jueves, 24 de noviembre de 2016

Francia-España y viceversa: una comparativa del álbum infantil.


Bataille, Marion. 2008. ABC3D. Kókinos.

Andaba yo redactando estareflexión en torno al juego en el álbum infantil, cuando me vino a la cabeza la comparativa entre los álbumes franceses (esos que tanto alborotan) y los de cuño patrio (más quietos y evidentes). Con este frío que pela y la testa recién rapada, estas ideas se han despabilado, así que, como el arte “me se” rebela (o se congela, que todo puede ser...), aquí traigo una de hispanos y gabachos.
No cabe duda de que, dentro del panorama editorial europeo (y de un modo casero) se distinguen entornos (si gustan, llámenlos mercados) creativos diferentes de entre los que destaca el francés. Quizá esté detrás del inglés en cuanto a ventas, pero tiene una mayor entidad artística, algo que se desprende de la gran influencia que tiene, no sólo en el mercado y el producto español, sino en otros entornos, entre los que podemos destacar los países de habla francófona (similitudes lingüísticas y arraigos históricos y culturales) y otros países vecinos que, como España, Alemania e Italia, comparten con ellos rasgos puntuales.


Strady, Sophie y Martin, Jean-François. 2016. Souvenirs de Marcel au Grand Hôtel. hélium.

Aunque el álbum es un invento anglosajón, son los franceses los que más han diversificado este producto dándole una vuelta de tuerca y potenciando el llamado álbum contemporáneo (¡Esperemos que al final no se adueñen de su autoría!). No hay que dudarlo, el mercado francés reinventa el género a través de enriquecer una y otra vez (a mi juicio) dos premisas básicas: apostar por las artes gráficas y potenciar el objeto libro desde sus más variadas perspectivas.
Las artes gráficas en general y la ilustración en particular, cuentan con una larga tradición en Francia y otras zonas francoparlantes, que continua en estos días gracias a un amplio mercado editorial, no sólo del libro-álbum, sino del cómic y la novela gráfica. Esto favorece una continuidad laboral de los profesionales que trabajan en este sector de una manera digna y libre. Esto no es algo que no ha ocurrido en otros ámbitos europeos, como por ejemplo el español, donde las artes gráficas sufrieron un gran declive hace bastantes lustros.



Pollet, Clémence e Icinori. 2009. Residus de sirenes. Icinori

Por otro lado hay que apuntar a la importancia que el mercado francés presta al objeto libro.Las páginas hace mucho que dejaron de ser planas en el álbum francés. Adquirieron una tercera dimensión (e incluso una cuarta: les remito a los discursos complejos). Se empezaron a concebir con formas y tamaños nunca antes vistos, con materias primas diferentes. Usaron los pliegues del origami para darle movimiento a la lectura, sopesaron los elementos pop-up para imprimir otro valor al libro. Retomaron técnicas de impresión tradicionales mezcladas con nuevos tratamientos... Y así, el álbum se convierte en un objeto de diseño/deseo (llama poderosamente la atención los tirajes limitados de algunos títulos) que fomenta su consumo como pieza artística enriquecida.


Boisrobert, Anouk, Rigaud, Louis y Guerrero, Pablo. 2009. Popville. Hélium (Kókinos en castellano)

Aunque estas son las principales características que más me llaman la atención del libro-álbum francés y que creo que lo definen bastante aunque de una manera reduccionista en el nuevo universo global de este género (de unos años a esta parte la distancia entre unos ámbitos y otros se ha acortado considerablemente), sí me gustaría hacer hincapié en las diferencias que veo entre los libros franceses y los españoles. Helos aquí.
1. El álbum francés, por lo general, está muy pensado. Quizá esto se deba a la enorme competencia en un sector donde infinidad de buenos títulos pugnan por el éxito comercial y/o de crítica. Los autores se forman a conciencia en el género y ello les sirve para reafirmar su calidad como artistas. En España, la mayoría de los ilustradores son multidisciplinares, no están tan especializados y esto, en muchos casos, hace que el engranaje del producto no funcione lo bien que se esperaba, algo que provoca la no optimización del esfuerzo final. Creo que en España hay ideas geniales, pero que no están bien resueltas.


Anne Bertier. 2006. Chiffres en tête. Éditions Mémo

2. El humor español es más evidente y canalla, más vehemente y rápido. Directo. Más grotesco y burlón (Es lo que tiene ser menos críptico...). Ellos son más sutiles e irónicos, algo que se debe, principalmente, a que son los reyes de la disyunción (N.B.: Aunque las imágenes y el texto se complementen, cada uno nos habla de una cosa, incluso de lo contrario, lo que resulta paradójico para al lector. Es chocante, incomprensible, ridículo...) y eso, claro, nos lleva a la sonrisa.


Bachelet, Gilles. 2004. Mon chat le plus bête du monde. Seuil Jeunesse (RBA en castellano)

3. El juego está presente en multitud de álbumes de autoría francesa. Nos llevan a despejar incógnitas, a buscar soluciones, a trazar distintos caminos, a tropezar en la lectura, y de paso, también divertirnos. Por el contrario el álbum español es más lineal, unidireccional, y desemboca en un discurso con menos posibilidades. Quizá esto se deba a la poca experimentación en el panorama de nuestro álbum, más tradicional que posmoderno... No sé, pero el caso es que jugamos poco.


Morlot, Phillipe. 2014. Mon ABCD. Autoedición.

Pero, ¿son estas razones suficientes para que en España se traduzcan tantos álbumes franceses?... Me consta que no soy el primero que se ha fijado en todo esto y que son muchos los autores y editores que vienen observando lo que acontece allende los Pirineos, una realidad que está modificando la de nuestro libro-álbum. Ni qué decir tiene que el intercambio de ideas es el pan de cada día, pero sí es cierto que, la influencia del mercado francés es muy potente, algo que se puede deber a las siguientes coincidencias:
a) Los españoles (inclúyase quien quiera) somos provincianos por tradición (lo del vecino siempre es lo mejor aunque sea una mierda), por imitación (Hemos compartido reyes, ¿por qué no leyes? Sólo les voy a enumerar las educativas, unas que, después de treinta años, ha quedado claro que de poco valen) y por ósmosis (esto lo dejo para un monográfico...).
b) La aparición a finales del siglo XX y principios del nuevo milenio de muchas casas editoriales independientes ha supuesto una diversificación de nuestro mercado. Estas empresas necesitan productos diferentes a los habituales para competir en un sector que tradicionalmente había sido controlado por unos pocos. Es entonces cuando muchos de estos editores empiezan a mirar a otros horizontes y publican títulos procedentes de editoriales similares del ámbito francés, que tendrán éxito comercial. Por otro lado, estos editores deciden producir libros-álbum “afrancesados”, por un lado, para ampliar las miras de nuestros libros, y por otro, para favorecer la venta de derechos de autor a empresas francesas (cada vez más y más). Es lo que yo llamo (permítanme el símil con los palos del flamenco) los “álbumes de ida y vuelta”.


Benegas, Mar y Capdevila, Olga. 2016. Jeux et poèmes pour petits Boute-en-train. p'titGlénat (A buen paso en castellano)

c) Algo que tampoco se debe obviar es que la mayor parte de las casas editoriales que se dedican al género del álbum infantil en España están radicadas en Cataluña, una zona con una clara influencia francesa. Cataluña es uno de los puentes hacia Europa y la influencia que recibe de ésta es visible en muchas facetas de su vida cotidiana. Su cercanía geográfica permite las transacciones con el continente y las radiaciones de este tipo de productos hacia el resto peninsular.


Minne y Fortier, Natalie. 2004. Me encanta. Kókinos


Ruillier, Jerôme. 2005. Por cuatro esquinitas de nada. Juventud.

d) La proliferación en las últimas décadas de las agencias de compra-venta de derechos de autor de cuño francés en nuestro país, ha generado un aumento en la edición de este tipo de obras. Agencias como Isabelle Torrubia o Garbuix, extienden las creaciones del país vecino en el catálogo de muchas editoriales del nuestro a través de la mediación comercial-cultural de tipo internacional.
e) Existe cierto sector de críticos y especialistas LIJ que se decantan por estos libros-álbum (fetichismos tenemos todos... hay otros que prefieren el anglosajón o el libro-álbum asiático...) y es de esperar que, a la hora de ilustrar sus teorias o recomendaciones, echen mano de él con frecuencia. Todo esto puede deberse a la gran influencia que los estudiosos franceses, encabezados por Sophie Van der Linden (ver Álbum [es], editorial Ekaré), están teniendo en el ámbito internacional a través de medios especializados muy interesantes como la revista Hors Cadre[s] (Fuera [de]Margen en su edición española), arropando así a este tipo de artefacto cultural y dándole una mayor visibilidad dentro del ámbito de la LIJ.



f) Por último, llamar la atención sobre todos aquellos autores españoles (ilustradores sobre todo) que han preferido desarrollar su actividad en el mercado francés, una plataforma inmejorable para dar el salto internacional, bien porque su estilo tenía más cabida en él, bien porque tienen más facilidades por su amplitud. Sin olvidar que muchos de ellos traen despues sus obras al país donde se engendraron.


Chabbert, Ingrid y Guridi. 2016. Graou. Samir


Pez, Ana. 2004. Mon petit frère invisible. L'Agrume.

Aunque todo esto puede ser bastante positivo (todo lo que sea gestar nuevas concepciones discursivas me parece genial) y que la buena literatura (incluyo aquí al libro-álbum aunque sigamos debatiendo si pertenece a otras esferas artísticas) tiene un carácter universal, debemos notar que cuando un libro adquiere forma, lo hace inserto en un contexto, algo que le confiere ciertas características que pueden hacerse o no extensivas a otros entornos. A veces sucede que muchos de estos productos creados al abrigo de la sociedad francesa no tienen la aceptación que debieran en nuestro país a pesar de ser de impecable factura, y pasan a la esfera de lo desapercibido. Quizá esto se deba a la sobriedad y la sensatez con la que muchos se presentan en nuestro mercado, quizá sean demasiado minimalistas para nuestro afán por buscar los detalles explícitos en el preciosismo de las imágenes. Ellos son juguetones, nosotros cachondos. Su concepción estética es subconsciente e informal, y la nuestra, barroca y formal.
Es por ello que, aunque esta relación puede tener multitud de resultados, son los autores, los editores, los mediadores, y, sobre todo, los lectores, quienes deben velar porque estas sinergias sumen y no resten. Para que ambos caminos se llenen de encuentros sin dejar a un lado la propia identidad de cada uno, esa que debe responder al hecho cultural de cada una de sus sociedades.

2 comentarios:

Carmen dijo...

Pera qué arte tienes monstruo Román, me encanta esta entrada y todos los libros que citas. Gracias por alegrarme la jornada!

Román Belmonte dijo...

¡Me alegra que te alegre, Carmen! ¡Un besico!