Mostrando entradas con la etiqueta Editorial Nube de Tinta. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Editorial Nube de Tinta. Mostrar todas las entradas

jueves, 20 de abril de 2017

Un poco de narrativa infantil y juvenil en estos días de rosas y libros


Zuzanna Celej

Ya saben que el Román, este monstruo ávido de libros infantiles, siente verdadera pasión por los álbumes. También que es una persona bastante curiosa y suele meter las narices en otros muchos libros que no son los propiamente ilustrados. Por ello, en este jueves ventoso y siendo consciente de que hay monstruos que gustan de leer palabras y dejan a un lado las imágenes, les traigo unos cuantos apuntes sobre algunos libros de narrativa infantil y/o juvenil que he leído durante los pasados meses y que creo que merece la pena tener en cuenta. ¡Allá voy Día del Libro 2017!


Sin lugar a dudas Los incursores, el volumen que engloba las dos primeras novelas de la serie de Mary Norton (Los incursores y Los incursores en el campo) y que fue editado por Blackie Books hace un año y medio aproximadamente, se perfila la re-edición de literatura infantil clásica que más he disfrutado durante los últimos tiempos. Esto se debe no sólo a una edición magnífica (sé que muchos se acuerdan de las ediciones de Altea Benjamín, pero eso ya es historia), sino porque quienes gustamos de la literatura elaborada y la prosa algo más compleja que la se estila durante los últimos tiempos (¿Por qué la subordinación es casi inexistente y la construcción de los personajes tan inconsistente?), encontramos ciertos reflejos de nosotros mismos en esta obra necesaria de la LIJ. ¡Arrietty ni canta ni baila pero no se pierdan sus aventuras!



Sigo con Tania Val de Lumbre de María Parr e ilustraciones de Zuzanna Celej (Nórdica Infantil). Aunque puede parecer un libro bastante invernal por ambientarse en Noruega, lo cierto es que la luz y la naturaleza inundan de primavera sus escenas. Las peripecias de esta niña pelirroja nos trasladan a un mundo que tiene mucho que ver con las heroínas de la literatura infantil más conocidas como Pippi Calzaslargas, Ana de las Tejas Verdes y, sobre todo, Heidi, la protagonista de la obra de Johanna Spyri que recibe innumerables guiños desde esta novelita. Los paisajes nevados, la familia, sus idas y venidas, la amistad intergeneracional y el humor son los pilares de una narración a caballo entre la novela coral y la de aventuras por episodios, todo ello regado con melodías de violín y una mirada que, desde la inocencia, mira el mundo adulto con humor y sentido crítico.


Continuo con El mar y la serpiente, un libro de Paula Bombara publicado en la colección Nandibú Horizontes de la editorial Milenio. Es un libro cálido y acogedor, evocador y nostálgico. La primera parte es arrebatadora, no sólo por esa inocencia que envuelve las palabras que comparte la niña consigo misma, sino las que intercambia con su madre y las que reza a su padre. Hay algo que te mueve en cada silencio, en cada palabra que suena a eco. Sutil y crítico. El ritmo va in crescendo y provoca un internamiento en la historia paso a paso. Conforme tiramos de la hebra, obtenemos sorbos de información que nos llenan, nos conmueven y nos duelen. La segunda parte cambia de tercio, al expositivo, quizá más árido y que choca frontalmente con lo poético de la primera, un contraste que quizá sea intencionado por parte de la autora para afianzar el lapso espacio-temporal. Un libro que habla de Argentina y su historia, de las dictaduras y sus consecuencias.


Llega el turno de las novelitas de adolescentes... Después de haber leído Bajo la misma estrella no pude resistirme a la tentación de engullir Ciudades de papel, otra novela de John Green (Nube de Tinta) que fue llevada a la gran pantalla hace un tiempo. A pesar de constatar que no había tenido el mismo éxito que la primera, me dejé llevar por el lado más quinceañero de mi existencia y empecé con él. Aunque tiene un principio arrollador (lo mejor, sin duda), va perdiendo fuelle conforme se va desarrollando la acción. Guarda bien el ritmo y se lee con mucha facilidad (sin duda uno de los puntos fuertes de este autor), pero noté cómo iba cuesta abajo. Así que, de repente, me topé con un final un tanto incoherente y pegué un frenazo en seco. ¿Por qué buscas del lector un tirón de orejas hacia esa protagonista con ínfulas de estrella en vez de ensalzar la figura de un chaval que arriesga mucho por un amor que se terminará rebelándo (sí, con b) un tanto platónico (y patético)? ¿Me explicas?


Y termino con Mi hermana duerme sobre la repisa de la chimenea de Annabel Pitcher (Siruela), un libro que fue un sorpresa para mí, más que nada porque no lo conocía y se reveló como un acicate para con mis alumnos... Tuve la suerte de toparme con una edición original en Foyles, así que, cuando regresé a España busqué la versión española en la biblioteca más cercana y me lancé a la piscina... La escritora trabaja bien al elenco de actores (ese niño que todavía no ha pasado el duelo por la muerte de su hermana en los atentados del metro de Londres del 2005 y su familia desestructurada por la tragedia, bien merecen una lectura pausada), trata con suficiente realismo la relación entre los dos protagonistas de esta historia (aunque en algunos momentos deja entrever resquicios de debilidad, quiero pensar que esto no se deba a la autocensura y lo políticamente correcto) y crea una narración a través de la cual los lectores pueden hacerse preguntas abiertas sobre los conflictos entre lo cultural y religioso. Lo recomiendo abiertamente para últimos cursos de primaria y los primeros de secundaria.


Zuzanna Celej

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Un poco de literatura juvenil...


Seguramente muchos dicen que este blog, de literatura juvenil, poco. Y llevan toda la razón… No voy a negar que el álbum ilustrado me roba mucho menos tiempo, es más fácil estar al corriente de las novedades (se publica mucho menos) y se puede compaginar con la labor semanal en este blog. Pero durante la última semana y una vez terminado el ajetreo laboral, he robado unas cuantas horas a la rutina diaria para sumergirme en tres títulos a los que tenía ganas y así redimirme de mis pecados con este sector de la LIJ. ¡He aquí mis opiniones al respecto!


El primero de todos es Campos verdes, campos grises (editorial Lóguez), un clásico “lijero” en el que, a través de la parca narrativa de la recientemente fallecida Ursula Wölfel, podemos sumergirnos en una serie de pequeñas historias cuya intensidad deja un amargo sabor en nuestra conciencia e intenta presentarnos la realidad de hoy día a través de diversos paisajes humanos, a lo largo y ancho del orbe terrestre. Aunque dirigida a lectores competentes en edad infantil, creo que es el adulto quien se siente más cercano a estas estampas de marcado corte constructivista. Es por ello que sería necesario un adulto que, ejerciendo de guía, les haga meditar sobre lo (in)comprensible de nuestra especie.


Tras aguantar la constante jodienda de mi bibliotecaria favorita con este título, me decidí por el último ganador del premio Barco de Vapor, El tesoro de Barracuda (editorial SM), de mi paisana Llanos Campos, algo de lo que, he de decir, no me arrepiento en absoluto. Es un libro sencillo, sin pretensiones, jocoso, rítmico, con un trasfondo fantástico (se nota que esta mujer ha desarrollado su labor dentro del teatro infantil), y recomendado hasta la saciedad (lo voté para la selección del diario El País, con eso lo digo todo…). Hacía falta un poco de aire fresco en esto de la literatura juvenil patria ya que se estaba convirtiendo en un pequeño cortijo que ofrecía mucho título repetitivo y poca diversión… Si a ello unimos las adecuadas ilustraciones de Julia Sardá (me chifla esta mujer), tenemos un título la mar de recomendable para alumnos que terminan la educación primaria y otros que empiezan la secundaria. (N.B.: A ver si la editorial se dignase a enviarme un ejemplar, porque últimamente me tienen la mar de desatendido…).


Por último decidí darle una oportunidad a una de esas novelas lacrimógenas que ha engatusado a quinceañeras enamoradas-de-la-vida de todos los confines terrestres. Bajo la misma estrella de John Green (editorial Nube de Tinta), además de vender lo que no está escrito (creo que millones de ejemplares), ha inspirado una película estrenada el pasado verano, algo que me llevó a plantearme el despiece de este fenómeno literario. Me puse bajo el flexo durante unas cuantas noches y descubrí que, además de dos personajes un tanto extremos (a veces no comprendo bien porqué en este tipo de novelas los adolescentes tienen una idiosincrasia tan adulta…, soy experto en púberes y puedo decir que muchos de ellos, pese a tener vidas horribles, son incapaces de pensar como Ortega y Gasset), la historia envuelve algo más que personas enfermas de cáncer y una novela inconclusa sobre la que se construye el amor. Trata del miedo a la perdida, tanto de la propia vida, como de los sentimientos que tenemos hacia los demás, del dolor que supone el amor eterno, de la herida amarga y la dulce cicatriz que queda en nuestros corazones cuando el amor verdadero arraiga en ellos. Algo que bien merece reseñarse aunque no sea del gusto de todos los monstruos que amamos la lectura por encima de todo.