Alguna vez habrán escuchado aquello de “la oportunidad la pintan calva” y seguramente no se hayan detenido a pensar que tendrá que ver una casualidad con la alopecia. Como yo sí me he puesto a indagar, les diré que se relaciona con las representaciones grecorromanas de la diosa Ocasión, una mujer alada y calva excepto por el flequillo. Esto quería decir que las oportunidades hay que agarrarlas de frente, porque cuando ya han pasado volando es imposible cogerlas por la melena. Del mismo modo, la expresión “por los pelos” también alude a la misma diosa y se utiliza para indicar ese margen escaso que hay entre el éxito y el fracaso.
Lejos de alegorías, hablemos de la importancia de la coyuntura, de estar en el sitio justo, en el momento exacto, de la llamada suerte. Un fenómeno que si bien es cierto que tiene algo de libre albedrío, también debemos relacionarlo con la causalidad. Tu décimo de lotería no puede resultar premiado si no has comprado ninguno, y no puedes leerte las obras completas de Cărtărescu en rumano a menos que sepas hablar esa lengua.
Todo tiene que ver con las elecciones, jugar nuestras bazas y tomar la decisión más certera. Y ni siquiera así, porque ya sabemos la de vueltas que da la vida y lo que parecía ser un premio de los hados, se convierte en un castigo endemoniado. Y si ya nos sumergimos en el tortuoso camino del triunfalismo vs el victimismo, la cosa se complica hasta cotas insospechadas.
Lo mejor es dejarse llevar por el instinto y los propios intereses, suele ser lo más plausible y proporciona menos quebraderos de cabeza porque, al fin y al cabo, la propia supervivencia es un mal mayor comparado con el alcance de bienes, lujos y otros aditivos que poco tienen que ver con el hambre.
Y hasta aquí, la introducción de un cuento de Pilar Serrano y Karina Cocq que lleva por título Una mágica oportunidad. Publicado este otoño por la editorial almeriense Libre Albedrio, narra la historia de dos familias que, a pesar de compartir tabique, ven la vida de muy diferente manera. Los Siestro, además de pobres, se dejaban consumir por sus miserias. Los Diniestro, eran también pobres, pero vivían de sueños y tenían mejor talante frente a la vida.
Un día, en mitad del frío y la lluvia, una anciana aparece por el camino y ambas familias le ofrecen cobijo. En agradecimiento, la anciana les regala dos calabazas mágicas, una para cada familia. Cada familia decide un destino diferente para su calabaza. ¿Cuál de las dos será la acertada?
Con un aire de antaño, esta historia tan inspiradora bebe de otros cuentos tradicionales donde se nos habla de la importancia de obrar con lógica y sentido común, en vez de esperar que lo sobrenatural obre un milagro casi siempre inexistente. Al mismo tiempo nos habla del valor de la actitud positiva frente a la adversidad, del trabajo como acicate vital y de la cooperación entre iguales.
Ilustraciones donde los colores realizan una función impecable creando diferentes atmósferas, oscuras al principio, luminosas después. Siluetas, el contraluz, un sol centelleante, ese arcoíris como colofón, guardas peritextuales… Todo para aupar un cuento moderno con tintes de otro tiempo.
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