Mostrando entradas con la etiqueta Pato Mena. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Pato Mena. Mostrar todas las entradas

jueves, 13 de abril de 2023

De la escasez de agua y el desierto inminente


Según comentan los hosteleros, la Semana Santa ha sido un éxito. Playas y calles rebosando y ha hecho el agosto hasta el Tato. Y no me extraña, porque con estas temperaturas estivales no hay quien se resista a salir a la calle.
Lo mejor de todo es que el sol no pica como el pleno verano. Un sol de julio que calienta lo justito para animarse a aflojar la cartera y soltar los billetes en manojos de cincuenta, cosa que interesa a más de uno para tener contento a un populacho diezmado por la inflación y las imposiciones exteriores.


Curiosamente nadie habla de cómo está el campo, esa ruina sempiterna que se acucia conforme pasan los días. No sé por su zona, pero aquí lleva sin caer una gota desde primeros de diciembre. Casi cinco meses sin ver llover gracias al temible anticiclón de las Azores. Todo un récord teniendo en cuenta que estamos a mitad de la primavera.


Y es que España, ese país que disfruta de cualquier abundancia ficticia, no se percata de su déficit hidrológico. Todo quisqui tirando el agua. Varias duchas diarias, piscinas, césped en todos los parques y turismo a raudales. Teniendo en cuenta que la mitad sur peninsular está en riesgo de desertificación y la norte ya no es lo que era, deberíamos plantearnos seriamente este tema.


Ojalá gastáramos lo mismo en infraestructuras para el ahorro y optimización de los recursos hídricos que en propaganda institucional. Porque el agua potable, ese bien preciado que se desperdicia con tanta facilidad, será nuestro fin. La gente está muy alegre luciendo bikini en pleno abril, pero como la cosa siga así, no vamos a tener con qué fregar los platos, con que lavarnos la cara, regar las explotaciones agrícolas, ni dar de beber al turista alemán.
Visionaria donde las haya, la editorial A buen paso, lanza dos nuevos títulos que vienen al pelo.


El primero es Plap plap. El corazón de la lluvia, con texto de María José Ferrada e ilustraciones de Marco Paschetta. Los autores que nos regalaron Zum zum. El viaje de la semilla, se vuelven a reunir para hablar de otro fenómeno natural, el ciclo del agua.


En clave poética y con unas ilustraciones delicadas y sugerentes donde colores azules y dorados se complementan a la perfección, este libro se dirige a prelectores y primeros lectores que sienten curiosidad por lo que les rodea. José Ramon Alonso es el encargado de aportar la nota científica en su epílogo.


El segundo es Atacama. ¿Adónde van las vizcachas?, escrito e ilustrado por Pato Mena. Precedido por el exitoso Onsen ¿Qué hacen los monos?, este nuevo libro se centra en el comportamiento de las vizcachas, unos roedores emparentados con las chinchillas que viven en Acatama, el desierto más famoso de Chile y uno de los lugares más áridos de la tierra.


Sirviéndose de los mismos recursos narrativos que en su anterior título (el sketch, la repetición o los pictogramas), Pato Mena nos cuenta una historia muy humorística en la que una familia de vizcachas huye de los peligros que las acechan. Además de hacernos reír, nos presenta otra serie de animales que habitan este espacio y un par de fenómenos curiosos.
Háganse con ellos, disfruten y recapaciten. Son una advertencia perfecta sobre lo que nos puede ocurrir si no prestamos atención.

miércoles, 17 de noviembre de 2021

Aguas termales en mitad del frío


Da mucha pereza bañarse en invierno, se lo dice uno que se pasa el día en las piscinas. El primer tiritón lo pasas al quitarte la ropa. Se te ponen los pelos como escarpias al mínimo soplo de aire. El segundo viene cuando rozas el agua con el dedo gordo del pie. Es suficiente para temblar ante lo que nos espera. Pero lo peor viene cuando nos lanzamos de golpe al líquido elemento y encogemos una cuarta (como mínimo). Eso sí que es impresión.


Me encantan los balnearios. Si fuera por mí, me pasaba todo el invierno escaldándome en un spa. Lo malo es que no suelen ser lo suficientemente grandes como para nadar más de cinco metros. Un baño tranquilito hasta que te arrugues como una pasa y poco más. Males menores de los pequeños lujos de la vida.
No sé si sabrán que se considera agua termal a todas aquellas que superan en 5ºC a la temperatura ambiental. Dependiendo de la temperatura que alcancen se definen varios tipos, que van desde las hipotermales (superior a 20ºC) hasta las supertermales (superior a los 100ºC).


El que alcancen una temperatura u otra se debe a su origen. Se pueden formar por la infiltración del agua a través de las fallas hasta llegar a las capas profundas del subsuelo donde la temperatura es mayor, o se pueden generar por el calor que emana de un enclave plutónico o magmático próximo.
El hecho de que sea caliente, facilita la disolución de los minerales del entorno, por lo que muchas de ellas tienen alto contenido en iones como hierro, cloro o azufre en su composición. La razón por la que se utilizan desde tiempos inmemoriales para el tratamiento de ciertas afecciones, sobre todo dermatológicas, digestivas, nerviosas o musculares.


Algunas de las fuentes termales más conocidas son las de Archena (Murcia, aquí cerquita), Széchenyi (Hungría), Carlovy Vary (República Checa), Bath (Inglaterra), Grindavik (Islandia), o el Parque de Jigokudani, la reserva natural situada en la prefectura de Nagano (Japón), que inspira nuestra historia de hoy.
Onsen. ¿Qué hacen los monos? se llama el álbum de Pato Mena y A Buen Paso que, además de presentarnos una curiosidad de la siempre sorprendente naturaleza (vean la foto y entenderán de qué les hablo), explora el comportamiento que desarrollan los monos que protagonizan esta historia a caballo entre ficción y realidad -al fin y al cabo yo lo veo como un cuaderno de etología-.


Los monos despiertan en mitad de la nieve y comienzan con una rutina diaria que se llena de idas y venidas hacia las aguas termales, todo ello narrado por la voz de mi paisano ya fallecido Constantino Romero (si suelen ver los documentales de La 2, entenderán que me haya permitido esta licencia). Una seriedad que contrasta con la vis cómica que tienen esos monos en los que parece reflejarse el lector-espectador.


Si a esta estructura le unimos los recursos comunicativos que, a modo de pictogramas, ha desarrollado el autor, se establece un libro circular en el que aprendemos y reímos a partes iguales, algo que, bien pensado, es bastante para un libro de prelectores o primeros lectores.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Contemos con una sonrisa



Sí, lo confieso, soy de ciencias y me considero nulo en matemáticas. No creo que sea el único a tenor del odio que destilan las matemáticas entre muchos de mis alumnos. Tienen bien clarito que el álgebra y el cálculo no son lo suyo a pesar de haberse decantado por la lógica formal.
Lo mío con el mundo de los números ha sido un matrimonio de conveniencia, una relación de idas y venidas que nunca llegará a su fin, más que nada porque cuando menos me lo espero, ¡zas! Senos y cosenos, varianzas y desviaciones típicas reaparecen en mi vida y la ponen patas arriba. No es que yo esté interesado en borrarlas de la faz de la tierra, pero viviría un poquito más cómodo si cada uno nos mantuviésemos en nuestro sitio. Lo digo por ellas, también por un servidor, que todos tenemos amor propio y nos duele, sobre todo lo nuestro.


Pese a ello no me resisto a considerar algún acercamiento, que las “mates” son el lenguaje universal. Sobre todo si se trata de sumas y restas, multiplicaciones y divisiones (sencillas, claro, porque como me tenga que poner a hallar un cociente con varios dígitos, decimales incluidos, seguro que la cago). Ecuaciones, de primer y segundo grado, raíces cuadradas, ni pensarlo (eso cayó en el olvido, en los recuerdos de la primaria), fracciones, puedo atreverme, pero lo peor de todo son derivadas e integrales… A mí que no me corten trajes, pero quien se inventará semejante tortura, tiene el infierno ganado.


A pesar de este desamor, no cejen en su empeño, pues todavía quedan humanos que se pirran por la aritmética. El caso es empezar, dar con un buen profesor (dato importante), quitarle hierro al asunto, tirar la toalla nunca y no obsesionarse con la solución, pues las ciencias exactas, tan exactas no son. Sólo basta con abanderar ese lema de que “Están en cualquier lado”, véanse la nómina, el camino de Santiago o el ticket del supermercado. Se hacen tan patentes que hasta la literatura infantil se hace eco de ellas. Buen ejemplo de esto es ¡Contemos 5 ranas!, un libro con mucha miga de Pato Mena y publicado por Loqueleo-Santillana.


Tomando como excusa una simple enumeración (se supone que del uno al cinco), el señor Mena hace un alarde de buen gusto y elocuencia, transformando lo que en principio podría ser un mero libro para aprender a contar, en un libro interactivo de excelente factura. Para ello utiliza seis personajes, mucha metaliteratura, una situación absurda, un narrador expectante y disrupciones narrativas entre las que se cuelan artistas invitados, un enfado e incluso un posible cambio de título/cubierta. No creo conveniente destriparles el argumento (sería romper la magia de la lectura… ¡Ups! Quería decir aritmética), pero sí me creo en el deber de avisarles sobre el poder que este libro tiene para arrancar sonrisas mientras nos hace cavilar (restas incluidas).
No se pierdan esta alocada obra de teatro con cuatro actos (invito a todos los profesores de infantil y primer ciclo de primaria a la puesta en escena del mismo con sus pupilos... El resultado se me figura una maravilla) porque es un empujón, no sólo para jugar con los números, sino para entender que con los libros se puede aprender y disfrutar a la vez.