jueves, 4 de mayo de 2017

Booktubers, bookstagramers y otros influencers


De un tiempo a esta parte, las cosas del libro se están animando. Los que reclamábamos más visibilidad de lo literario a base de espectáculo y varietés, empezamos a vislumbrar algo de luz al final del túnel gracias a la apuesta que muchos lectores están haciendo desde ciertas redes sociales. Los canales de YouTube se llenan de gentes que ven en el libro un arma inmejorable para hacer frente al aburrimiento, e Instagram, la red social de moda, está a rebosar de álbumes ilustrados y sugerencias de lectura de todo tipo. Aunque claro, mientras algunos nos ponemos locos de contentos gritando consignas como “¡Hip, hip, hurra! ¡La lectura como estilo de vida!” o “¡Plastas y casposos fuera de los libros!”, otros nos miran de soslayo mientras musitan: “Puro postureo...” “¡Esos no saben lo que es leer!” o “Demasiado neón para tan poco puticlub”...
Así que, amigos, como con detractores y partidarios el salseo está servido, sólo me resta decirles: ¡Al lío!


Cuando yo empecé en esto de los blogs de LIJ allá por el año 2008 no había mucho donde elegir. Eramos cuatro gatos los que nos interesábamos por este tipo de literatura tan minoritaria y es raro el que ha aguantado todo este tiempo. La cosa se pone en ebullición a raíz de la crisis económica, un panorama en el que la gente empieza a buscar parcelas con las que subsistir. Nacen las librerías infantiles, las editoriales especializadas en publicaciones sobre crianza, las tiendas on-line de juguetes respetuosos (me descojono cada vez que alguien utiliza esta palabra como sinónimo de “políticamente correcto”), la ropa para bebes y tendencias educativas todopoderosas. Todo ello lleva asociados espacios y páginas web con los que darse a conocer que, finalmente han desembocado en un ingente entramado social virtual donde los libros infantiles son los protagonistas.
Ahora bien, si empezamos a brujulear dentro de esa gigantesca tela de araña, vamos observando como dista poco de la realidad de la LIJ física y material que he comentado hasta la saciedad (pueden echar un ojo a este artículo sobre especialistas y críticos de LIJ que muchos leyeron pero del que poco se habló), donde todo cabe... No obstante y como en cualquier panorama novedoso o “revolucionario” (hipérbole descriptiva al canto), veo ciertos puntos interesantes sobre los que detenerse y que desgrano a continuación.


En primer lugar hay que hablar de los motivos económicos, muy presentes en cualquier entorno. Si bien es cierto que muchos de estos influencers han nacido al amparo de unas expectativas de negocio (como otros muchos que no lo dicen o envuelven sus intenciones en un celofán edulcorado) y enriquecimiento rápido (no hay más que ver blogs llenos de banners publicitarios o enlaces al gigante Amazon), hay que decir que otros muchos, entre los que destacan educadores y padres, se preocupan por aupar la literatura y la figura del libro, y se toman en serio esto de la lectura.


También hay que detenerse en la calidad de los contenidos, a mi entender, el más peliagudo... Mientras algunos se apresuran a decir que todos estos bichos (me encanta esta palabra en la que me incluyo) de Instagram y YouTube no tienen ni puta idea, que la mayoría apuestan por libros comerciales y series de literatura “crossover” y/o “young-adult”, que muchos de ellos no se leen los libros reseñados y hacen acopio de las reseñas y dossieres informativos elaborados por las propias editoriales, yo prefiero ser más cauto y no apuntar con el dedo (por lo menos esta vez). Es evidente que la mayor parte de booktubers y bookstagramers son jóvenes, algo que no debe extrañar a nadie teniendo en cuenta que las modas y tendencias tienen más de sincrónico que de anacrónico, y que cada generación elige sus propios medios de comunicación (No se empeñen, mis alumnos prefieren mil veces navegar en YouTube que darle al zapping). Esto, evidentemente, puede llevar ligada cierta inexperiencia o falta de documentación a la hora de tratar algunos temas, pero, ¿quién no ha sido primerizo alguna vez?, ¿quién sabe todo antes de nacer? El estudio necesita tiempo y quizá, los aprendices del hoy, sean los especialistas en LIJ del mañana, por lo que no creo que sea lícito subestimarlos por su edad o sus errores (he aquí un síntoma de la vejez, háganselo mirar). Por favor, mientras los unos crecen y leen (nadie regala nada), otros debemos ser generosos y aperturistas. Sería una pena que envidias y cuitas de poder fueran cortapisa y bandera, algo que, por desgracia, abunda en nuestra condición humana.


Por último, me veo en la obligación de exponer lo que más me gusta de estas plataformas para apoyar al libro y la literatura: el formato. Es bastante paradójico que para defender la palabra escrita se utilicen medios donde precisamente esta está cada vez más ausente, ya que son las imágenes estáticas y/o dinámicas donde reside el atractivo de Instagram o Youtube. Dejamos aparte las críticas sesudas y las salas de despiece y optamos por resumir nuestras afinidades para con los libros tomando como excusa nuestros estados anímicos, lo cotidiano y este maravilloso atrezo que es el mundo, en un solo vistazo. Los libros nos entran por los ojos antes y después. La capacidad sintética de la imagen nos aleja de ciertas redes sociales, como Facebook (¡Hay que ver los discursitos que se marcan muchos en su muro) y Twitter (la verdad es que el tuiteo constante es muy poco práctico) donde el texto es tan importante como la imagen, y nos acercan a otras en las que podemos prescindir de las palabras aunque también nos lleven a ellas. Si no tienen bastante, les recomiendo que lean este post y reflexionen un poco más.


Y así llego al epílogo de este casero y breve estudio sobre nuevos influencers (en breve incluiré muchos de sus canales y perfiles en el apartado de “enlaces”). Todo sea por el libro y su debate, por el avance y nuestro disfrute.


Nota: Todas las imágenes que acompañan a esta entrada son obra de Jonathan Wolstenholme.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estoy en general de acuerdo con lo que expones en esta entrada, pero este "nuevo" modo de presentar libros excluye a los que no estamos en las redes sociales, por eso me gustan los blogs. Creo que lo que aparece en ellos está más meditado y reflexionado.
Por tanto, gracias por seguir publicando y un saludo.
Carmen.

Román Belmonte dijo...

¡Muchas gracias por la apreciación, Carmen! Es cierto que no todo el mundo está en las redes sociales. ¡Un abrazo monstruoso!

Irene dijo...

Acuerdo con Carmen que lo ha dicho muy bien. ¡Me encantaron las ilustraciones!
Te sigo leyendo, Cariños

Román Belmonte dijo...

¡Gracias por tu comentario, Irene! ¡Un abrazo!