Para Alazne, única a la hora de dar las buenas noches
Que esto es una pesadilla no hay ni que decirlo. A pesar del
brillo del sol y que la primavera irrumpe con fuerza, a muchos nos cuesta
conciliar el sueño. Bien por exceso de descanso (todo el día en el sofá,
ustedes me dirán…), bien por intranquilidad, la cosa se pone tiznada cuando
hablamos de dormir.
Nunca nos hubiésemos imaginado en un escenario distópico de
este calibre, pero la realidad ahí está. Montones de fallecidos, un sistema
sanitario que se suponía eficaz totalmente desbordado, solidaridad y ambiente
enrarecido a partes iguales, cifras falseadas, políticos y esbirros ninguneados
por el sentido común y la ciudadanía... Sí, parece una película de terror.
Todavía nos quedan muchos días de una situación
bastante insostenible y hay que hacer lo posible por, si no mantenerse
optimista (el pesimismo también es una postura igual de válida para estos
tiempos en los que cada gesto gubernamental anima todavía más a la
incertidumbre), por lo menos estar descansados y que nuestros ritmos
circadianos no se resientan más de la cuenta.
Pueden hacer lo que quieran. Limpiar de polvo la casa
entera, corretear durante horas por dos metros de pasillo, atiborrarse a dulces
de todo tipo, jugar a las chapas en la terraza, pintar toda la casa, e incluso
coser mascarillas y construir respiradores (eso sí sería bueno). El caso es que su cuerpo les pida
descanso y logren dormir plácidamente, que falta nos hace soñar cosas bonitas
durante estos días.
Que al cerrar los ojos se encuentren la caricia de sus
hijos, que puedan besar a ese chico que conocieron hace un mes, que puedan
tomarse una cerveza junto a los amigos, caminar hasta el cementerio para
conciliarse consigo mismos y con los que han perdido, volver a sonreír… Porque más que himnos, canciones,
consignas y otras penitencias instantáneas, lo que necesitamos es algo vívido
que nos recuerde lo que tuvimos, lo que tendremos. Traerlo al hoy. Algo que
sólo se consigue soñando, soñando aunque sea un poquito.
Y para ayudarles un pelín, les traigo una simpática "canción de
cuna" de la mano de la siempre positiva Gracia Iglesias y el elegante Ximo Abadía. Editado por Flamboyant, No puedo dormir es un viaje hacia el
sueño de la mano de diez ovejas que van pasando por la mente de su protagonista.
Una pasta en la alfombra, otra se esconde tras la cortina, e incluso otra se
sube a lo alto del armario, todo ello para conseguir que la niña alcance cierto sopor que
entorne sus ojos.
Con las sugerentes y coloristas ilustraciones del
ilustrador alicantino que acompañan esta pequeña colección de rimas, seguro que
caen rendidos a los pies de Morfeo. ¡Pero ojo! No se olviden de lo que dice Alazne: sueñen
bonito, a veces es lo único que nos queda para ser felices.
Esta noche y las que siguen prometo soñar con cosas bonitas.
ResponderEliminarPrecioso álbum y precioso post.
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