Todavía no sé cuándo nos van a dejar tranquilos los mayores.
Me tienen hasta las narices. ¡Qué harto me tienen de tanto control! Como si no
hubiéramos tenido bastante con la “educación para la ciudadanía” y las dichosas
lenguas co-oficiales (¡Y venga propaganda!), ahora van y se inventan el “pin
parental”… Menos mal que mi madre sólo es inquisidora para el polvo y las
pelusas (No me quiero ni imaginar los estragos que haría si le diera por el
currículo escolar, porque ¡ni los maestros saben qué hacer con los estándares
de aprendizaje!).
Me voy acordando de lo que charlaba el domingo con Pepa
Flores, otra niña como yo. “Mira, Román” me decía la pobre, “estos adultos no
aprenden. Ya les dije hace años que me dejarán de fachas, de comunistas y otras
mandangas. Que yo me iba a dedicar a la vida, una cosa muy de críos. Que no
quería participar en más circos. Menos todavía si los honorarios son caramelos
y cabezones. Que le saquen la pringue a otros, que en la tómbola del mundo yo
ya he tenido bastante.”
Yo aplaudía con fervor mientras la Marisol (así la llamaban
en el cole) se explicaba coherente y salerosa. “Qué contaminado está el mundo,
cari. Todo quisqui pensando en engordar la cuenta corriente… La Rosalía metiendo billetes en un tanga y el Évole instando a la violencia, tira que te va..., ¿pero y la
Thunberg? ¿Tan mengaja como nosotros y ya se está registrando como marca
comercial para ingresar en el Capital? Que no, que no, Román, que a mí lo que
me gusta es Nunca Jamás, hacer el indio, comer, nadar y saltar.
De repente me acordé del libro de Davide Cali y Benjamin
Chaud, otro par de nenes que se ve que están hartos de tanta (in)madurez. Cosas que no hacen los mayores ha sido
el título elegido (con mucha ironía, por si jode). Se lo ha publicado NubeOcho
(¡Me chifla el nombre de la editorial!) y en él hablan de los adultos y las
cosas que ¿nunca? hacen.
O al menos, eso parece, porque aunque el texto reza montones
de negaciones sobre la gente entrada en años, las ilustraciones parecen hacer
gala de lo contrario (disyunción texto-imagen lo llamamos los enteraos del libro-álbum).
Cosas como que nunca molestan ni dicen tacos ni pelean ni gritan ni lloran, se
recogen en este catálogo de situaciones que da buena cuenta de la mentira que
es el universo de quienes perdieron la inocencia. Y nada más.
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