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viernes, 10 de febrero de 2023

Formas, colores, letras y Paul Cox


Haciendo caso a la Piu, enciclopedia andante del álbum gráfico que tantos buenos libros nos descubre a los monstruos, me puse a indagar en la obra de Paul Cox, y la verdad que no me ha defraudado en absoluto.
Si bien es cierto que yo no había oído hablar jamás de este hombre (perdonen mi ignorancia), he buceado en su vida para ponerles en antecedentes y que puedan valorar el libro de hoy en toda su magnitud.


Paul Cox nació en París en 1959. Es un artista francés multidisciplinar cuyos trabajos destacan en diseño gráfico, ilustración y arte escénico. Un tanto atípico y de formación autodidacta, desarrolló sus primeros trabajos en Francia y Japón. Colaboró en el diseño de decorados y vestuario para L’Histoire du soldat, en la Ópera de Nancy, o El Cascanueces, en la Ópera de Ginebra. También ha realizado la imagen corporativa de la marca japonesa MUJI en París, y anuncios para el tren bala Hokuriku en Japón. Grandes nombres como el diseñador de moda japonés Issey Miyake, han usado alguno de sus trabajos en sus colecciones y el Centro Pompidou exhibió en 2005 su instalación Jeu de Contruction.
Cartelería, ilustraciones en prensa o logotipos, Cox ha realizado múltiples trabajos para . Desde 2003 es miembro de la AGI (Alliance Graphique Internationale), un club que reúne a la élite mundial de diseño y las artes gráficas.



En lo que se refiere a sus libros, Paul Cox ha desarrollado algunos álbumes gráficos como Le livre le plus longe (Les trois ourses) un tributo a Bruno Munari que cuenta con tan solo cuatro imágenes que describen una historia circular: nuestro día a día desde que sale el sol hasta que se pone; Ces nains portent quoi (Seuil) un imagiario donde se presentan un montón de elementos como respuesta a la pregunta del título "¿Qué llevan estos enanos?"; A book of lines (Corraini) donde, a pesar del título, el autor prescinde de las líneas y se centra en el color y la forma para ensalzar su valor; o Cependant (Seuil), un libro que constituye una secuencia circular de escenas donde nos habla de la sincronía del tiempo gracias a una sola expresión: “Mientras tanto…”


También ha realizado álbumes para un público más adulto como Mon amour, un librito en el que el rechazo amoroso es el leitmotiv, o Histoire de l’art, con el que ganó el premio Bologna Ragazzi en 1999 en la categoría de ficción para jóvenes.


Del mismo modo, en 2004, Seuil, su editorial de cabecera durante los años 1987 y 2002, comenzó a publicar Coxcodex I, el primer volumen de una miscelánea de sus obras, donde además de entrevistas, incluye desde escenografías expositivas, hasta comunicación cultural, pasando por sus bocetos cotidianos y sus experimentos en torno a las formas y los colores.


En España solo hay publicados tres volúmenes de Las aventuras de Archibaldo el koala en la isla de Rastepap, que llevan por título El caso del libro con manchas, El enigma de la isla flotante y El misterio de los eucaliptos (editorial José J. de Olañeta), una colección de novela gráfica protagonizada por unos marsupiales bien majetes.


A pesar de esto yo decidí aventurarme con un ejemplar de su Abstract Alphabet, un álbum muy especial que, a pesar de no estar editado en nuestro país, bien merece un pequeño análisis y reconocimiento.


Consiste en un abecedario que nos presenta las veintiséis letras (les recuerdo que está publicado en inglés) a través de veintiséis animales pero en ningún caso se representan dichos animales. O bueno, quizá sí, porque lo que hace Cox en lanzarnos un juego de jeroglíficos donde tenemos que transcribir un lenguaje inventado por él a través de diferentes formas.
Gracias a un código que el propio autor nos ofrece en un desplegable de la primera página, vamos descifrando cada una de las palabras que aparecen en cada doble página a través de una colección de formas y colores.


De esta manera, una imagen física evoca otra imagen mental, la del animal que comienza por la letra que toca, y ¡voilá! Como por arte de magia, aparece en nuestra imaginación. Una vuelta de tuerca, un rizo de otro rizo que nunca antes habíamos visto.
Es tan buena idea que incluso se han desarrollado juguetes a partir de este curioso alfabeto.


Ilustraciones humorísticas, formas sencillas y sinuosas, combinaciones de colores brillantes, letras y palabras como excusa narrativa y una toque artesanal muy característico, se reúnen para desarrollar un estilo único y personal. 
Su concepción del álbum bebe de todas las técnicas de impresión, pero más en un modo experimental que reproductivo, lo que los acerca al libro-objeto o libro de artista. Cuida el tipo de papel, la encuadernación e incluso incluye variaciones de un ejemplar al utilizar por ejemplo la litografía. Tanto es así que algunas de las primeras ediciones de sus libros se venden a unos precios desorbitados.


En definitiva, un autor que cualquier amante del libro-álbum gráfico debe conocer sí o sí, aunque nuestro mercado editorial no le haga dado la visibilidad que merece.

martes, 18 de junio de 2019

Contar y contar



A un par de semanas de las vacaciones de verano, empiezo a contar los días que restan para dejar a un lado la tiza, el bolígrafo rojo y el cuaderno de notas, y adentrarme en el universo de la piscina, la playa o la montaña. Lo peor de todo vendrá cuando haya que hacer la cuenta atrás para el inicio del nuevo curso escolar… pero hasta entonces ¡mejor olvidar!
No pasamos la vida contando hacia atrás, también hacia delante. Todos sabemos lo que es soplar una vela más y, por qué no, también quitarnos alguna que otra primavera (sobre todo cuando rozamos decenas que pesan más de la cuenta). A quien no le guste contar billetes que levante la mano, que yo se los cuento ipso facto, pues no es lo mismo  una cartera reventona (¿Es mejor la pinza o el monedero? Algún potentado que responda, por favor), que ir aflojándola.


He de admitir que lo que menos me gusta del mundo es contar abdominales, sentadillas o flexiones, así que prefiero olvidarme y dejar de hacerlas cuando ande exhausto… Quizá sea una buena estrategia para superarme, pues parece ser que cuando contamos, nuestro cerebro se cansa antes.
Los presos cuentan los días, las embarazadas las semanas, los calendarios los meses, los contables los trimestres, los universitarios los semestres y los jubilados los años. El caso es contar. También se cuentan los añillos del tronco de los árboles, los puntos que tiene una mariquita, las cartas de una baraja, los cuentos de Andersen o lo que tarda en rugir el trueno tras el relámpago. Contamos mucho, muchísimo, tanto que hoy les traigo un libro para contar.


Y es que en Números escondidos de Imapla (sobrenombre de Inma Pla) y editado por Juventud, además de contar los números del 1 al 20 y alguna que otra historia que esconde cada uno de ellos, nos invita a jugar. A jugar con las palabras, a jugar con los colores, a jugar con las formas, y de paso relacionar conceptos que nos harán cada vez más fácil comprender el universo de la aritmética básica.
Si a este título unimos el Abecedario escondido (un librito igual de estupendo que reseñé AQUÍ), tenemos un tándem inmejorable para primeros lectores que a través de rimas sencillas, juegos de búsqueda y aspectos lúdicos e imaginativos acercan la lectura a la primera infancia desde el mundo enriquecido de esta estupenda autora gráfica. 
¡Ah! ¡Y prometo vídeo!



martes, 26 de septiembre de 2017

¿Sabemos lo que significa amar?


Mientras mojaba un buen trozo de bizcocho en la leche del tazón y deseaba ver cuanto antes el fin de los madrugones (in)necesarios, mis ojos (o lo que quedaba de ellos), alcanzaron a ver sobre la mesa Amor, un libro de Lowell A. Siff, diseñado e ilustrado por Gian Berto Vanni que fue publicado el año pasado por Niño Editor. Terminé el desayuno y como, aparte de sentir las dichosas agujetas en los músculos intercostales, no tenía cosa mejor que hacer durante la espera en la parada, cogí el libro y me dispuse a leer... Contaba la historia de una niña que es abandonada por su familia de una forma bastante sui géneris, algo que la obliga a dar con sus huesos en un orfanato donde la soledad y la falta de cariño terminan por hacer de ella una marginada.


Sí, era un panorama demasiado triste para aquella mañana soleada, pero con la mirada perdida en el paisaje que atravesábamos, concluí que no me parecía en absoluto ajena. Sólo tenía que remitirme a las aulas para constatar que de ficción, casi nada. 
Al igual que la protagonista, muchos hijos y nietos de occidente nacen en el seno de familias bien avenidas, ven cubiertas ¿todas? sus necesidades y caprichos. Están expuestos al superpaternalismo en su primera infancia, profesionales muy cualificados en materia de educación y medicina los atienden. Natación, fútbol, violín, yoga, psicomotricidad, ludotecas, bibliotecas... Lo tienen todo: primeras comuniones, fiestas de cumpleaños por todo lo alto, regalos desorbitados, móvil y tablet de última generación... Hasta que, de repente, todo cruje y se rompe. Divorcios, quiebras económicas, problemas laborales o familiares provocan un desmembramiento del entorno, el ensombrecimiento de los ánimos y atenciones, y todas aquellas señales de "amor incondicional" se tornan meras ficciones, convenciones evanescentes que nunca volverán. 
Jugadas del destino que nos hacen preguntarnos: ¿Son esas formas de amar? ¿Son una vía para la felicidad?


Hemos querido ver que el amor y la felicidad se esconden tras las cosas banales de la vida, e incluso algunos (tanto adultos, como niños, ¿cuál es la diferencia...?) desconocen la forma de distinguir qué les hace sentirse queridos, sentirse bien. A todos, pequeños y mayores, nos hacen felices las mismas cosas... Charlar, reír, compartir momentos, decir lo que pensamos y sentimos, un abrazo, e incluso discutir son vías para lograr un estado anímico aceptable. Bromas, carcajadas limpias, bailar, rozarse, gente que no conoces de nada con la que acabas teniendo una conversación más que interesante, tontos de solemnidad que te dan ganas de matar, un amigo que se pone a lloriquear... Sentir la compañía de los demás, intercambiar con ellos un instante, hacerlo patrimonio transferible, es con lo que verdaderamente nos sentimos vivos, humanos.


Podría aludir a un sinfín de situaciones vividas en primera persona para ejemplificar esta decadencia (me gusta llamarlo así aunque denote amarillismo), pero dejando mi discurso aquí, les remito a Amor, un título que a pesar de haber sido gestado en 1964, sigue vigente a juzgar por los parecidos más que razonables entre la rabiosa actualidad. Mientras que entonces este álbum de páginas troqueladas poco tuvo que decir en un contexto en el que la trascendencia de obras para niños con un trasfondo crítico era mínima (demasiado moderno para los tiempos que corrían, digo yo...), la perspectiva con la que miramos esta historia hoy día es bastante cercana, no sólo porque tenemos más asumido que el papel desempeñado por la familia en la crianza de los hijos es más que relevante, sino porque se nos olvida con mucha facilidad que el verbo amar, como el verbo leer, no soporta el imperativo, ¿o sí?

miércoles, 30 de noviembre de 2016

¡CLAPeando de contento!


No sé qué me pasa, pero últimamente todo mi mundo hace CLAP... Hacen CLAP mis alumnos , mi familia y mis amigos. Hasta los dependientes hacen CLAP (¡Qué sonrientes y qué gusto da ir a comprar un poco de pan!) y los camareros también llevan CLAPeando unas semanas. El otro día noté como un futuro Mateo CLAPeaba en el vientre de su madre. Salma y Nora hacen CLAP a todas horas con cualquier cacharro. ¿Lo escuchan? Mi corazón... CLAP, CLAP, CLAP, CLAP..., sin parar, como un metrónomo, como cientos de aplausos. Quizá es una señal de que algo grande se avecina ¿Quizá una semana llena de días festivos? ¿O será la Navidad? (Me encanta aunque no la practique). Ya veremos... El caso es que: CLAP, CLAP, CLAP ¡sin cesar!... ¡Un momento! Alguien se acerca... “¡SHHHH! ¿Puede usted parar ya? ¡Qué manía de alborotar!” “Disculpe, señora...” digo flojito mientras callo en voz alta: ¡Déjenme sonar a ritmo del CLAP CLAP! Ese CLAP que me suena a gotas de lluvia (¿O eso era PLOP, PLOP? ¿O quizás CLIN, CLIN?), a cuando alguien se acerca, a cuando la brisa del mar ventea la ropa tendida al abrigo del sol... ¡A puro movimiento! Las alas de una gaviota suenan a CLAP (las de algunas mariposas también). ¡CLAP! Cuando alguien termina la partida de dominó. Y de CLAP en CLAP se me pasan los minutos, las horas, hasta que cansado de leer, la tapa del libro hace CLAP...




No me extraña que, con tanto dinamismo (¡Cuánto salto y brinco! ¡Cuánto despiporre!), a Madalena Matoso le haya dado por darle forma a El libro que hace clap. Publicado por Fulgencio Pimentel, este álbum es una de esas maravillas (¡Atención! ¡Que no suelo usar palabras como esta!) que nos han traído las últimas semanas. Sólo les digo que me topé con ella en una lluviosa mañana otoñal, y llenó de colores el cielo. El calorcito llegó después, cuando de tanto CLAP, el organismo entró en combustión. No se lo piensen: te pone frenético y te vuelve loco. Sólo se me ocurre dedicarle varios CLAP a su autora (¡Fantástico ese diseño de personajes de líneas básicas con ejes de simetría y movimiento!) y a la editorial que nos lo ha traído a España para, por supuesto, compartirlo con todos nosotros. ¡Que tiene mucho peligro este libro lleno de onomatopeyas! Léanlo con moderación y no se atiborren de él, o les pasará como a un servidor... CLAP, CLAP, CLAP...


jueves, 24 de noviembre de 2016

Francia-España y viceversa: una comparativa del álbum infantil.


Bataille, Marion. 2008. ABC3D. Kókinos.

Andaba yo redactando estareflexión en torno al juego en el álbum infantil, cuando me vino a la cabeza la comparativa entre los álbumes franceses (esos que tanto alborotan) y los de cuño patrio (más quietos y evidentes). Con este frío que pela y la testa recién rapada, estas ideas se han despabilado, así que, como el arte “me se” rebela (o se congela, que todo puede ser...), aquí traigo una de hispanos y gabachos.
No cabe duda de que, dentro del panorama editorial europeo (y de un modo casero) se distinguen entornos (si gustan, llámenlos mercados) creativos diferentes de entre los que destaca el francés. Quizá esté detrás del inglés en cuanto a ventas, pero tiene una mayor entidad artística, algo que se desprende de la gran influencia que tiene, no sólo en el mercado y el producto español, sino en otros entornos, entre los que podemos destacar los países de habla francófona (similitudes lingüísticas y arraigos históricos y culturales) y otros países vecinos que, como España, Alemania e Italia, comparten con ellos rasgos puntuales.


Strady, Sophie y Martin, Jean-François. 2016. Souvenirs de Marcel au Grand Hôtel. hélium.

Aunque el álbum es un invento anglosajón, son los franceses los que más han diversificado este producto dándole una vuelta de tuerca y potenciando el llamado álbum contemporáneo (¡Esperemos que al final no se adueñen de su autoría!). No hay que dudarlo, el mercado francés reinventa el género a través de enriquecer una y otra vez (a mi juicio) dos premisas básicas: apostar por las artes gráficas y potenciar el objeto libro desde sus más variadas perspectivas.
Las artes gráficas en general y la ilustración en particular, cuentan con una larga tradición en Francia y otras zonas francoparlantes, que continua en estos días gracias a un amplio mercado editorial, no sólo del libro-álbum, sino del cómic y la novela gráfica. Esto favorece una continuidad laboral de los profesionales que trabajan en este sector de una manera digna y libre. Esto no es algo que no ha ocurrido en otros ámbitos europeos, como por ejemplo el español, donde las artes gráficas sufrieron un gran declive hace bastantes lustros.



Pollet, Clémence e Icinori. 2009. Residus de sirenes. Icinori

Por otro lado hay que apuntar a la importancia que el mercado francés presta al objeto libro.Las páginas hace mucho que dejaron de ser planas en el álbum francés. Adquirieron una tercera dimensión (e incluso una cuarta: les remito a los discursos complejos). Se empezaron a concebir con formas y tamaños nunca antes vistos, con materias primas diferentes. Usaron los pliegues del origami para darle movimiento a la lectura, sopesaron los elementos pop-up para imprimir otro valor al libro. Retomaron técnicas de impresión tradicionales mezcladas con nuevos tratamientos... Y así, el álbum se convierte en un objeto de diseño/deseo (llama poderosamente la atención los tirajes limitados de algunos títulos) que fomenta su consumo como pieza artística enriquecida.


Boisrobert, Anouk, Rigaud, Louis y Guerrero, Pablo. 2009. Popville. Hélium (Kókinos en castellano)

Aunque estas son las principales características que más me llaman la atención del libro-álbum francés y que creo que lo definen bastante aunque de una manera reduccionista en el nuevo universo global de este género (de unos años a esta parte la distancia entre unos ámbitos y otros se ha acortado considerablemente), sí me gustaría hacer hincapié en las diferencias que veo entre los libros franceses y los españoles. Helos aquí.
1. El álbum francés, por lo general, está muy pensado. Quizá esto se deba a la enorme competencia en un sector donde infinidad de buenos títulos pugnan por el éxito comercial y/o de crítica. Los autores se forman a conciencia en el género y ello les sirve para reafirmar su calidad como artistas. En España, la mayoría de los ilustradores son multidisciplinares, no están tan especializados y esto, en muchos casos, hace que el engranaje del producto no funcione lo bien que se esperaba, algo que provoca la no optimización del esfuerzo final. Creo que en España hay ideas geniales, pero que no están bien resueltas.


Anne Bertier. 2006. Chiffres en tête. Éditions Mémo

2. El humor español es más evidente y canalla, más vehemente y rápido. Directo. Más grotesco y burlón (Es lo que tiene ser menos críptico...). Ellos son más sutiles e irónicos, algo que se debe, principalmente, a que son los reyes de la disyunción (N.B.: Aunque las imágenes y el texto se complementen, cada uno nos habla de una cosa, incluso de lo contrario, lo que resulta paradójico para al lector. Es chocante, incomprensible, ridículo...) y eso, claro, nos lleva a la sonrisa.


Bachelet, Gilles. 2004. Mon chat le plus bête du monde. Seuil Jeunesse (RBA en castellano)

3. El juego está presente en multitud de álbumes de autoría francesa. Nos llevan a despejar incógnitas, a buscar soluciones, a trazar distintos caminos, a tropezar en la lectura, y de paso, también divertirnos. Por el contrario el álbum español es más lineal, unidireccional, y desemboca en un discurso con menos posibilidades. Quizá esto se deba a la poca experimentación en el panorama de nuestro álbum, más tradicional que posmoderno... No sé, pero el caso es que jugamos poco.


Morlot, Phillipe. 2014. Mon ABCD. Autoedición.

Pero, ¿son estas razones suficientes para que en España se traduzcan tantos álbumes franceses?... Me consta que no soy el primero que se ha fijado en todo esto y que son muchos los autores y editores que vienen observando lo que acontece allende los Pirineos, una realidad que está modificando la de nuestro libro-álbum. Ni qué decir tiene que el intercambio de ideas es el pan de cada día, pero sí es cierto que, la influencia del mercado francés es muy potente, algo que se puede deber a las siguientes coincidencias:
a) Los españoles (inclúyase quien quiera) somos provincianos por tradición (lo del vecino siempre es lo mejor aunque sea una mierda), por imitación (Hemos compartido reyes, ¿por qué no leyes? Sólo les voy a enumerar las educativas, unas que, después de treinta años, ha quedado claro que de poco valen) y por ósmosis (esto lo dejo para un monográfico...).
b) La aparición a finales del siglo XX y principios del nuevo milenio de muchas casas editoriales independientes ha supuesto una diversificación de nuestro mercado. Estas empresas necesitan productos diferentes a los habituales para competir en un sector que tradicionalmente había sido controlado por unos pocos. Es entonces cuando muchos de estos editores empiezan a mirar a otros horizontes y publican títulos procedentes de editoriales similares del ámbito francés, que tendrán éxito comercial. Por otro lado, estos editores deciden producir libros-álbum “afrancesados”, por un lado, para ampliar las miras de nuestros libros, y por otro, para favorecer la venta de derechos de autor a empresas francesas (cada vez más y más). Es lo que yo llamo (permítanme el símil con los palos del flamenco) los “álbumes de ida y vuelta”.


Benegas, Mar y Capdevila, Olga. 2016. Jeux et poèmes pour petits Boute-en-train. p'titGlénat (A buen paso en castellano)

c) Algo que tampoco se debe obviar es que la mayor parte de las casas editoriales que se dedican al género del álbum infantil en España están radicadas en Cataluña, una zona con una clara influencia francesa. Cataluña es uno de los puentes hacia Europa y la influencia que recibe de ésta es visible en muchas facetas de su vida cotidiana. Su cercanía geográfica permite las transacciones con el continente y las radiaciones de este tipo de productos hacia el resto peninsular.


Minne y Fortier, Natalie. 2004. Me encanta. Kókinos


Ruillier, Jerôme. 2005. Por cuatro esquinitas de nada. Juventud.

d) La proliferación en las últimas décadas de las agencias de compra-venta de derechos de autor de cuño francés en nuestro país, ha generado un aumento en la edición de este tipo de obras. Agencias como Isabelle Torrubia o Garbuix, extienden las creaciones del país vecino en el catálogo de muchas editoriales del nuestro a través de la mediación comercial-cultural de tipo internacional.
e) Existe cierto sector de críticos y especialistas LIJ que se decantan por estos libros-álbum (fetichismos tenemos todos... hay otros que prefieren el anglosajón o el libro-álbum asiático...) y es de esperar que, a la hora de ilustrar sus teorias o recomendaciones, echen mano de él con frecuencia. Todo esto puede deberse a la gran influencia que los estudiosos franceses, encabezados por Sophie Van der Linden (ver Álbum [es], editorial Ekaré), están teniendo en el ámbito internacional a través de medios especializados muy interesantes como la revista Hors Cadre[s] (Fuera [de]Margen en su edición española), arropando así a este tipo de artefacto cultural y dándole una mayor visibilidad dentro del ámbito de la LIJ.



f) Por último, llamar la atención sobre todos aquellos autores españoles (ilustradores sobre todo) que han preferido desarrollar su actividad en el mercado francés, una plataforma inmejorable para dar el salto internacional, bien porque su estilo tenía más cabida en él, bien porque tienen más facilidades por su amplitud. Sin olvidar que muchos de ellos traen despues sus obras al país donde se engendraron.


Chabbert, Ingrid y Guridi. 2016. Graou. Samir


Pez, Ana. 2004. Mon petit frère invisible. L'Agrume.

Aunque todo esto puede ser bastante positivo (todo lo que sea gestar nuevas concepciones discursivas me parece genial) y que la buena literatura (incluyo aquí al libro-álbum aunque sigamos debatiendo si pertenece a otras esferas artísticas) tiene un carácter universal, debemos notar que cuando un libro adquiere forma, lo hace inserto en un contexto, algo que le confiere ciertas características que pueden hacerse o no extensivas a otros entornos. A veces sucede que muchos de estos productos creados al abrigo de la sociedad francesa no tienen la aceptación que debieran en nuestro país a pesar de ser de impecable factura, y pasan a la esfera de lo desapercibido. Quizá esto se deba a la sobriedad y la sensatez con la que muchos se presentan en nuestro mercado, quizá sean demasiado minimalistas para nuestro afán por buscar los detalles explícitos en el preciosismo de las imágenes. Ellos son juguetones, nosotros cachondos. Su concepción estética es subconsciente e informal, y la nuestra, barroca y formal.
Es por ello que, aunque esta relación puede tener multitud de resultados, son los autores, los editores, los mediadores, y, sobre todo, los lectores, quienes deben velar porque estas sinergias sumen y no resten. Para que ambos caminos se llenen de encuentros sin dejar a un lado la propia identidad de cada uno, esa que debe responder al hecho cultural de cada una de sus sociedades.

lunes, 7 de noviembre de 2016

El juego en los libros-álbum


Debido a la proliferación de "libro-juegos" (llamémosles así aunque resulte reduccionista) dentro del mundo del álbum español (N.B.: Uno que nunca ha sido demasiado prolífico en este tipo de productos, algo que me llama bastante la atención... ¿Será que somos muy lineales o muy trágicos? Una de dos. Lo cierto es que para jugar hay que inventar, y se ve que no somos muy dados a ello), llevo cierto tiempo preguntándome sobre el papel que desempeña el juego en los libros para niños.
En el caso del libro-álbum debemos denotar que, al ser un género donde la construcción discursiva se realiza en base a diferentes tipos de contenidos entre los que tradicionalmente destacan la palabra y la imagen, podemos distinguir tres tipos de juego (básico): el juego literario y/o de palabras (pueden ser diferentes, pero no me voy a meter en camisas de once varas), el juego gráfico (en el que también podemos definir varias tipologías) o un juego gráfico-literario que combine ambos planos discursivos (ídem que los anteriores). Además hay que tener en cuenta que estos juegos se pueden realizar independientemente de la naturaleza del álbum objeto de estudio y en base a las relaciones técnicas del propio libro y de sus propiedades emergentes.
Visto desde una perspectiva utilitaria, el juego constituye un plus en todo producto dirigido al público infantil... ¿o no? Debido a la instauración del constructivismo en las últimas corrientes pedagógicas, esas que impregnan multitud de parcelas entre las que podríamos destacar la didáctica de la literatura, más concretamente la parcela dedicada a la literatura infantil, se supone que todo aquel aprendizaje que se realice a través del juego, se instala de una forma menos consciente en el intelecto aunque quede recogido de igual manera en la memoria. Vamos, que la persona aprenda sin darse cuenta, lo ideal para muchos.


Según mi experiencia, la teoría se encuentra de bruces con otra realidad cuando lo intentamos poner en práctica. El juego es evanescente cuando no existe un conocimiento previo sobre los saberes que deseemos inculcar, algo que cambia cuando éste se construye sobre un cierto cimiento, sobre el poso ulterior que el aprendizaje deposita, porque éste crece de una forma caótica, un aprendizaje sin planos ni directrices. Ahí es cuando el juego puede servir al intelecto en un camino abierto y plural. El juego es básicamente exploratorio, nos ofrece multitud de facetas sobre las que damos forma al propio discurso a través de la creatividad, la fantasía y, sobre todo, el divertimento.
Por otro lado y haciendo referencia al juego con valor didáctico, podemos decir que el abuso de éste dentro de contextos artísticos como puede ser el álbum, choca frontalmente con la concepción de la literatura infantil o los artefactos culturales como Arte (no todos los álbumes son literarios), que descansa sobre el discurso poético que contengan y no sobre su valía como vehículos pedagógicos, algo que siguen poniendo en tela de juicio numerosos sectores teóricos.


Todo esto no indica que el objeto libro, que la obra literaria o gráfica, tengan que desprenderse del juego. Nunca. El verbo jugar nos lleva de la mano hacia el humor, es otra de las formas que nos conduce a la carcajada, que lleva implícita la risa, una que tiene mucho de válido en cualquier manifestación artística, a la que por un lado humaniza y por otro añade valor. Eso sí, un libro cimentado exclusivamente sobre el juego nunca constituirá ni puede pretender ser una obra literaria por sí sola, sobre todo porque sería deshonesto con su propia intencionalidad.
De todo esto, y si sirve de conclusión, podemos entresacar que focalizar el interés sobre el juego en ciertos productos culturales puede ser una buena baza cuando queremos ensalzar la figura del libro, más si cabe cuando estos libros están dirigidos a la niñez, una que necesita de acicates para articular sus aficiones desde una sensibilidad especial que no siempre pervive a lo largo de los años.
Y sin más juegos ni preámbulos, les dejo con La gota moja a la gata maja, una creación de Olga Capdevila a la que ha dado forma de libro la editorial A buen paso. Defínanlo ustedes como les plazca, un juego hecho libro, quizá un libro lleno de juegos, o simplemente un montón de acertijos ilustrados, el caso es que me encanta el concepto de retorcer vocales hasta resolver el misterio. Eso sí, hace reír tanto a primeros lectores, como a los que pintamos canas, que también merecemos un poco de divertimento.

miércoles, 28 de septiembre de 2016

Pertenecer a un grupo


Que el hombre es un ser social queda más que claro en cualquier patio de recreo, unos lugares en los que los curiosos hacemos nuestro agosto mientras observamos qué tipo de relaciones se establecen entre unos y otros, las convenciones sociales necesarias para integrarse en grupúsculos de poder, cómo los de más allá no se relacionan con los de más acá, la inapelable decisión de los que se sienten especiales de no unirse a la inmensa vulgaridad, y, como siempre, esos omnipresentes desairados que se pasan las reglas del juego por el forro para entablar conversación con todos y ninguno (¡Qué voy a mi aire!).
Nos pueden parecer cosas de niños, pero la cuestión no es en absoluto baladí si tenemos presente que todos somos producto de estos momentos cotidianos de la infancia y la adolescencia. Que sí, que la personalidad humana se forja en estos primeros años a reventar de estímulos y descubrimientos (N.B.: ¡Que levante la mano todo aquel que no deje de bailar cuando suena algún "hit" de adolescencia!).


No tuerzan el morro. Es así como emergen las llamadas tribus urbanas, hordas de adolescentes que se pirran por los mismos grupos de música, estilismo similar e inclinaciones culturales parecidas (ya saben, los pijos van con los pijos, los nerds con los nerds, los jevis con los jevis, los modernos con los modernos, los bakalas con los bakalas, ¡y chimpún!). Al principio la cosa parece sencilla, pero cuanto más pasa el tiempo y aumentan las influencias, estas realidades añaden detalles minúsculos, adornos y florituras que se suman o restan a un corpus esencial pero cada vez más mutable (¡A Dios gracias). Vegetarianismo, camisas del cocodrilo, coches de alta gama, pilates y yoga, baloncesto, hip-hop, cantautores, Justin Bieber o Camarón, tascas o gastrobares, Podemos o Ciudadanos, ateismo, apostatas, pro-islamistas o católico apostólico romano, son adendas que nos hacen cada vez más complejos pero, al fin y al cabo, con parecidos razonables y plumaje fácilmente identificable.


En ese sentimiento de pertenencia a un grupo afín, en la capacidad innata para reconocer a los iguales, se basa la idea de El intruso, un álbum gráfico recién publicado por Libros del Zorro Rojo e ideado por Bastien Contraire. En cada doble página de este libro-juego (tiene muchas posibilidades en muchas direcciones) y/o "conversation piece”, se nos presenta una serie de objetos que tienen relación entre sí... ¿Todos? Todos no, hay uno distinto que, como en la vida misma, bien podemos señalar con el dedo o bien pensar en las razones por las que está ahí. Seguramente tendrá una bonita historia, será casualidad o puede deberse a que, en la regla, es la excepción, que siempre debe ser bienvenida sin moldes ni prejuicios.


miércoles, 5 de marzo de 2008

Muñecos de nieve en pleno "cambio climático"


Este invierno, de frío tiene más bien poco, nada, me atrevería a decir… ¡Con lo deseoso que estaba el aquí presente por sentirse cual personaje de Juana Spiri en estas sierras olvidadas! Y es que aquí, frío hace, desmienten los lugareños, otra cosa es sentirlo.
Según dicen, esto del cambio climático es una jodienda. Últimamente, se utiliza mucho este vocablo para designar un cúmulo de circunstancias climatológicas acontecidas en los últimos veinte años. Que si el hielo de los polos se encuentra en clara regresión, que si las sequías de unas zonas del Globo contrastan con las lluvias torrenciales de otros lugares, que si el Monzón se retrasa o la primavera se adelanta…, todos estos y muchos más parecen casi designios divinos de que nuestra estirpe llega a su fin. Si no fuese por lo babosos, ignorantes y carroñeros que resultan muchos de nuestros gobernantes, pensaríamos que los nuevos gurús que median la salvación de la Humanidad, son ellos y no otros. Me entra un súbito salpullido cuando escucho ciertas estupideces categóricas sobre lo mal que está la madre Natura. Esas hordas abominables de ecologistas de medio palo con sus consignas dogmáticas que aburren hasta a las piedras, los mítines urdidos por pseudos-científicos, por lacayos del poder, por huestes de mentes putrefactas con intereses capitalistas bajo la manga y un largo etcétera de morralla humana que es mejor no mentar.
Es cierto que la climatología del Globo cambia, y que se aprecia un cierto aumento de la temperatura global del orbe. La geosfera, la biosfera, la atmósfera y otros elementos constituyen un supersistema denominado Ecosfera (o Gaia, según Lovelock). Ese sistema gigantesco, provisto de materia y energía, ha sufrido a lo largo de su existencia, numerosas modificaciones respecto a su funcionamiento. Se conocen épocas terrestres en las que las grandes crisis climáticas han repercutido enormemente sobre la Vida del planeta, de ahí esta preocupación en el ámbito científico por lo que pueda suceder en el momento presente si estas condiciones cambian de forma tan drástica como en el pasado. Lo que no hace el científico es dictaminar que toda causa de estas modificaciones actuales está relacionada con el Hombre. Verdad es que el Hombre ha repercutido sobre el medio que alberga su existencia, pero la Ciencia desconoce qué parte de culpa tiene la mano de la condición humana sobre estos cambios que se están sucediendo, por lo que, si la prevención es nuestra mejor aliada, el conocimiento debe ser nuestra mejor arma. Así que les conmino a que detesten a todos esos charlatanes que por recaudar militantes para sus sucias tretas, nos tratan como meros pecadores en busca de un paraíso perdido. ¡Para que luego hablen del clero!


Así que, hasta ver como nuestra especie es aniquilada de la faz de la Tierra por la misma mano –no divina- que la creo , disfrutemos de un excelente álbum ilustrado invernal que, a modo de cómic, sin palabras y ciertos toques de imaginación, hace las delicias del lector que descubra las correrías nivales de sus protagonistas. 


El muñeco de nieve de Raymond Briggs, un título descatalogado que ha vuelto a nuestras manos gracias a la editorial EntreDos, cabalga entre la realidad y el mundo de los sueños de una manera muy sutil. Todo empieza cuando un muñeco de nieve cobra vida y, tomando la mano de su creador, un niño pelirrojo (que ya incluí en esta selección de personajes de pelo color de zanahoria) sobrevuelan la zona descubriendo nuevas perspectivas en mitad de la noche.
Excelentemente secuenciado por el autor de otras obras necesarias como Papa Noel o Ethel y Ernest, esta historia sobre una amistad desbordada gracias a la imaginación, además de muy invernal (¿Conocen esta selección sobre la nieve en los álbumes ilustrados?), es una buena oportunidad para abrir la puerta de la novela gráfica a todo tipo de lectores.