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lunes, 20 de enero de 2025

Copia que te copia


Últimamente me he aficionado a preguntarle a mis alumnos (sobre todo ellas) qué novelas están devorando. De tanto en cuento acudo a las librerías y ojeo los títulos. Mucho amor, bastante drama, humor blanco y todo muy políticamente correcto. Parecen calcos unas y otras. Lo único que cambia es el contexto y cuatro elementos lingüísticos. Leída una, leídas todas.
Lo más curioso de todo es que no se cansan de leer una y otra vez lo mismo. Quizá tenga que ver con esa tendencia tan pueril de la insistencia y la recreación, quizá sea un trastorno obsesivo compulsivo. O puede que todas esas copias estén tan logradas que logran encandilar a cualquiera.


A lo largo de la historia no han sido pocos los que han copiado. De hecho, el mundo de las ideas está lleno de copias. Tanto es así, que se piensa que solo unos pocos han sido verdaderamente originales. El resto solo han ido mejorando poco a poco lo que otros inventaron previamente.
Si bien es cierto que la copia mal entendida es un lastre para cualquier oficio, copiar tiene un lado muy positivo. De hecho, los que nos dedicamos a esto de la didáctica, creemos que es un ejercicio inmejorable, pues el que aprende se fija en los detalles, entiende el proceso creativo y afronta los problemas mucho mejor. Del mismo modo, ayuda a mantener nuestro patrimonio tanto científico, como humanístico.
Si nadie hubiese copiado los pergaminos y códices de la Antigüedad, ahora no tendríamos ciertas obras disponibles. Si los artistas no pudieran ir a los grandes museos a copiar a los grandes maestros, las jóvenes promesas no aprenderían las técnicas más refinadas y serían incapaces de utilizarlas en sus propias obras.


Quizá eso es lo que nos plantea Guridi en La copia, su último libro. Publicado por la editorial almeriense Libre Albedrío, este álbum de formato vertical en el que Guridi se divierte de lo lindo, no solo con la geometría y los guiños que construye a base de ejes de simetría y detalles mínimos, sino con ese juego en el que los espectadores se sumergen para buscar las diferencias entre unas ilustraciones que parecen haber sido duplicadas digitalmente, ¿o no? No subestimen la capacidad de los artistas para duplicar con exactitud. Todos han copiado mucho…


Del mismo modo, el texto se fragmenta a cada golpe de página y echa mano de las repeticiones para crear un efecto del eco muy acertado que resuena en unos lectores que entienden lo que quieren. Del mismo modo, si leemos las páginas izquierdas por un lado, y las derechas por otro, se abren dos nuevas historias, porque las copias, por muy copias que sean, también tienen su propia historia.


Aguadas negras, pupilas que se mueven, siluetas que se superponen y formas angulosas que contrastan sobre fondos circulares construyen una fábula, tan surrealista como inquietante que nos invita a pensar sobre el fenómeno de la repetitividad desde diferentes puntos de vista.

martes, 14 de noviembre de 2023

Cuentos de hoy con sabor al ayer


Alguna vez habrán escuchado aquello de “la oportunidad la pintan calva” y seguramente no se hayan detenido a pensar que tendrá que ver una casualidad con la alopecia. Como yo sí me he puesto a indagar, les diré que se relaciona con las representaciones grecorromanas de la diosa Ocasión, una mujer alada y calva excepto por el flequillo. Esto quería decir que las oportunidades hay que agarrarlas de frente, porque cuando ya han pasado volando es imposible cogerlas por la melena. Del mismo modo, la expresión “por los pelos” también alude a la misma diosa y se utiliza para indicar ese margen escaso que hay entre el éxito y el fracaso.
Lejos de alegorías, hablemos de la importancia de la coyuntura, de estar en el sitio justo, en el momento exacto, de la llamada suerte. Un fenómeno que si bien es cierto que tiene algo de libre albedrío, también debemos relacionarlo con la causalidad. Tu décimo de lotería no puede resultar premiado si no has comprado ninguno, y no puedes leerte las obras completas de Cărtărescu en rumano a menos que sepas hablar esa lengua.


Todo tiene que ver con las elecciones, jugar nuestras bazas y tomar la decisión más certera. Y ni siquiera así, porque ya sabemos la de vueltas que da la vida y lo que parecía ser un premio de los hados, se convierte en un castigo endemoniado. Y si ya nos sumergimos en el tortuoso camino del triunfalismo vs el victimismo, la cosa se complica hasta cotas insospechadas.
Lo mejor es dejarse llevar por el instinto y los propios intereses, suele ser lo más plausible y proporciona menos quebraderos de cabeza porque, al fin y al cabo, la propia supervivencia es un mal mayor comparado con el alcance de bienes, lujos y otros aditivos que poco tienen que ver con el hambre.


Y hasta aquí, la introducción de un cuento de Pilar Serrano y Karina Cocq que lleva por título Una mágica oportunidad. Publicado este otoño por la editorial almeriense Libre Albedrio, narra la historia de dos familias que, a pesar de compartir tabique, ven la vida de muy diferente manera. Los Siestro, además de pobres, se dejaban consumir por sus miserias. Los Diniestro, eran también pobres, pero vivían de sueños y tenían mejor talante frente a la vida.
Un día, en mitad del frío y la lluvia, una anciana aparece por el camino y ambas familias le ofrecen cobijo. En agradecimiento, la anciana les regala dos calabazas mágicas, una para cada familia. Cada familia decide un destino diferente para su calabaza. ¿Cuál de las dos será la acertada?


Con un aire de antaño, esta historia tan inspiradora bebe de otros cuentos tradicionales donde se nos habla de la importancia de obrar con lógica y sentido común, en vez de esperar que lo sobrenatural obre un milagro casi siempre inexistente. Al mismo tiempo nos habla del valor de la actitud positiva frente a la adversidad, del trabajo como acicate vital y de la cooperación entre iguales.


Ilustraciones donde los colores realizan una función impecable creando diferentes atmósferas, oscuras al principio, luminosas después. Siluetas, el contraluz, un sol centelleante, ese arcoíris como colofón, guardas peritextuales… Todo para aupar un cuento moderno con tintes de otro tiempo.

miércoles, 28 de diciembre de 2022

Divorcios sonoros


Cuando los famosos se separan, la televisión nos aburre con sus dimes y diretes. Cuernos, llantos, broncas, venganzas, acuerdos monetarios, pilladas, paparazzi…  Todo se centra en los adultos y sus cuitas, en ver quién saca la mejor tajada. Pero nadie menciona a los hijos, las grandes víctimas de este tinglado.
Al otro lado de ese egocentrismo adulto, nos encontramos con críos de cinco, siete o doce años que se enfrentan a una debacle, la de reconstruir su propio universo a consecuencia del derrumbe familiar. “Román, déjate de dramas, que esto no es de ahora. Las familias desmenuzadas han existido toda la vida y son muchos los hijos de padres divorciados que han salido adelante”.


Repartirse las vacaciones, no poder compartir las fechas señaladas con ambos progenitores, simultanear hogares con reglas diferentes, nuevas parejas y nuevos hermanos, ausencia de referentes, conflictos de intereses, pensiones de manutención…
Muchos psicólogos te dicen que lo encajan a la perfección, que son muy maduros para su edad y que están familiarizados con esta realidad, hoy en día tan natural. Y yo discrepo mientras pienso en ellos como pelotas de pingpong, armas arrojadizas o vagamundos de diez años.


Depresiones, suicidios, adicciones o fobias. No disponer de las herramientas suficientes con las que afrontar una situación delicada puede desembocar en situaciones poco deseables. Y es que un ecosistema complejo como la familia necesita destrezas igualmente complejas para rehacerse sin que ninguno de sus elementos se vea perjudicado, para retornar a un equilibrio donde las huellas no sean tan profundas como para herir a alguien.


Para acercarnos a todas estas cuestiones tenemos El lenguaje de los pájaros, un libro recientemente publicado por la editorial Libre Albedrio. Escrito por Toni Ulled Nadal, ilustrado por Ignasi Font y publicado por la editorial Libre Albedrio nos cuenta la historia de una separación desde un punto de vista especial en el que la gestión de las emociones y la rutina diaria se dan la mano en un elegante compás.
Un pájaro acude a la ventana de Mateo todas las mañanas. Un día a la de su padre, al siguiente a la de su madre. El pájaro le habla pero él no conoce su lenguaje y son sus padres quienes le traducen lo que le dice. Finalmente, Mateo lo aprenderá y descubrirá lo que le cuenta su amigo en mitad del parque.


Honesta y sencilla, esta historia donde la imaginación y la fantasía son fundamentales, establece una vía para canalizar la compleja relación que se desarrolla en una familia tras un divorcio. En ella, la idea de utilizar al intermediario para verbalizar directa o indirectamente, aunque puede ofrecer una impresión velada de la realidad, también ahonda en la culpa o la protección de la infancia.
Escenas donde la luz del amanecer o del atardecer invitan a la calma y la tranquilidad, pequeños detalles que entrelazan las escenas (ese café humeante me chifla) y un texto donde el ritmo es pausado y los detalles se desvelan a cuentagotas, hacen de este álbum un acercamiento sencillo y poético hacia esa ruidosa realidad de las separaciones que a veces puede acallar el mero trino de un gorrión.

domingo, 20 de noviembre de 2022

Defectos o virtudes, ¿de qué está hecha la infancia?


Me dice el móvil, ese artilugio tan inteligente, que hoy toca celebrar el Día del niño y la infancia. Aunque yo lo hago todos los días en pellejo propio o ajeno, me voy a sumar a los faustos hablando de críos y sus cosas, una de las principales temáticas de la literatura infantil, género que nos ocupa a los monstruos.
A pesar de esa desinfantilización de la infancia que está ocurriendo hoy día en ciertas sociedades y de la que he hablado en artículos como este, los chiquillos siempre tienen un algo que me vuelve loco: hacer y decir lo que les dé la real gana. No viven llenos de prejuicios ni convenciones sociales (cada vez tienen más, pero esperemos que el ejemplo adulto no cunda tan rápido) y suelen tener una perspectiva muy personal de todo lo que sucede a su alrededor.


Su capacidad de mirar para otro lado y darle la vuelta a la tortilla es inimaginable. En cierto modo me recuerdan a los viejos pero con menos malicia (alguna tienen, pero son inexpertos y eso se tiene que notar). Sus asociaciones de ideas son maravillosas y logran estimular el cerebro de cualquiera que se interponga entre la realidad y su cosmovisión.
Clarividentes, desinhibidos y frescos. Da igual su procedencia o el estrato social al que pertenezcan, las criaturas siempre encuentran una manera muy sui generis de justificar un discurso descarado o sin pies ni cabeza.


Pero claro, no a todo el mundo le parece adecuado... “No digas eso” “No hagas eso” “No pienses eso” son algunas de las frases que más repiten padres y maestros. La mayor parte de las veces lo que digan o hagan nos parece defectuoso y alocado, pero en el fondo, es igualmente razonable al de cualquier adulto. Eso no quiere decir que sea válido (¿Quién decide eso?), sino que las convenciones quieren menospreciarlo e invisibilizarlo.
Y para homenajear a todos esos pequeños deslenguados, hoy les traigo cinco libros que celebran las perspectivas infantiles y las guardan entre sus páginas, no solo para hacer las delicias de los lectores, sino para recordarle a los adultos que los defectos pueden transformarse en virtudes.


El primer título que traigo a esta pequeña miscelánea es Singular, un álbum de Susana Rosique que ha publicado por la editorial Narval y ya va por su segunda edición.


Como bien sabéis, en los hormigueros reinan el orden y el trabajo. Todas las hormigas siguen las instrucciones y curran sin cesar. Bueno, todas no, hay una hormiga que de vez en cuando se sale por la tangente y disfruta de las cosas hermosas que encuentra por el camino, algo que no gusta al resto. Un día hay un gran problema en el hormiguero y será precisamente ella, con su capacidad de observación y su ingenio, quien hallará la solución.


Con mucho collage digital, el uso de pictogramas y una narrativa muy secuencial que hace honor a la vida ordenada de estos himenópteros, tenemos un libro con un discurso libertino y esperanzador donde las voces infantiles resuenan una y otra vez. Hay una escena que siempre me arranca una sonrisa triunfanl, ¿adivinan cúal es?


En No a todas las niñas les gusta el rosa, David Pintor nos da su peculiar perspectiva sobre los estereotipos de género utilizando para ello su voz y la de su hija Nara -su mayor inspiración en esta etapa creativa-, para aupar el único libro de esta tanda en el que el adulto minimiza esos "defectos" infantiles que tan poco gustan.


Echando mano de clichés como el color rosa, los peinados bonitos, el uso de maquillaje o los juguetes dirigidos a las niñas, hace una crítica humorística utilizando una clara disyuntiva entre texto e imágenes, un recurso que redobla el doble sentido y nos hace pensar de lo lindo.


Sin discursitos buenistas y un estilo muy característico, el autor gallego apela a la elegancia para abrir un melón que lleno de detalles hermosos donde el cariño entre un padre y su hija es el verdadero leitmotiv de una narración basada en preguntas y respuestas que son el pan de cada día para muchas familias.


El tercer libro de esta tanda es de Juan Arjona y Christian Inaraja. Todos mis defectos, un álbum editado por Libre Albedrío se sumerge también en el modus vivendi de un chaval que, según todos los adultos que lo rodean, está lleno de defectos.


Es muy desordenado, tarda horas en darse un baño, le echa la culpa a su hermana de cualquier trastada, hace muecas en mitad de clase o no se cansa de escuchar en mismo cuento una y otra vez. Sin embargo, él, con la inocencia que suele caracterizar a la infancia y una nota de humor, sabe sacarle jugo a cualquier situación.


Sencillo y directo, el texto de Juan Arjona, juega en primera persona con las diversidad tipográfica y el extrañamiento, un recurso que nos hace esbozar una amplia sonrisa y al mismo tiempo ayuda a posicionarnos en el papel del protagonista. Sobre las ilustraciones decir que son coloristas, complementan al texto, ahondan en los detales y, sobre todo, ayudan a ese juego de alternancia dialógica que nos propone esta simpática propuesta editorial.


El penúltimo título de esta serie es Feliza, un pequeño álbum de Mo Gutierrez Serna y la editorial Thule.


Feliza es una enana muy maja que tiene un montón de virtudes. Bueno… al menos, eso piensa ella, porque a tenor de lo que dice o hace, podríamos decir lo contrario. Objetiva o subjetivamente está claro que es una niña y que, por ahora, se conforma con serlo, que al fin y al cabo, es lo mejor que puede hacer.


Disyunciones textuales (no es lo mismo lo que piensa que lo que verbaliza), vaivenes tipográficos (¡Me encanta el dinamismo!) e ilustraciones minimalistas (¡Lo que se puede decir con unas manchas de color...!) donde el tamaño relativo importa, nos embeben de esa inocencia tan característica de la infancia que todos necesitamos para sobrevivir a cualquier etapa de la vida.


Para terminar hay que echar mano de Shinsuke Yoshitake y Mis razones, un libro-álbum que acaba de publicar Pastel de luna, una de sus editoriales de cabecera en España, y que, como no podía ser de otra forma, está lleno de fantasía y buen humor infantiles.


Como en el libro de Arjona e Inaraja, el japonés echa mano de los defectos que tiene el niño protagonista, a ojos de los adultos (sobre todo de su madre). En este caso, el crío, echa mano de un sinfín de razones tan inverosímiles, como absurdas, para justificar comportamientos como hurgarse la nariz, morderse las uñas o saltar en la cama.


Con sus diagramas explicativos, imágenes secuenciales, repeticiones de concepto o perspectivas cinematográficas, Yoshitake da un giro de 180 grados a la perspectiva y nos habla de disparar rayos de felicidad a los demás, comunicarse con los topos que habitan el subsuelo o domar sillas. Ahora toca saber las tuyas.
Merece la pena darse un paseo por sus páginas y disfrutar con la inventiva de este niño que, transforma sus defectos en virtudes, algo con lo que siempre comulgo desde esta condición de niño-monstruo que la naturaleza me ha dado.

viernes, 27 de mayo de 2022

La noche que nos arropa


Cuando asoma el calor urge la necesidad de aligerarnos. Tanto es así que, mientras dormimos en las noches de verano, solo queda la noche como cobijo.


[…]

A veces,
y solo a veces,
quiero escapar y no puedo.
A veces, cuando anochece…
tengo miedo.

Y me escondo en el pijama,
el pijama entre las mantas,
las mantas sobre la cama,
la cama bajo las sombras
y las sombras en mi alma.

Y hasta la cama se escama,
y hasta las sombras se asombran,
y hasta las mantas se espantan,
al sentir en la ventana
un cuervo negro que canta.

[…]

Pedro Mañas
En: La noche es un pijama.
Ilustraciones de Guridi (Raúl Nieto)
2022. Almería: Libre Albedrío.



jueves, 5 de mayo de 2022

Queridas madres



Queridos melones, como anduve de viaje continental, no pude celebrar el llamado día de la madre como se merecía. Pero como nunca es tarde si la dicha es buena, hoy les traigo dos libritos para que los compartan con ellas o, en el caso de que ustedes sean las protagonistas, que los disfruten con sus hijos cualquier otro día, que eso de los “días de” ya está un poco demodé.
Elijan ustedes la manera de hacerlo. Despanzurrados en el sofá, con música de fondo, bajo la manta, con palomitas de maíz, quizá una bandeja de pasteles, en un banco del parque, a la orilla del mar o viendo la lluvia desde la ventana. Riendo, llorando, cantando, comiendo, bebiendo, discutiendo..., hay tantas formas de celebrarlo como madres e hijos.


El primero es un libro sobre madres penitentes e hijos impertinentes. La mamá y el bebé salvaje de Barbro Lindgren y Eva Eriksson de Niño Editor es de esos libros que no dejan indiferente. Quizá muchos piensen que es todo un despropósito, un mal ejemplo para cualquier niño. El protagonista se pasa las normas por el forro, hace lo que quiere, es un desvergonzado, y se ríe una y otra vez de esa bendita mujer que le dio la vida. Reconozco que, cuando lo leí por primera vez, el adulto conservador que vive en mí se agitó bastante. El nene es la ostia y se merece una buena tunda. No sé cómo esa pobre aguanta tanta perrería infantil.


Cuando lo lees por segunda vez, la cosa cambia. Te fijas más en los detalles, en que ese niño malcriado al final recibe su merecido y termina por reconocer que no hay nada como el cariño materno para ser feliz. Un punto que en cierto modo recuerda a otras obras cumbre de la LIJ, como mi querido Donde viven los monstruos, El aprendiz de brujo de Goethe o el Pinocho de Collodi. Una historia que habla de lo subversivo y lo libertino desde un punto de vista más directo, en el que el protagonista se encara a las normas del ecosistema adulto.




El segundo es Algún día, un libro de Mo (Mónica) Gutierrez Serna y editado por la casa almeriense Libre Albedrío. En este libro de aspecto minimalista se utilizan los barcos para hablar de las relaciones materno-filiales desde un punto de vista muy marítimo. Con ilustraciones bastante económicas pero igualmente simbólicas, un texto poético avanza conforme pasamos las páginas. Metáforas y una buena dosis de ternura nos acunan con el rumor del mar, ambiente tan calmado como turbulento que puede simbolizar el terreno tan dinámico en el que se mueven una madre y su hijo.



Por primera vez son barcos y no personas ni animales, los encargados de hablar de toda una serie de situaciones y emociones que se hacen eco de muchas cuestiones en las que seguramente muchas mujeres se ven reflejadas durante la crianza de sus hijos. Mirando al futuro, al presente y al pasado, este viaje surca los mares de ese océano cambiante que es la vida y se centra en la experiencia de una autora que, inspirada en los barcos que pululan a diario por la bahía de Santander, nos regala una historia geométrica y colorista. 


Una historias en la que seguro muchos se ven reflejados ya que extrapola situaciones y deseos de padres cualesquiera que protegen y empujan a sus churumbeles a buscar su propio camino con un manojo de consejos y una pizca de buen humor. 

lunes, 27 de diciembre de 2021

Fascismo familiar



Aparte de miedo, lo que he visto y oído los días pasados no tiene nombre. El virus ha vuelto a despertar la peor parte del ser humano. La más cínica, alarmista, egoísta, separatista, simplista y absurda. No he visto cosa igual. Nada tiene ni pies ni cabeza.
Y si las anteriores oleadas hemos despellejado vivo al vecino, a la frutera o al profesor de nuestro hijo, gracias a Omicron la peña se ha ensañado con la familia, el último bastión a esa inconsciencia que muchos llevamos viendo todo este tiempo de pandemia. Les ilustro con algunos ejemplos de incoherencia por parte de aquellos que siguen a pies juntillas los dictámenes de “amado líder” y abogan por el fascismo familiar.


Tengo una amiga que ha pillado el bicho para no ver a la familia (interpreto…). Llevaba un mes cuidándose como una bendita. Desde que la nueva cepa apareció. Doble mascarilla, triple vacuna, teletrabajo y actos sociales bajo mínimos. Todo controlado hasta que la casualidad en forma de concierto en el WiZink Center (perplejidad máxima) se le apareció la víspera de Nochebuena. A eso le llamo yo hacer las cosas a conciencia. Y la familia un disgustazooooo…
Otro amigo mío se ha confinado con tal de no matar a la parienta. Tras una semana con un catarro que no llegaba a gripe, se le ocurre prestarse como cobaya a un test de antígenos (la cosa no tenía mucho sentido después de siete días disparando virus, pero bueno, allá él…) y ¡zas! ¡en to’ la boca! Se pasó la Nochebuena encerrado a cal y canto por prescripción de su señora, disfrutando de la cena gracias a la caridad familiar y departiendo con sus cosanguíneos vía on-line. Espero que los días que le restan (sin síntomas, por cierto), se entretenga leyendo y no le dé por practicar con el cuchillo jamonero.
Sé de otro señor que ha tenido en cuarentena a sus hijos toda la semana. Los nenes se fueron de juerga y él, en vez de actuar con lógica y hacerles un par de test en caso de que presentaran algún síntoma, les puso un cartel en la frente que rezaba “apestados”, los metió bajo llave en sus respetivas habitaciones y los alimentó por debajo de la puerta. Él, como ciudadano ejemplar (eso le ha dicho la tele), creerá que solo administró una dosis de penitencia a los pecados sanitarios de su prole, y yo solo barajo dos opciones: secuestro o maltrato.


Con el rollo de que todos nos queremos (cosa que es mentira) muchos han tenido la excusa perfecta para putear a sus seres queridos estos días. “Lo hacemos por el bien de todos” “Hay que ser solidario. Este año más que nunca” “Gracias a tu sacrificio, nosotros viviremos” "Arrima el hombro aunque se te caiga a cachos de tanta vacuna" Les juro que oyendo tantas sandeces edulcoradas me he partido de la risa. Entiendo la precaución y preocupación cuando tienen sentido (personas con riesgos o sintomatologías graves), pero todo lo anterior es propio de los Monty Python.
La familia debería estar para apoyarnos, no para ensañarse con nosotros, denigrarnos, apuntarnos con el dedo o, en su defecto, con el hisopo de los test rápidos. No creo que nadie quiera hacer daño a sus seres queridos de forma consciente, y a pesar de que a muchos se les hayan nublado las neuronas con tanto miedo, que tengan un poco de vergüenza y demuestren respeto por sus allegados. Bastante tiene el que lo ha pillado con soportar la enfermedad y tomar decisiones poco agradables. Si nos queremos, que se note.


Para inspirarles algo de ternura por sus maridos, hijos y hermanos, hoy les traigo dos libros. Tanto Loba, de Pablo Albo y Cecilia Moreno (editorial Libre Albedrío), como Dos lobos blancos, de Antonio Ventura y Teresa Novoa (reeditado por Iglú) son dos álbumes que revisitan el tema de los lazos familiares y afectivos, en ambos casos tomando como protagonistas dos historias sobre lobos, unos animales que nunca abandonan a la manada.


En el primero se nos presenta una historia un tanto bucólica, donde la contemplación de la naturaleza acompaña a este viaje que realiza una loba hasta su cueva donde se encontrará con sus lobeznos. Todo el trayecto se llena de experiencias hermosas que también llenan de recuerdos a un lector, niño o adulto, que se fija en los detalles mínimos. La lluvia, las hormigas o el viento nos acompañan en este paseo sensitivo con final entrañable.
Aupado por unas ilustraciones coloristas donde las figuras planas, la geometría y el minimalismo son cómplices de un lector muy iconográfico que gusta de lo sencillo pero con abundantes detalles, lo encontramos irresistible para hablar del medio que nos rodea o leerlo en mitad del bosque.


En Dos lobos, un álbum con amplia trayectoria desde que lo publicara por primera vez Edelvives, también nos encontramos con una travesía, en este caso la expedición de rescate que llevan a cabo dos lobos que acuden al auxilio de una loba herida que se refugia junto a su hijo en mitad de la nieve. Si bien es cierto que el texto tiene mucho lirismo, también encontramos cierta tensión, un deje misterioso. Pinceladas intrigantes que nos invitan a avanzar en la acción, al tiempo que hacemos compañía a los dos protagonistas.


Un relato que ahonda en las relaciones familiares tomando como escenario unas ilustraciones donde los grandes espacios cubiertos de nieve y surcados por curvas sinuosas nos envuelven. El blanco, su amplitud, su soledad, tranquilizan e impresionan a partes iguales, al mismo tiempo que contrastan con esa oscuridad nocturna en la que avanzan unidas dos figuras animales, produciendo un efecto que atrapa y embelesa.