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jueves, 5 de octubre de 2023

De adultos infantilizados y viceversa


Si el otro día hablábamos de la desinfantilización de la infancia hoy toca hablar de la infantilización de los adultos.
La primera vez que oí hablar de este fenómeno fue durante las ponencias de CAP (para los no familiarizados, el antiguo master del profesorado de educación secundaria). Me resultó bastante curioso que la socióloga que hablaba desde la tarima contase que los adultos de los países desarrollados exhibían aficiones y comportamientos propios de la niñez. Era como si la infancia se prolongara más allá de los cuarenta palos.


Esto podía observarse en muchas facetas de la vida, no solo por querer un pellejo de porcelana, sino por otras muchas actitudes. La necesidad de sobreprotección, un rechazo constante del compromiso y la responsabilidad (léase amoroso, social o laboral), victimismo y narcisismo, tanto en la vida pública, como en la privada, o el presentismo son los rasgos más definitorios de estos pseudoadultos que, apoyados por el "establishment", siguen autoperpetuando una creencia errónea que poco tiene que ver con la complejidad del adulto de ayer.
Si no me creen solo tienen que fijarse en los libros para niños, un mercado donde afloran todo tipo de productos que, sin definirse como literatura infantil y desde esos puentes que construye el fenómeno "crossover", son consumidos por muchísimos adultos que, elusivos y juguetones, se resisten a bajarse del carro a costa de magia, cuentos de hadas e ilustraciones de niñas cabezonas, labios jugosos y ojos brillantes, todo un (des)propósito en el que muchos ven perversión pornográfica y fetiches no consumados.


Y no me quiero poner yo muy agorero, que ya saben que tiendo a lo negro, pero esto de cambiar los roles entre niños y adultos, tampoco es que sea una maravilla para los segundos. Frustración, ansiedad, impulsividad, pero sobre todo miedo son muchas de las consecuencias que sufren quienes se resisten a abandonar ese universo donde la vida se simplifica y nadie es dueño de sus acciones o pensamientos. Todo es líquido y la consistencia moral arruina muchas vidas que creen subsistir gracias a esa libertad ficticia que populistas y redes sociales han creado para uso y disfrute de los incautos.


Sinceramente, viendo este panorama, no sé como muchos de mis alumnos quieren hacerse mayores antes de tiempo. Es lo que debieron pensar Inma Muñoz y Gustavo Roldán mientras daban vida a Me lo he pensado mejor, un álbum publicado por Thule donde ponen en tela de juicio ese deseo tan recurrente.
El protagonista de este libro se hace mayor por culpa de un terrible picor de nariz y un tremendo estornudo. Al principio todo es maravilloso. Luego la cosa se pone un poco fea, sobre todo cuando tiene que conducir o sufre un percance con. ¿Será capaz de volver a su estado de niño o vivirá condenado a ser un adulto el resto de sus días?


Con situaciones jocosas y una estructura de sketch, los autores indagan en los pros y los contras de la infancia y la edad adulto. Una disyunción desde una perspectiva humorística que aborda este anhelo infantil desde la cotidianidad sin olvidarse de que nunca llueve a gusto de todos. Y cuando lo hace, ¡de qué manera!

viernes, 23 de noviembre de 2018

Escapando de otros monstruos



Llevo días queriéndome esconder de un monstruo que me acecha. Pensarán que es raro viniendo de otro monstruo, pero lo cierto es que los monstruos también tenemos nuestros monstruos. En mi caso, abomino de los monstruos mezquinos, malencarados, absolutos, obcecados y cretinos. No son de mi agrado. Te encrespan y consumen, te venden y te denigran. Lo mejor es esconderse de ellos. Tendré que elegir un buen rincón…

Para esconderse de un monstruo,
escojan bien la guarida.
Escuchen ya mis consejos
para no ser su comida.

Cualquier casa está dotada
de magníficos cobijos.
Estos son, sin duda alguna,
los mejores escondrijos:

Canastos con ropa sucia,
sudorosa y maloliente.
Si es monstruo de buen hocico,
escapará de repente.

[…]

Gustavo Roldán.
En: Para esconderse de un monstruo.
Ilustraciones del autor.
2018. Barcelona: Thule.



viernes, 15 de mayo de 2015

Cuestión de pelo


Ya es hora de que acuda al barbero, ya está bien de mesarme la mata que cubre mi barbilla... También he de esquilar la abundante lana que se ha adueñado del cogote. ¿Habrá sido la calima de estos días…? ¿Los envalentonados rayos de sol? ¿Esta florida primavera…? No hay duda de que es obra de la naturaleza (ya saben que estamos a sus órdenes). Es por ello que a grandes males, grandes remedios: tijeras, navaja y ¡un nuevo corte de pelo!

Érase una vez un hombre
de barba larga y rizada.
Piojos, pulgas y otros bichos
la tenían por morada.

Érase una vez un hombre
al que llamaban El Bigote,
pues el mostacho le crecía
de la nariz hasta el cogote.

Érase una vez un hombre
de mucho pelo mullido.
En su cabeza, un buen día,
un gorrión hizo un nido

Gustavo Roldán.
En: Disparates.
Ilustraciones del autor.
2013. Barcelona: La Galera.



lunes, 13 de abril de 2015

Volar con la LIJ


Hace mucho tiempo que no sueño con cosas bonitas (¿será que me he acostumbrado a soñarlas despierto?). De entre todos mis sueños recurrentes o repetitivos, el que más me gustaba era el de descubrir que volaba… Solía caminar por un amplio paseo, de pronto pegaba un salto y… ¡voilá!: Me quedaba suspendido en el aire, como flotando... La sensación de ingravidez se parecía a la misma que uno siente sumergido en el agua, cuando queremos hacer pie y una fuerza invisible nos impide tocar el suelo. Después de alcanzar la tierra y algo sorprendido, volvía a probar por segunda vez. Esta era más fácil. La experiencia era un grado. Y botando, y botando, aprendía a volar entre las ramas de los árboles, los vendedores de globos y alguna que otra cagada de pájaro. Era una sensación de libertad total que me envolvía en mis noches de niñez y adolescencia (ya saben que algunos crecemos poco…), y que hoy poco frecuenta mi letargo.


Aunque nadar como los peces también tiene su aquel, el vuelo de las aves tiene un no-sé-qué que conquista a medio mundo. Muchos necesitan alas para volar, otros se sirven de escobas mágicas o seres mitológicos y algunos prefieren desplazarse sobre una cama, una aspiradora o un castillo volador. A los que habitan el País de Nunca Jamás les basta con una pizca de polvo de hada y un hermoso recuerdo para surcar los cielos, y también  sé de un héroe antiguo que prefería cabalgar entre las nubes a lomos de un caballo apodado Pegaso en vez de morir intentándolo como aquel llamado Ícaro...


Lo cierto es que a mí, con un poquito de ilusión (¿dónde se habrá escondido?) me bastaba para hacer piruetas y cabriolas nocturnas. Sentirme especial, diferente por un instante (no se crean que los sueños duran mucho a pesar de que el cerebro nos engañe) era un ejercicio que me hacía regresar a la más pura infancia, me mantenía lejos de las preocupaciones que tienen los adultos y me procuraba fuerza necesaria para afrontar la mañana con una sonrisa. Les recomiendo abiertamente la experiencia, batir los brazos de arriba hacia abajo y comenzar el ascenso…. ¡Pero no se aficionen! ¡Todo tiene su lado malo!... ¿Qué pasaría si a todos nos diese por revolotear como los gorriones, planear como los buitres o migrar como las cigüeñas? Para saber la respuesta sólo tienen que echarle un ojo al libro pop-up de Gustavo Roldán titulado Si usted volara (editorial Combel) que, aunque sencillo, tiene un puntito evocador y un bonito mensaje.

miércoles, 27 de marzo de 2013

De papel y ediciones




Lanzo al aire una pregunta (esperando su respuesta… ¡aprovechen los comentarios!): ¿Por qué algunas editoriales utilizan papel excesivamente satinado y delgado para las páginas de sus libros? Me llamarán maniático pero es algo que no soporto por diversas razones que comentaré a continuación.
No sé si habrá algún estudio que defienda el uso de este tipo de material a la hora de editar libros para niños (suele ser más frecuente en obras de consulta y gruesos manuales), pero cada vez que siento el fino y suave tacto de estas hojas entre mis dedos sufro cierto repelús. Me resulta algo chabacano, como de editor cutre, poco elegante y venido a menos… No es que critique a pequeñas y modestas industrias que no pueden permitirse otro tipo de materia prima, lo que me jode es que reconocidas editoriales quieran venderme ese tipo de álbumes a precio de oro.
Por otro lado tenemos los aspectos técnicos, tengo entendido que el polvo que se produce en la guillotina con este tipo de papel tan tratado químicamente, es más difícil de eliminar y puede producir problemas a la maquinaria. También hemos de considerar que el reflejo que produce este tipo de soporte dificulta sobremanera la lectura de palabras e imágenes ya que distrae a la visión e impide la correcta definición de formas y colores.
Es por esto que pido desde aquí a los profesionales sobre los que recaiga esta elección, que eviten, en la medida de lo posible, el uso desproporcionado del satín en álbumes ilustrados.
Descubrí hace poco tiempo esa animadversión contra la que llevo luchando desde que empecé en esto, la causante de que muchas veces deseche algún que otro álbum ilustrado que podría ser digno de reseñar en este espacio. Les pondré un ejemplo, si el Juan Hormiga de Gustavo Roldán (editorial A buen paso) hubiese sido fabricado con ese tipo de papel, ni me hubiera fijado en él, lo que hubiera sido, no sólo un error, sino también una pena porque el álbum ilustrado en cuestión contiene una buena historia, algo de humor, bastante vida cotidiana y una excelente moraleja.
Y, siguiendo el ejemplo de Juan Hormiga y su abuelo, y dar tumbos por el mundo durante esta Semana Santa, me despido de ustedes esperando contarles mis hazañas londinenses en próximas entregas. ¡Disfruten!

viernes, 7 de diciembre de 2012

Manjares otoñales





Se va terminando el otoño y con él, el meloso sabor de los boniatos y la textura cremosa de las castañas. Esos platos de caza orlados de orejones y pasas, de dulces higos secos, de nueces y avellanas. Se apaga el rescoldo de los colores pardos, rojizos, de los árboles y cae el frío sobre las desnudas ramas…

Un aroma exquisito
sale del horno caliente…
¿Te apetece este otoño
un boniato
de piel veteada y crujiente?

*    *    *
¡Un tesoro!
¿Dónde?
¡Dentro de cada cáscara
se esconde!

Lola Casas y Francesc Chiva.
Boniatos y Frutos secos.
En: Ñam-ñam.
Ilustraciones de Gustavo Roldán.
2011. Villaviciosa de Odón: Almadraba-Hermes.
Imágenes: Sarah Melling