Hoy, 2 de abril, es el Día del Libro Infantil y Juvenil y cada uno
tendrá que celebrarlo en su casa, junto a su estantería, hojeando su canon
personal. No habrá bibliotecarias nerviosas que elaboren jugosas actividades,
ni libreras entusiasmadas que nos recomienden tropecientos mil libros, ni
siquiera maestros que hagan alguna lectura en voz alta. Si todo esto les
pareciera poco les comunico que tampoco vamos a tener muchos cuentos en las
redes sociales porque según un amplio sector de la industria literaria leerlos
en las redes sociales vulnera los derechos de autor y conseguirá hundir este
sector todavía más en la miseria. Así que: ¡Feliz Día de la LIJ sin cuentos!
Al principio, leyendo la iniciativa de cierto grupo de autores de LIJ (suya es la imagen de la campaña que está en la portada), un servidor que vive
ajeno a todos estos líos mediáticos, lo vio lógico y acertado, ¿no? Hay que
respetar las ideas de los creadores y reconocerlas siempre que se pueda (un axioma
bastante aceptado aunque para mí no esté muy claro, pues las ideas siempre se
alimentan de otras anteriores, más todavía en la parcela de lo literario). Pero
cuando me fui introduciendo cada vez más en el ajo y más interlocutores vertían
sus opiniones, la sangre me empezó a
hervir. Tuve que leer cada cosa..., escuchar cada frase..., me pareció tal el despropósito..., que aquí me tienen, dando
candela.
NOTA INICIAL: esta polémica sólo atañe al género del
libro-álbum, una tipología de libro que por su brevedad es ideal para un vídeo
corto, el formato que su utiliza para su difusión en redes como Instagram o YouTube.
Siempre he dicho que si de algo adolece la Literatura es de
caspa. Una caspa que se traduce en todo tipo de sabios y eruditos que sólo
saben darse cera para aburrir a las piedras, así como de agentes que ofrecen
unas alternativas de mediación lectora bastante tradicionales. Este escenario y como
ya dije en ESTE POST, sufrió cierta revolución con los booktubers y
bookstagramers (en breve también los booktokers, a los que por ahora no tengo
intención de sumarme), un aire fresco que parece ser que molestó y sigue
molestando.
No entiendo qué tiene de malo leer en una red social un
libro, sobre todo cuando no existe un beneficio directo de ello (Me gustaría saber cuántos de estos influencers del libro españoles viven directamente de
ello). Exhiben el libro, lo tratan convenientemente, generalmente hablan de los
autores, del título, de la editorial. Conozco poca gente que se dedique a los
libros y que no respete al objeto ni a quienes le dan vida. Todo lo contrario.
Que lean esos libros no quiere decir que no deban actuar
desde la decencia (lo de los ".pdf" me parece vergonzoso) ni pedir permiso en la medida de lo posible cuando vayan a
leerlo en las diferentes redes. Ni tampoco que si alguien se despista y hace de su capa un sayo, haya que llamarle la atención personalmente (que parece que todos somos iguales pero no...). Pero esto de pedir permisos a troche y moche no me resulta nada operativo. Por ejemplo yo, que trabajo con
un volumen bastante grande de libros al año, no voy a ir escribiendo a todo quisqui (si no, no reseñaría nada) y asumo que cuando tengo contacto con cierto autor o editorial del
ramo, tengo libertad también para mostrar su trabajo en redes, sean las que sean. (N.B.: Y si no es así,
espero sus misivas para actuar en consecuencia).
Tampoco veo nada malo en las libres interpretaciones que se
hacen de ellos, pues cualquier narrador lo hace en su repertorio. De una forma
o de otra el libro se enriquece y aunque hay versiones mejores y peores, la
historia siempre está ahí. Es más, hay algunos de estos bookstagramers a los da
mucho gusto escuchar. Cuentan mil veces mejor las historias que narradores profesionales que
solo motivan a cortarte las venas.
Si hay algo que me ha llamado la atención es la diferencia que algunos han hecho entre lo efímero de las stories de Instagram y lo permanente del YouTube. ¿Por qué en uno sí y en otro no? No lo entiendo. Si una bibliotecaria finlandesa nunca hubiera grabado un libro de un autor de aquellas latitudes, yo nunca hubiera tenido acceso a esa obra. Y no se me ocurre ponerme en bucle el dichoso vídeo hasta que se me salgan los ojos de las órbitas, no. Yo lo que quiero es poseer ese libro, tenerlo en mis manos, que un editor también lo vea y quiera publicarlo para mi deleite... Es la parte más amable de una práctica "criminal".
¿Qué pasa? ¿Qué las redes sociales tienen más alcance?
Discrepo un poquito en este punto ya que excepto casos contados, el público de
estos vídeos suele rondar los 30-50 espectadores, algo muy similar a lo que
viene siendo una sesión de cuentos en un centro escolar o un centro cultural. No obstante y aunque suceda, soy de los que abogan por la
difusión masiva para dar a conocer la Literatura Infantil al público en general.
¿O acaso algunos pretenden que esto de los libros infantiles sea un club
exclusivo? Mal vamos entonces…
Hablemos de lo emotivo. ¿Ustedes se creen que yo,
como lector y coleccionista de álbumes, voy a ver alguno que me llame la
atención en las redes sociales y no voy a acudir a mi librería favorita para adquirirlo?
¿Acaso se aprecian las ilustraciones del mismo modo sobre el papel que en la
pantalla? ¿Acaso puedo hacer una lectura reflexiva a través de mi móvil?... Por favor... Y a
quienes me digan que estos mediadores desvelan el misterio narrativo desde sus
pantallas y hacen que el libro pierda esencia les diré que yo jamás compro un
álbum sin habérmelo leído antes, bien en una librería, bien en una biblioteca.
Como última consideración sobre estas lecturas quiero hacer partícipes a autores y editores de un
hecho impepinable que parece ser que no han tenido en cuenta. En las
redes sociales el verdadero producto no son sus libros, ni la ropa, ni la gomina,
ni las uñas de gel, ni los ingredientes de un pastel, el producto son las
personas que desarrollan su actividad en esa parcela del cibermundo y su forma
de relacionarse con los seguidores, por lo que no sé quién debería pedir
permiso a quién (Les dejo la respuesta a su albedrío).
Ayer me dijeron “Román, define este circo con tres palabras”
Y yo, muy bienmandao dije “monopolio”, “torpeza” y “desprecio”.
Empezamos con el monopolio. Y es que algunos ven amenazada
su parcela de poder cuando se les descontrolan los lectores. Funcionan como los
políticos que sólo saben actuar en situaciones cómodas. Cuando la cosa se pone
tiznada, tiran de leyes y otras cuitas del mundo reglado para amenazar y
vilipendiar a todo el que se salga de parva. A mí lo que me demuestran es
miedo, ese miedo infantil que muchos traducen a cuentos, unos libros que hablan
de hermanamiento, solidaridad, respeto y mil facetas más de ese discurso
políticamente correcto y desvirtuado que luego se niegan a practicar. Porque no sólo lo deberían haber agradecido, sino que se deberían haber sumado a la iniciativa, más todavía en este tiempo tan necesario en el que toda belleza es poca.
Torpeza porque están sometiendo sus creaciones a una
invisibilidad manifiesta mientras que otros autores y editoriales están
aprovechando el momento para dar cabida en las redes (las plazas del pueblo
actuales) a otras obras de la misma calidad o quizá peores. Si además tenemos en cuenta que nos vamos
a tirar unos cuantos meses sin podernos reunir en ferias del libro, librerías y
bibliotecas, y que el mercado de novedades va a estar parado hasta el curso que
viene como mínimo, más les valdría ensalzar sus títulos a condenarlos al olvido.
Eso sí, condenados muy dignamente.
El desprecio me parece lo peor de esta tríada. El desdén con
el que se está tratando al público, su público -porque no olvidemos que la
mayor parte de esas personas que cuentan en las redes son los compradores
potenciales de sus productos-, pone de manifiesto una clara superioridad ¿moral? edulcorada con cierta condescendencia que llega a su culmen con lo selectivo y
la discriminación (tu sí puedes contar mis libros, tu no, tu sí, tu no…) donde
el clasismo es asqueroso. Vamos, que componente humano, cero patatero.
Siento avivar las llamas de una polémica que al principio se
me antojó bastante insípida y que se hubiera zanjado con un poco de sentido
común por ambas partes, una postura que hay que agradecer a otros autores y
editoriales mucho más comprensivos durante unos días en los que altruismo y filantropía son más
necesarios que nunca.
Más que nada, porque si no lo hacemos, unos y otros veremos pronto
el declive de la LIJ. Porque este conflicto que ha pasado estos días, y si me apuran anecdótico, no es ni más ni menos que un signo de lo contaminado que
empieza a estar un ecosistema lleno de intereses. Dios, ese que ha hecho poco
acto de aparición estos días oscuros, no quiera que la visibilidad que durante
los últimos años tenían los libros para niños acabe en saco roto y acarree una
pérdida de oportunidades para todo el tejido que la envuelve y abriga.
Hans Christian Andersen, el genio de la Literatura Infantil
que nació tal día como hoy hace 215 años, escribió ¿Pero no deberíamos todos nosotros en la tierra dar lo mejor que
tenemos a los demás y ofrecer lo que esté en nuestro poder? Por ello les
animo a encarar este Día de la Literatura Infantil y Juvenil con algo de
generosidad, tanto por su parte, como por la nuestra cuando todo esto acabe y podamos acudir a las librerías. Porque las guerras son compartidas, y si son al calor de los
cuentos, mucho mejor.
Todas las imágenes que acompañan a esta entrada excepto la de portada pertenecen al perfil de Instagram de los monstruos.
Parafraseando a José Luis L. Vázquez: Encarnita Martínez, una admiradora una esclava,una amiga, una sierva.....
ResponderEliminarTotal y absolutamente de acuerdo
Se puede decir más alto, pero no más claro. Empiezo a entender...
ResponderEliminarPoco más se puede decir. Has puesto palabras a mis pensamientos.
ResponderEliminarEstoy totalmente de acuerdo, Román.
Muchísimas gracias por compartir estas ideas, que son las mías... pero no me da la vida para ponerlas por escrito.
ResponderEliminarUna humilde narradora profesional, que mayormente cuenta tradición oral, pero que a veces cuenta cuentos de auto/a porque me lo pide la gente.
A veces alguna niña o algún niño me dicen... tengo este libro, es mi favorito, ¿me lo cuentas? ... ¡qué raras somos las personas!
Soy narradora desde hace 15 años y cuando supe de la polémica me indignó tanto que no entendía que estaba pasando en un momento como este, como personas que tienen la sensibilidad para llegar al alma de much@s de nosotr@s de repente habían perdido todo por lo que luchamos,llegar a cuant@s más niñ@s mejor. Gracias por expresarlo tan bien. Mi apoyo total
ResponderEliminarHola mi nombre es Dara estos días estoy realizando vídeos de cuentos ,, a raiz de la polémica me dediqué a pedir permisos en otros idomas a otros países ,,, y a autores españoles ,,, muchísimos me dan su ok ,,, otros no .siento un poco esa sanción en lo que te leo ya que yo soy escritora , librera infantil y cuentacuentos ,, estoy en medio y mi intención simplemente era dar a conoces y enseñar sus libros de forma gratuita ,,, muchísimos autores les pareció un detalle por mi parte e incluso estamos haciendo entrevistas,,, a lo que mi experiencia se refiere ,, libro que cuento libro que se vende los niños y familias lo conoces y a los peques como bien sabras les da mucha seguridad la repetición y les gusta releer , a si que es una buena forma de promocionar sus libros , perdón por la chapa pero me e sentido identificada y quizás escribo esto también con Algo de dolor a algunos autores que me negaron, ya que tenía ese sentimiento de que mi librería y mis ganas de explicar y vender su libro no estaba siendo correspondida ,,, quizás me equivoque puede ser pero es lo sentí daramartinezsan@gmail.com
ResponderEliminarToda cadena de hace de eslabones. El eslabón del narrador oral, del que lee un cuento porque lo siente parte de sí mismo, es una parte importante de la cadena del libro. Muchas veces corro tras un libro porque lo escuché. Quizás tantas como porque leí una buena reseña. Cada cosa tiene su lugar y cuando encajan con armonía ¡es genial!
ResponderEliminarNarradores, promotores, bibliotecarios, libreros, editores, maestros, lectores, abren espacios de divulgación que fortalecen el sistema; eso incluye escritores, ilustradores, diseñadores, maquetadores, editores, librerías, bibliotecas... Y tomando la cita de Andersen, coincido: "¿Pero no deberíamos todos nosotros en la tierra dar lo mejor que tenemos a los demás y ofrecer lo que esté en nuestro poder?"
Gracias por poner el ojo en lo que importa.
Lin
:)
Querido Román, gracias por profundizar en este tema y hacerlo, como siempre, tan acertadamente. Sólo decirte que no todo el mundo tiene tanto sentido común como tú...ójalá! Hace unos días he tenid QUE DENUNCIAR a una maestra que había colgado junto a su video un enlace donde se podían descargar uno de mis libros completo escaneado con una resolución de 300ppp...Efectivamente, no todo el mundo haceestas barbaridades que nos hacen mucho daño a los profesionales, Me quedo con este otro que sí es como tienen que ser un compartir y un disfrute! https://youtu.be/yQTPx4K-4Pk
ResponderEliminarCreo que se ha tratado dura y erróneamente esta iniciativa y desde luego está totalmente desvirtuada por esta crítica absurda. Los que trabajáis narrando o ilustrando libros y estáis de acuerdo con este señor debe ser que ganais mucho dinero con ello y no os importa qué se haga uso de vuestro trabajo y esfuerzo librenente. Yo soy profesora particular y si mis clases que me cuesta tanto trabajarme, a las que le dedicó tanto tiempo y por las que cobro tan poco, todo el mundo las pusiera en Internet y las compartiera para "pasar mejor el confinamiento" yo no podría comer. Es lo que me está pasando ahora.Ojalá todos tuviésemos tanta pasta como vosotros para poder regalar nuestro trabajo y compartirlo con todo el mundo. Me encantaría vivir en un mundo así. Pero de momento habrá que dedicarse a otra cosa... Mientras los hackers del arte disfrazados de buena gente que sabe compartir y solo quiere el bien común nos dejen vivir de nuestra profesión. Músicos artistas, actores, escritores..ect
ResponderEliminarHabía escrito un comentario maravilloso hasta que me pidieron acceder a mi cuenta jajajajaja
ResponderEliminarPues como escritora, espero ver por rrss como cuentan mis cuentos o leen mis versos. No le veo nada de malo. Malo sería que copiaran mis libros y lo repartieran sin mi permiso, porque publico de forma independiente y mas he gastado que he ganado (además que me paso regalando libros a colegios y bibliotecas). Si no hay lucro de por medio, no le veo nada de malo a la promoción que hacen gratuitamente de mos libros.... Y como bien dices, esos bookfluencers (a que es bueno el término!!!) Venden por ser ellos, no porque usen uno de nuestros textos.
Soy escritora y narradora y no, no me hago rica con mi trabajo, como alguien ha sugerido en un comentario anónimo, pero siempre accedo a que se cuenten mis cuentos; no solo eso, sino que lo agradezco (y de ello puede dar fé Dara, que ha comentado también este post). Obviamente, la cuestión es que hay personas que sí hacen uso malicioso de los libros, escaneándolos y enviándolos en listas de "libros gratis" (no solo de LIJ sino de todo). Eso sí es un delito y debería perseguirse más. Respecto a quienes muestran y cuentan nuestros álbumes, me parece que nos ayudan a darles visibilidad, sobre todo esas personas que ponen muchísimo amor y trabajo haciéndolo. Por cierto, yo misma estoy contando y publicando mis cuentos a diario en Instagram y Facebook. Gracias, mediadores, por vuestra labor.
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