Mostrando entradas con la etiqueta Libros juego. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Libros juego. Mostrar todas las entradas

martes, 9 de octubre de 2018

Sobrevivir con una pizca de picardía



No sólo de pan vive el hombre. También de vino, parrandas, besos y riñas. Pero sobre todo de picardía, porque en este mundo atestado de intereses es lo que verdaderamente prima.
Convengo con el padre de Albertito que es la palabra que mejor define España, porque a pesar de no quedar recogida en nuestra constitución (todo este tipo de documentos ganarían en esencia si hablaran de lo verdaderamente importante), nuestra patria común es la jeta.
Andaluces, catalanes, valencianos, vascos, gallegos, extremeños, manchegos, baleares, canarios, navarros, asturianos, cántabros, madrileños, maños y castellanos, murcianos, ceutís y melillenses. A todos nos sobra morro. Para no pegar ni clavo, para disuadir impuestos, para seguir cobrando el subsidio, para encasquetarle a otros varios muertos. A unos para unas cosas y a otros para otras, pero todos españoles (¡Que se nos vea a siete leguas!).


No es que yo esté en contra (¡Líbreme el señor! Que para golfo, un servidor), pero sí que debemos distinguir entre picaresca y “picaresca”. La pillería bien llevada, además de elegante, hace gracia. Sin embargo, aquella que busca el provecho mísero o el mal ajeno, repugna hasta decir basta, porque por mucho que algunos se emperifollen, sólo buscan basura y mierda.
Sagaces, astutos, hábiles… Son demasiados los personajes de los libros para niños que defienden esta forma de proceder, sobre todo cuando se trata de supervivencia. Por el contrario, cuando alguno de estos personajes pierde los papeles, ya se encarga el cuento de ponerlo en su sitio, para que aprenda que la inteligencia no es un arma para joder a los demás, sino todo lo contrario. Algo que en el día de hoy ejemplifico con Paso a paso, un simpático libro de Leo Lionni que recibió en su día una mención Caldecott.


Bebiendo de las argumentaciones y personajes que recogen las fábulas clásicas, el maestro Lionni nos ilustra el comportamiento humano con las peripecias de un gusano muy salao (sobre todo avispao) que intenta librarse de las garras de un buen puñado de pájaros que quieren echarle el guante.
No se lo pierdan porque bien vale una parada, no sólo por el mensaje (que siempre nos ponemos muy intensos), sino para echarnos unas carcajadas, e incluso para hablar de las unidades de medida o descubrir los sistemas referenciales (esto va para los maestros utilitaristas). Yo, por el momento, me quedo con las risicas, que son muy saludables.



jueves, 4 de octubre de 2018

¿Jugamos?


Llevo jugando cinco días (podría extrapolarlo a los trescientos sesenta y cinco días del año, pero hay que ser serios, o por lo menos parecerlo) y les puedo decir que me encanta. El juego está más de moda que nunca y se incorpora en los más variopintos ámbitos de la vida con el fin de motivarnos, solucionar problemas, mejorar la productividad o activar el aprendizaje. Es lo que se llama “gamificación” (el término “ludificación” sería más correcto en castellano, pero bueno…), una serie de estrategias que se han venido desarrollando desde principios de milenio en diferentes ámbitos –desde el empresarial hasta el entorno de las redes sociales- y que tiene bastante chicha, incluso en el libro-álbum y su lectura, que es lo que me interesa.


En primer lugar me gustaría plantearles la pregunta: ¿Leer es un juego? Algunos pensarán que sí, otros que no, y yo me quedo en el término medio ya que considero que depende mucho del enfoque que le demos a este verbo. Seguramente la lectura adulta se asemeje más a un procedimiento o a una destreza, pero en la primera infancia el acto de la lectura tiene que ver más con un juego (mecánicas, reglas y dinámicas mediante). Pero, ¿qué tipo de juego es ese?
Seguro que conocen multitud de juegos que pueden clasificarse en función de diversos criterios. Funcionales, simbólicos, reglados, psicomotores, sensoriales, cognitivos… Centrándonos en el criterio más evidente, el del número de jugadores, tenemos juegos colectivos y juegos individuales, categoría en la que podríamos incluir nuestro juego de lectura… ¿o no?


Si consideramos la perspectiva humanista podríamos decir que un libro, al igual que otras producciones culturales, como una canción o un videojuego, es la extensión de las ideas humanas, generalmente de un autor, que recibe otro humano, el lector. Es decir, el libro es un espacio de interacción, en este caso lúdica, el lugar donde convergen dos seres humanos, dos interlocutores, dos jugadores, y en el que se puede establecer un diálogo a pesar de la ausencia física de uno de ellos.
Por otro lado, si a estos pensamientos míos añadimos que existe un sinfín de libros cuyo contenido hace referencia al juego y otros aspectos de la gamificación, no sería cuestión baladí afirmar que LEER ES UN JUEGO, sobre todo cuando en las librerías nos encontramos con títulos como ¿Jugamos? un álbum de Svein Nyhus que invita al pequeño lector a pasárselo pipa junto a Butti, su protagonista.


Butti es claro, no se anda con rodeos. Invita a los críos a coger su mano y dejarse llevar. De una página a otra nos dice qué hacer, qué mirar. Se muestra receptivo y espera que tú te abras a su realidad. Para arriba, para abajo. Mira por aquí, imagina por allá. Esta es la prueba evidente de que un libro te puede hablar. En rojo y en azul, dos colores nada más. Créanme, sólo tienen que girar el pomo, abrir la puerta, leer y, sobre todo, jugar.


lunes, 2 de octubre de 2017

Espirales de todo tipo


Es lunes. Ayer pasaron muchas, demasiadas cosas, y como ante los sentimientos sobran los pensamientos, creo que lo más apropiado para comenzar la semana (y el mes) es hablar deeee... ¡espirales!
Se conoce como espiral a la línea curva generada en un punto que se va alejando progresivamente de él conforme gira. A pesar de confundirse frecuentemente con su prima hermana tridimensional, la hélice, es una forma plana. Aunque es difícil de creer, existen muchos tipos de espirales... Tenemos la de Fermat, la hiperbólica o la logarítmica que, aunque nos parecen la misma, varían en apertura de giro, línea y disposición espacial. Hay espirales demasiado estrictas como la de Arquímedes (estos griegos clásicos siempre tan cuadriculados...), otras muy biológicas como la espiral áurea o de Fibonacci (galaxias, borrascas, hojas de helechos y caracoles), otras dobles e incluso más juguetonas.


Apunte de Leonardo Da Vinci.

Dejando a un lado lo geométrico podríamos decir que las espirales están muy presentes en nuestras vidas, no sólo en las curvas que dibujan algunos objetos, véanse la de los regalices (¡lo que me encantaba desenrrollarlos cuando era un crío!), los mecanismos de algunos relojes, y ¡hasta el juego de la oca!, sino también en la dimensión más personal: la política se presta mucho a las espirales (muy a mi pesar), también los noviazgos y muchos matrimonios, e incluso la historia, que también suele adoptar formas espirales.


Son muchas las que han acompañado a la humanidad desde sus comienzos en sus ritos y credos. Todos, desde mayas a masones, hemos trazado ideas espirales. Unos por el simple gusto de ver como se curva la arena al paso de nuestros dedos, otros por mera superstición.. Se han encontrado montones de espirales sobre muchos monumentos funerarios megalíticos celtas, egipcios o precolombinos que hacen alusión la tríada nacimiento-muerte-renacimiento, son representaciones del sol, de la evolución o el crecimiento personal y colectivo... ¡Ups! Se me olvidaba:¡Miren el sophar judío! ¡También es una espiral!
Tampoco el arte se queda atrás a la hora de girar. Serpientes, dragones, cuerdas y laberintos adoptan esa forma enroscada en las obras de muchos autores como Salvador Dalí o el holandes Escher que aludió a las espirales en muchas de sus obras, bien por el enfoque del discurso, bien centrándose en el propio juego creativo.



Y así llegamos a Tomi Ungerer, otro genio que quizá no se informó tanto sobre estos engendros geométricos (o quizá sí, este hombre es un misterio...) cuando concibió su Caracol, ¿dónde estás?, un álbum editado por Kalandraka recientemente aunque data de 1962. Pero el caso es que a través de sus páginas he llegado a la conclusión de que este juego de buscar espirales y coincidencias en todo aquello que nos rodea es bastante satisfactorio, ¿a que sí?