A pesar de sonar rancio y machista,
me encanta este fragmento extraído de un manual educativo de los años setenta
con el que me encontré en el expurgo de la biblioteca del centro. No se
escandalicen, feministas de pacotilla. Tampoco me tachen de falangista, progres
acomplejados. Todo sea por la lectura… (Risas traviesas).
Y aun cuando no
tengáis una profesión determinada o no la ejerzáis porque al casaros preferís
dedicaros exclusivamente al hogar, continúa siendo necesaria la lectura. Aun
diríamos más: en este caso, la lectura resulta imprescindible.
El ama de casa
sumergida en las rutinarias faenas domésticas, repetidas todos los días, corre
el grave riesgo de quedarse limitada a las cuatro paredes de su casa. Esto
sería un desastre para ella y para su familia. Y la mejor forma de evitarlo es
leyendo, cuando más, mejor: periódicos, revistas, libros. Pensad que la mejor
ventana para observar cuanto ocurre en el mundo, es la lectura.
La mujer dedicada al
hogar que continúa leyendo mantiene despierta su curiosidad (decía Azorín que
la vejez es la pérdida de la curiosidad) y no solamente se beneficia ella,
también hace un bien enorme al marido, a los hijos, al proyectar hacia ellos
todo el bien espiritual y cultural captado en lo que lee.
VV. AA. 1975. Economía
doméstica. Quinto y Sexto Cursos. Madrid: Almena-Delegación Nacional
Sección Femenina.
Imagen: Mujer joven leyendo un libro. 1634. Rembrandt.
Imagen: Mujer joven leyendo un libro. 1634. Rembrandt.