras. En museos, en bibliotecas y en ferias del libro
antiguo y de ocasión y seleccionen para sus hijos, sobrinos y alumnos, lecturas e imágenes, porque desde que en 1934 Gerardo Diego
y Manuel Altolaguirre en su antología Poesía española
contemporánea, incluyeran los poemas de Josefina de la Torre y
Ernestina de Champourcín y reconocieran así la valía de sus coetáneas, son pocos los ejemplos que selecciones
poéticas que cuenten con ellas entre sus páginas o que se dediquen a su obra de manera exclusiva, menos todavía en
las dirigidas a jóvenes y niños, de entre las que me gustaría
destacar dos:
- Antología poética de la Generación del 27 de Loqueleo-Santillana publicada en este 2018 y la que más presencia tiene de la obra de estas mujeres (nueve en total) que se dirige a jóvenes y adultos.
- Generación del 27 para niños y jóvenes de Ediciones de la Torre (2003) donde se incluyen poemas y fragmentos de Ernestina de Champourcín y Concha Méndez, y tiene un carácter más infantil.
- Antología poética de la Generación del 27 de Loqueleo-Santillana publicada en este 2018 y la que más presencia tiene de la obra de estas mujeres (nueve en total) que se dirige a jóvenes y adultos.
- Generación del 27 para niños y jóvenes de Ediciones de la Torre (2003) donde se incluyen poemas y fragmentos de Ernestina de Champourcín y Concha Méndez, y tiene un carácter más infantil.
También comentar que,
atendiendo a sus biografías y en relación con los álbumes
informativos infantiles, les animo a echar un vistazo a los títulos
que sobre Maruja Mallo y María Zambrano ha publicado la editorial
Hotel Papel.
Por último y deseando que les guste, les recomiendo disfrutar de esta plataforma que surgió a tenor del reportaje incluido en el programa Imprescindibles de La 2 de RTVE, al mismo tiempo que espero su opinión en los comentarios, que aporten nuevos datos y otros títulos a considerar, y que compartan este monográfico en las redes sociales. ¡Feliz día de lluvia!
¡Fabulosas mujeres las sinsombrero! GRACIAS
ResponderEliminarGracias, siempre aprendemos mucho en este blog.
ResponderEliminarCarmen
Muy buena entrada. La trabajaremos en clase.
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