Se ve que el pasado lunes algunos celebraron (si ese es el
verbo adecuado) el llamado “Blue Monday”, el -supuestamente- día más triste del
año. Que si la cuesta de enero, que los fallidos desafíos del año nuevo, que si
la última paga se ha desvanecido casi por completo, que si días cortos y
grises… Vamos, que según Cliff Arnall, el psicólogo que lo definió tomando como
referencia todos estos parámetros, deberíamos acostarnos y no levantarnos hasta
el día siguiente…, pero va a ser que no. Al menos conmigo. Voy a mandar el Blue
Monday al carajo.
Pero, ¿qué es eso de que las marcas comerciales sean las
prescriptoras de nuestros estados de ánimo? ¿Acaso no son nuestras
circunstancias las que los definen? Lo que me quedaba…, depender del calendario
para esbozar sonrisas o dejar correr las lágrimas. No, no y no. Déjense de
chorradas, aquí lo que hace falta es un poco más de es-pe-ran-za.
Y sin más dilación (que hoy no tengo mucho tiempo para
andarme por las ramas), enlazo con, Non
Stop, el último trabajo de Tomi Ungerer publicado en España por Kalandraka.
Como sabrán, el genio de Estrasburgo nos dejó el año pasado pero aún siguen
resonando en las casas editoriales un montón de títulos inéditos de su
prolífica obra. Quizá la de hoy es una de las obras más personales del autor,
pues condensa en ella muchas ideas que le anduvieron rondando la cabeza en el
último periodo de su vida, como el humanismo, pero sin dejar atrás el
antibelicismo de sus primeras obras infantiles.
En esta historia, su protagonista, Vasco, un hombre con
gorra al que en ningún momento podemos ver la cara -una figura anónima que
podríamos encarnar cualquiera de nosotros-, deambula por una ciudad donde el
abandono es patente. No sabemos muy bien cuales han sido las causas para que
todo el mundo se haya de allí (En este
caso a la Luna, un sitio más simbólico que físico. Como Babia, ese sitio lleno
de atontaos, creo yo). Quizá los desastres naturales, quizá los conflictos bélicos,
han sido las razones que los han llevado a este panorama tan triste y
desolador.
Fijémonos en las formas cúbicas que rodean al personaje. ¿Acaso
no les recuerdan a esos juegos de construcción derrumbados por las manos
infantiles? ¿Acaso no trae a su memoria los movimientos vanguardistas? (Permítanme
ver a los cubistas o a Escher en algunas escenas de la historia) ¿Acaso no ven
el movimiento de los muros y calles? Hay mucho significado en esa supuesta apariencia sencilla del paisaje.
Deténganse también en la patente oscuridad que todo lo
envuelve y que nos deja ver con claridad un foco de luz (¡Teatralidad al poder!)
que se centra en Vasco y proyecta una sombra sobre las ruinas de ese universo
ficticio. Vemos como le hace señales, como lo dirige en su constante búsqueda.
¿Querrá decirnos que esa misma negrura tan inquietante es la misma que lo guía
hacia la salida?
Toda la obra está llena de mucho surrealismo (estético y
semántico, of course). Desde una historia que parece no tener ni pies ni
cabeza, hasta las perspectivas imposibles de algunas ilustraciones, pasando por
detalles y elementos disruptivos y evocadores (¿Ven a Dalí?), que alimentan al
espectador, invitan al juego y enriquecen el marco de lectura.
Para terminar, una pequeña comparativa. Y es que tanto en Pedro y Juan en el vertedero de Maurice
Sendak, otro genio del álbum ilustrado, como en esta del inolvidable Tomi, se pueden
observar ciertas similitudes que los acerca todavía aún más… El homenaje a sus
seres queridos (vean la dedicatoria al principio del libro), la denuncia de los
males de la sociedad occidental (guerras, pobreza y demás miserias), la
salvación de los inocentes (si en Pedro y
Juan… se trataba del niño negro, en este caso tenemos el hijo de unos
extraterrestes), las referencias bíblicas (fíjense en el nombre de ese barco
encallado), y ese canto de esperanza final hacia las generaciones futuras (que
en el caso de Ungerer tiene forma de refugio dulce y almibarado), son puntos que
acercan su legado y forma de pensar.
Sintetizando: un libro extraño para un mundo nuevo. O mejor
dicho: un libro nuevo para un mundo extraño.
¿Será casualidad o manía? Yo aquí veo 1984 de Orwell.
ResponderEliminarUnos a veces ven muertos, y tú aquí ves distopías :P Es lo que tienen los escenarios apocalípticos...
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