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viernes, 4 de octubre de 2024

Las plantas y yo


Muchos de ustedes no saben que soy biólogo. Y muchos menos que en mis años de universidad me especialicé en el universo de las plantas, de la botánica. En realidad cursé dos especialidades, pero en el expediente académico solo podía figurar una y elegí esa. Me parecía tan minoritaria como hermosa. Un saber de otro tiempo propio de valientes que no buscaban el éxito que se les presuponían a la genética o la biotecnología.
No sé qué me llevo a las plantas. Quizá fue el veneno del que nos hablaba Maruja, mi profesora más inspiradora. Uno que te tocaba de por vida sin motivo aparente. En realidad, yo ya me dedicaba a la botánica mucho antes de llegar a la universidad. Con mis abuelos, con mi padre y mi madre. Gente del campo que sabía de frutas, hortalizas, verdura y cereales. Y para lo que no sabían ellos, tenía guías y manuales.


Es por eso que me ha gustado tanto el herbario de hoy, uno creado con versos para rendir tributo a Dulce María Loynaz y que viene a sustituir al que hilvanó en sus años de juventud y fue devorado por las polillas. Una reconstrucción emotiva y seguramente muy diferente, pero que abraza con sentimiento el mundo vegetal, uno tan inspirador y necesario en cualquier etapa vital, más todavía en la infancia, esa patria compartida que trepa a los árboles, deshoja margaritas y rueda por la hierba.

Recuerdo de infancia:
carros cargados de helecho
tirados por bueyes
bajando por la montaña;
el freno de madera
cantando saetas al viento;
ausencia de esmeraldas,
solo el aliento verde de los prados.

***

Los equisetos de tupidas barbas
vigilan con semblante serio el riachuelo
que los voraces humanos han despoblado
de cangrejos y piscardos,
bailarines que alegraban sus cauces.
La corriente sigue su camino valle abajo,
jugando a la rayuela con los guijarros,
bajo la atenta mirada de los equisetos,
que se atusan las barbas.

Juan Kruz Igerabide.
Helecho y Cola de caballo, equiseto.
En: Dulce herbario.
Ilustraciones de Mo Gutiérrez Serna.
2024. Vigo: Creotz.

sábado, 22 de octubre de 2022

Mi cuerpo pide guerra


Clases, evaluaciones iniciales, reuniones improductivas, actividades domésticas, mover un poco el culo, compromisos de varios tipos, escribir en este cuaderno de bitácora… La vida moderna es un poco complicada, sobre todo si eres un crápula como un servidor, que además de todo eso, te dedicas a la nocturnidad y la alevosía.
Mi cuerpo pide guerra y yo se la voy a dar. Que salga el sol por Antequera. Lo tengo clarísimo. Suena una canción, y se pone a bailar. Le da un rayito de sol, y aflora el rubor. Se ríe y resuena sin ton ni son. Este cuerpo mío sabe lo que quiere: vivir siendo yo.

Pregunto a mi cuerpo
lindo y andante
si estaba conmigo
hace un instante.

* * *

Mi cuerpo es un poema
de nunca acabar,
un saquito de huesos
que cruje al rimar,
un rollito de carne
que sabe cantar.

Juan Kruz Igerabide.
Cuerpo sí, cuerpo no y Cuerpoema.
En: Vivo en mi cuerpo.
Ilustraciones de Ainara Azpiazu.
2022. Barcelona: La Topera.



viernes, 27 de noviembre de 2009

Adivinando resfriados

Las segundas oportunidades me llevan a tierras jienenses durante lo que queda de este día y los próximos… Aunque la meteorología pinte gris y aguada, uno es valiente y se echa a la carrera, que bien valen arrojo y curiosidad, en vez de pasmarse por un día cualquiera… Arriesgarse, nos arriesgamos, lo malo es pillar un resfriado, ¡Dios no quiera! Y por si acaso, lo voy vaticinando con los versos que siguen. ¡Hasta el lunes! P.D.: Y no se preocupen, seguro que les traeré algún recuerdo de mi fin de semana serrano.
Traquetea por la tráquea con runrún acotorrado un tren que transporta oxígeno por un túnel embarrado cruza bronquios como ramas y bronquíolos de emparrado hasta las úvas de los alvéolos con motor descacharrado. Silba, arranca el tren, tose… ¡La que me he agarrado!
Adivinanza tajú-tajú. Juan Cruz Iguerabide. En: Zumo de naranja y un tictac. Cuerpoemas II. Ilustraciones de Elena Odriozola (misma autora de la ilustración que hoy nos acompaña). 2009. Madrid: Pearson-Alhambra