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jueves, 23 de abril de 2020

¡Feliz Día del Libro con una selección temática!


Supongo que ya se habrán enterado de que hoy es 23 de abril y que los libros salen a las pantallas porque a la calle está difícil. Todas las redes sociales se han abarrotado de libros, de sugerencias de lectura, de presentaciones on-line, de textos curativos, de talleres y cuentacuentos para grandes y pequeños, demostraciones en vivo y un montón de cosas más para ensalzar la figura del libro dentro de nuestras posibilidades.
Aunque a muchos les resultará, además de poco rentable, un tanto desangelado, impersonal y triste, yo siguo pensando que cualquier contexto nuevo puede ser una oportunidad para repensar nuestra relación con el mundo del libro y abrir senderos entre la maleza que nos lleven al mismo punto. Quizá, y teniendo en cuenta que mi existencia se debe principalmente al universo virtual, yo estoy más acostumbrado a existir de esta manera y pienso que esto del coronavirus, aunque vertiginoso, puede ser catártico.
Por mi parte y teniendo en cuenta que estoy a todas horas hablando de libros (¡Qué cansino es el Román!), me uno a la fiesta presentando una guía de lectura infantil sobre ecología que he realizado para ABIBA, la Asociación de Bibliotecarios de la provincia de Albacete, que tuvo la idea de celebrar el cambio de década con los objetivos de desarrollo sostenible que plantea Naciones Unidas en la década que empieza, la llamada Agenda 2020-2030. Como ellos son estupendos, muy amablemente me pidieron hacer una selección y darle forma, así lo hice sacando tiempo de donde pude. A pesar de que la guía está en formato físico gracias a la colaboración de varias entidades, todavía no hemos podido montar un sarao para darnos cera, así que, mientras esperamos que alguien las saque de las cajas que están en la Biblioteca Pública del Estado de Albacete, hemos decidido darle alas en este Día del Libro de una manera virtual.



Antes de nada decirles que no están todos los que son pero si son todos los que están. Tenía ciertas limitaciones y tampoco pretendía que fuera un listado interminable de libros, por eso me ceñí a unos cuantos objetivos y a todos aquellos libros infantiles, bien de ficción, bien de no ficción, que apostaran por el discurso ecológico y no tanto el ecologista (eso es para los políticos y otros compromisos que no parten de mi espíritu de biólogo).
Si no tienen bastante con esto, les animo a disfrutar con algunas de las selecciones que pueden encontrar en esta casa de los monstruos, como esta de clásicos básicos del álbum actual o esta otra sobre libros en los que los libros son los protagonistas.
Y poquito más de parte de este monstruo que tanto trabaja por los libros desde hace más de 12 años. ¡Feliz Día del Libro 2020!

jueves, 3 de diciembre de 2015

De la superpoblación humana


Lo de la superpoblación, además de ser una milonga para justificar conflictos armados y muchas matanzas (que necios y malvados son algunos, si tenemos en cuenta que la mayor parte de las miserias de este mundo se suceden en África, un continente con una densidad de población paupérrima), también tiene su aquel cuando hablamos de la salud del Globo... A mayor población, mayor escasez de recursos (entonces ¿porqué tiramos tanta basura en las zonas más pobladas del planeta?), mayor consumo (paradójico si consideramos que hay tanta pobreza... y menos cultura...) y más contaminación (¿para eso llevo más de ocho años compartiendo coche para ir al trabajo? Algo no debe funcionar...). Si seguimos reproduciéndonos de esta forma descontrolada, una de dos: o acabaremos convirtiendo este planeta otrora hermoso en un termitero infesto de parásitos, o terminaremos comiéndonos los unos a los otros (algo que ya hacemos en sentido figurado).


Otra opción bastante plausible sería la de convivir de manera sana y armoniosa con el entorno que nos rodea, sin explotar en demasía los recursos y no comportándonos como orugas insaciables, o, en caso contrario, necesitaremos un flautista de Hamelín que nos arroje al acantilado encantados por el sonido de su dulce flauta (podría ser un bonito argumento para un relato futurista de Isaac Asimov, ¿no creen?).
En cualquier caso creo que no es necesario convertirse en seres antropófagos puesto que la Naturaleza ya tiene métodos igualmente agresivos, como los tsunamis, los terremotos, los tornados o los tifones -la crueldad es la crueldad-, para regular el hacinamiento de las especies y permitir que todos vivamos en un correcto (dejémonos de sentimentalismos humanos...) equilibrio.


Así que les recomiendo echar mano del sentido común (ya que las leyes no sirven de nada, utilicen este arma tan útil) y aprender a convivir con nuestro entorno natural y el vecino de turno, sin excederse en el papel de “animales inteligentes” en el que la codicia y el poder nos llevan a cometer atrocidades contra nuestro mundo.
Si necesitan ilustrarse al respecto durante esta semana en la que la lucha por preservar el medio ambiente en unas condiciones óptimas ha sido la protagonista (testimonial y caduco), les recomiendo acercarse a una librería y comprar Moletown. La ciudad de los topos, una fábula sin apenas texto de Torben Kuhlmann y editada por Juventud que, con unas ilustraciones preciosistas de secuenciación impecable, nos muestra la capacidad de los organismos para alterar su entorno de una manera desorbitada e ilimitada.


Ya saben, léanlo (o regálenlo a algún ecologista), porque si no lo hacen, tendrán que desenterrar el hacha de guerra y asestar un golpe mortal a todo lo que vemos, para quedarnos después, solos y desarropados.