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miércoles, 15 de enero de 2025

Benditos preguntones


Preguntar puede ser bastante incómodo, pero al mismo tiempo gratificante, sobre todo si recibes una respuesta nutritiva (cosa que no siempre sucede) y nadie te propina un zarpazo por haberte inmiscuido en la vida privada del otro.
Las preguntas pueden ser inocentes o con mucha enjundia. Hay preguntas fáciles que pueden ser laberínticas y preguntas muy complejas que la mayor parte de las veces tienen una solución más que sencilla. Las hay inocentes y con mucha maldad. Hay preguntas delicadas y otras que se hacen a bocajarro. Indiscretas o sutiles, también. Las más divertidas son las picantonas y las más esquivadas las monetarias.


Preguntar bien es todo un arte, por eso no sabe hacerlo cualquiera. La mayoría de las personas preguntan para matar la curiosidad, no para enriquecerse con nuevas preguntas. He ahí la clave. Preguntar para aprender, aprender preguntando, algo que echamos de menos los que enseñamos, sobre todo en un tiempo en el que la inteligencia artificial, las redes sociales o San Google capacitan a cualquier inepto para sentar cátedra.
Es extraño el poder de las preguntas. A veces nos aúpan y a veces nos derriban. Un hecho tan cotidiano como el extrañamiento, esa entonación que las acompaña, puede acabar con la carrera de un político, dejar patidifuso a un profesor o despertar el letargo de un premio Nobel.


Y pregunta a pregunta, me detengo en las que nos proponen Mac Barnett y Christian Robinson en su último álbum. Publicado por Libros del Zorro Rojo hace unos meses, este libro titulado Veinte preguntas nos propone un juego donde la imaginación y las posibilidades se combinan para interpelar al lector.


Y es que conforme vamos pasando las páginas, nos encontramos una imagen acompañada de una pregunta curiosa que interpela a los lectores desde el extrañamiento. Algunas suponen escondites ilustrados, nos invitan a identificar animales o descubrir formas sencillas, algunas nos seducen con la aritmética y la mayoría invitan al disparate. Interruptores fantásticos que desde el surrealismo nos hacen reír y ponen a prueba nuestra inteligencia en un escenario donde todas las respuestas son posibles.


Preguntas e imágenes se articulan en una propuesta muy lúdica donde, además de lecturas muy variopintas, genera un discurso diferente con cada lector-espectador. Una especie de algoritmo narrativo en el que caben montones de suposiciones (y por tanto historias) diferentes. Incógnitas y surrealismo, detalles (¿se han fijado en las guardas?) y estampas bucólicas e inquietantes se columpian en un álbum sencillo que bien puede servir para entrenar a los escritores y guionistas del futuro.

martes, 26 de noviembre de 2024

Historias nocturnas


Durante las semanas pasadas han ido llegando a la redacción de este blog un buen puñado de libros ambientados en el maravilloso mundo de la noche y como la temporada pasada y la anterior elaboré una pequeña selección de libros dedicados a la cena, las buenas noches, las historias nocturnas o los intríngulis del sueño, este año vuelvo a hacer lo propio con libros que tratan estos temas tan recurrentes en la LIJ y que tanto gustan a pequeños y grandes antes de acudir a la cama. Sin más dilación aquí les dejo con ellos. Y no pierdan de vista esta entrada porque seguramente vaya sumando alguno más a lo largo de este curso.


Empezamos con Cuernamanteca, un libro de Magali Bonniol y Pierre Bertrand, editado por entreDos. Esta historia empieza a la hora de la cena, esa en la que Pedro se niega a tomarse la sopa, algo que trae de cabeza a toda la familia. Su padre le advierte que si no se la termina, la bruja Cuernamanteca vendrá en mitad de la noche y lo asustará hasta que se tome la sopera entera. Pedro no hace ni caso y se va a la cama con el estómago vacío como otras muchas veces. Pero esa noche, el armario se abre con un chirrido espantoso y aparece en la habitación la temida bruja que empieza a crecer y a enfurecerse. ¿Acabará Pedro comiéndose la sopa?


Con elementos muy recurrentes de los cuentos de hadas (esa bruja tan estereotipada, un héroe muy ingenioso y rimas consonantes que suenan a hechizo), los autores nos presentan una historia cotidiana aderezada con la mejor de las fantasías que bebe de la literatura infantil más subversiva (el triunfo de Pedro ante las normas del universo adulto queda muy claro). De dimensiones apaisadas, seguro que este álbum les arranca más de una sonrisa cuando busquen una cuchara…


Seguimos con Buenas noches, Álex Álvarez, un clásico de Gunilla Bergström recuperado por la editorial entreDos. Publicado por primera vez en 1972, nos cuenta la historia de un chiquillo de cuatro años que ha encandilado a millones de lectores. Como cualquier otro, no para ni un segundo. Tan pronto se porta bien, como se convierte en un demonio, ríe a ratos y llora otros. Primero, el cuento, después, lavarse los dientes, luego, un vaso de agua… ¡No deja en paz a su padre! El hombre solo quiere que se quede durmiendo y deje de dar la lata. ¿Será capaz de ello?



Con mucho humor, la autora sueca nos presenta una de esas situaciones tan comunes en los hogares con niños pequeños. Así pasa, que los padres viven esclavizados por sus hijos, unos que no saben diferenciar juegos y obligaciones. Menos mal que al final será Álex Álvarez quien ponga ese puntito de ternura a un libro sin pretensiones que solo pretende robarnos una sonrisa con una realidad muy recurrente.


Buenas noches, cariñito, un álbum de Muriel Zürcher y Stéphane Nicolet (Petaletras), también se adentra en el momento de las buenas noches. A Cariñito (no les digo más...) le han contado un cuento, le han dado el beso de buenas noches y se dispone a dormir. De repente, alguien llama a la puerta. Es su madre preguntándole si ha ido al baño. Que siiii. Vuelven a llamar. Es su padre cantándole una nana. Termina y se va. ¡Toc, toc! ¿La van a dejar tranquila de una vez? ¡Ella solo quiere dormir!



Aunque utiliza el mismo escenario narrativo que el anterior, el mensaje es completamente opuesto, pues realiza una crítica a ese modelo de paternidad actual que tanto ha calado en muchas familias donde el sobre-proteccionismo y el empalague alcanzan cotas insospechadas. Apelativos edulcorados y mucho diminutivo ridiculizan a unos padres que se muestran excesivos e impertinentes ante una hija que tiene más sentido común que ellos.


Conejito de luna de Choi Young Ah y editado por Libros del Zorro Rojo es otro de esos libros que nos sumergen en el mundo de la noche de la mano de un conejito que intenta devolverle a la luna un pedazo que se le ha desprendido por culpa de una estrella fugaz. El conejito intenta alcanzar a nuestro satélite utilizando mucho ingenio, pero no consigue acercarse tanto. ¿Conseguirá llevar a buen término su reto?



Basado en una leyenda tradicional que pulula por muchos países asiáticos, este libro nos habla de cómo enfrentarnos a las adversidades, aunque sea a trancas y barrancas. La autora coreana nos presenta una historia sin palabras utilizando elementos del cómic y esas ilustraciones a caballo entre el anime, la técnica digital y el dibujo tradicional donde el paisaje y la naturaleza cobran mucha importancia. Alternancia de planos, secuencias y movimientos, mucha carga emotiva y un final lleno de júbilo juegan a favor de un libro muy agradable.


Como en una selección de libros nocturnos no podía faltar uno sobre miedos infantiles, para terminar les traigo ¿Quién dijo miedo?, el bautizo editorial de Ana Sánchez Garea, gracias a la editorial gallega Pepa A Loba. A Eli no le gusta la oscuridad y su padre le pide que cierre los ojos al tiempo que le va enumerando los montones de cosas hermosas que suceden cuando el sol se apaga. Brillan las luciérnagas, se oye el crepitar de las hogueras, estallan los fuegos artificiales e incluso florecen algunas plantas.



Con mucho virtuosismo, la autora da vida a unas ilustraciones muy evocadoras donde los planos generales y los primeros planos van dibujando estampas bucólicas y realistas que dan valor a esos momentos en los que la luz se abre paso en la oscuridad y la llena de significado. Momentos festivos, otros más íntimos, donde hay mucha belleza y también sorpresa. Aprender a poner en valor las cosas por poco que nos gusten, también es necesario a la hora de conocer el mundo que nos rodea y despejarlo de supuestos peligros y miedos infundados.
¡Buenas noches, queridos monstruos!

lunes, 25 de noviembre de 2024

Desastres cotidianos


Ayer fue un día de mierda. Sí, lo afirmo con total claridad. Los alumnos están imposibles. La primavera parece haberse adelantado unos cuantos meses (Y no me extraña… ¡Menudas temperaturas para vislumbrarse diciembre…!) y sus hormonas juegan al ping-pong en los pasillos. Son capaces de cualquier cosa con tal de hacer su santa voluntad.
Por otro lado, tengo a los compañeros. Una suerte de dinosaurios que, habiendo adquirido la condición de vacas sagradas, son capaces de defenestrarte con tal de seguir manejando el cotarro. ¡Hábrase visto tanto mangoneo! Y lo peor de todo es que se jubilan en menos que canta un gallo…
Y luego, las familias… No hay nada peor que una madre más arrogante que sus vástagos. Se retratan en un plis. Que si trabajo en tal sitio, que si conozco a no-sé-quién, que si confío en mi hijo plenamente… Menos lobos, Caperucita, que en el fondo eres una arribista de medio pelo, una lumpen teñida de clase media que intenta lavar su pasado a costa de menospreciar a todo el que te ponga en evidencia.


Menos mal que mi curso avanzado de croquetas está dando sus frutos y en nada me voy a convertir en un maestro de la bechamel y los rebozados. Un pequeño consuelo me hace brillar tras la tempestad. No hay nada como relativizar los pequeños desastres de la vida y contemplar lo acontecido desde una perspectiva más distante. Y si no sabes cómo hacerlo, he aquí una pequeña guía en la que encontrarás esa mínima situación que te saca de tus casillas.


Aquí está la Guía ilustrada de las catástrofes de cada día, un libro de Noritake Suzuki que nos regala la editorial Libros del Zorro Rojo y que se antoja uno de libros del año. Con un formato de guía comentada, este álbum que cabalga entre la no ficción y la ficción, nos hace un recorrido por situaciones cotidianas que, por suerte o desgracia, casi todos hemos experimentado alguna vez.


Una tostada que se quema, un exceso de salsa en la comida, una pajita que se cuela dentro del zumo, un helado que comienza a derretirse, el calcetín juguetón que cae detrás de la lavadora, te quedas sin papel higiénico cuando más falta hace o pisar una mierda (una de las cosas que más odio en este mundo). Todas estas desgracias y muchas más quedan recogidas en este librito donde las expresiones del protagonista nos dicen mucho.


Muchísimo humor para invitarnos a ver muchos momentos desde lo paródico, no caer en el drama y buscar la solución (o en su defecto, el lado bueno). Con juego de búsqueda incluido y un aperitivo del segundo volumen, no se pueden perder este libro que nos presenta estas desgracias en un formato muy ameno que incluye el grado de importancia, su peligrosidad, la probabilidad de que sucedan y desastres similares.
Para regalar a todos los cenizos que nos rodean, personas dramáticas o con días desastrosos como un servidor.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

Libros infantiles vestidos de fábula


Si bien es cierto que las fábulas han vivido tiempos mejores, nadie puede negar su importancia es esto del universo de la LIJ, no solo por ser un género tradicionalmente orientado hacia los críos por muchas razones, sino por la gran influencia que ha tenido sobre otras producciones literarias.
Muchos estudios apuntan a que la fábula nació en Oriente, concretamente en la India, para educar a los hijos de los nobles e infundir en ellos valores y virtudes con los que poder ejercer como gobernantes. Aunque todavía se conservan algunas de estas colecciones, véase el Pachatantra (s. III a.C.), son posteriores a la primera fábula documentada, El halcón y el ruiseñor, un relato recogido por Hesíodo en el siglo VIII a. C. También se disputan su autoría en Mesopotamia, un lugar donde recopilaban pequeñas historias sobre zorros astutos, perros desgraciados y elefantes presuntuosos en tablillas de arcilla con escritura cuneiforme.


A pesar de no tener claro su origen, la fábula se va abriendo camino en diferentes culturas y prolifera por diferentes zonas del Asia Menor y la región mediterránea, alcanzando su máxima expresión gracias a Esopo, una figura (si es que fue solo un hombre…) casi mitológica que popularizó estas creaciones protagonizadas por animales y objetos que guardaban una enseñanza moral o práctica.
Como suele pasar, a Grecia le sucede Roma, más concretamente, Fedro y Horacio, dos poetas que se encargaron de reescribir las de Esopo en verso o hacer sus propias aportaciones a la tradición fabulística que ya había calado en el ambiente cultural de un imperio.


Y así, con las fábulas que los cruzados que trajeron de Oriente durante la Edad Media y el Renacimiento, los fabulistas modernos que, como La Fontaine o Samaniego, reverdecieron un género que había caído en el olvido y otros autores contemporáneos como Horacio Quiroga o Arnold Lobel, la fábula fue evolucionando y enriqueciéndose hasta nuestros días para continuar con el propósito principal con el que fueron creadas: moralizar a los cerebros más plásticos, una tendencia que nunca pasa de moda.
Del mismo modo, cuando pienso en las sinergias entre fábulas y cuentos, me viene a la mente cierta conferencia de Perry Nodelman que puso patas arriba un congreso del IBBY. En ella, ponía en tela de juicio el uso indiscriminado de los animales humanizados en la LIJ. Este peso pesado se preguntaba por qué no dejábamos en paz a otros seres vivos y los despojábamos de cualidades únicamente inherentes al ser humano. Pues sí, Mr Nodelman, he aquí otro lastre fabulístico que sigue vistiendo los libros infantiles.


Y para que vean que las fábulas siguen más vivas que nunca, aquí me hallo hablando de Topotipo y Topotapo, la revisión que Roberto Piumini e Irene Volpiano han hecho de fábula clásica El ratón de campo y el ratón de ciudad. Publicado por Libros del Zorro Rojo, la archiconocida narración de Esopo, se viste de blanco y negro y una estética muy cinematográfica para aleccionarnos sobre esa dicotomía entre el pueblo y la ciudad, entre los lujos y la modestia que tanto gustan en cualquier parte del mundo.
Relean esta historia en un nuevo formato lleno de teatralidad y detalles minuciosos que nos proponen los autores italianos sin renunciar a la esencia de la original, pero con unos guiños muy actuales.

lunes, 21 de octubre de 2024

Hacer novillos o el ejercicio de la libertad


Es lunes y daría lo que fuera porque no hubiera escuela. No seré yo quien se queje de la vida del maestro, pero sí de la del pobre, una que me obliga a trabajar para pagar las facturas. Hipoteca, agua, gas, alcantarillado, electricidad, comunidad de vecinos… todo eso y mucho más me mantienen a merced de un puesto laboral que me tiene sujeto a unos horarios.
¿Quién no se levanta un lunes con ganas de irse a pasear bajo la lluvia, buscar setas o leer una buena novela? No todo se resume en acurrucarse bajo las sábanas a modo de gusano de seda y dejar que pasen las horas. Los madrugadores tenemos otra visión diferente del aprovechamiento. Hacer ejercicio, terminar esa acuarela que se está haciendo cuesta arriba o tocar el saxofón.


Decía una amiga mía que ella quería ser multimillonaria, no para costearse la servidumbre, sino para que nadie tuviera que hacer sus tareas. Me pareció un concepto en el que detenerse. Tener tu propio huerto, preparar un caldo de patatas o barrer el porche me parecen quehaceres encantadores. Tampoco suponen un desgaste sobrehumano y son bastante entretenidos.
A la gente se le llena la boca con artículos de lujo, coches, motos, productos de alta tecnología o viajes a todo trapo, pero lo cierto es que en la modestia también vive la riqueza, esa que muchas veces saben disfrutar los viejos desde esa atalaya que les otorga el tiempo y los jóvenes que deambulan por el mundo sin un duro en el bolsillo.


Y como está página bucea entre libros infantiles, aquí les traigo La escapada, un álbum delicioso de Rozenn Brécard que acaba de publicar Libros del Zorro Rojo tras la gran acogida que ha tenido en los países francófonos.
Este álbum nos cuenta la historia de dos hermanos, una niña y su hermano pequeño que, tras perder el autobús escolar, deciden hacer novillos y lanzarse a la aventura en el pueblo costero en el que viven. Cruzar a la otra orilla en una barca, darse un chapuzón en las frías aguas del océano, explorar un desguace de coches, encontrar un amigo canino o escapar de una persecución son algunas de las peripecias que les suceden durante la jornada, ¿pero conseguirán regresar a casa?


Con gran maestría, la autora francesa afincada en Finisterre se interna en el maravilloso mundo de hacer novillos (pellas para el centro peninsular), una constante infantil que no pasa de moda. Desde ese lugar subversivo que ofrece prescindir de la rutina escolar, los personajes de esta historia, no solo se enfrentan a las convenciones adultas, sino que construyen todo un universo emocionante que embelesa a cualquiera.
La naturaleza, una ubicación inmejorable, un medio antrópico grisáceo, animales de compañía, imágenes bucólicas… Todo se articula para ensalzar la libertad, un espacio en el que la imaginación y los deseos campan a sus anchas, un paréntesis que vez en cuando se hace necesario en esta vida de compromisos adquiridos.


Con una óptica muy cinematográfica, las imágenes se suceden en este híbrido de álbum y novela gráfica sin calles ni viñetas, una doble vertiente que, utilizando dobles secuenciaciones (dentro del mismo escenario o en distintas ubicaciones), nos ofrece un lenguaje narrativo muy dinámico. Si además añadimos la técnica mixta elegida (acuarela y lápices de colores), todo se funde en una suerte de fiesta muy animada que nos invita al disfrute.


Eso sí, no hay que olvidar que, a veces, los miedos y el cansancio hacen mella, y lo mejor es volver a esa zona segura que es el hogar…

martes, 21 de mayo de 2024

¿Dónde pongo el huevo?


Cada vez que me pongo a parlotear con mis alumnos de bachillerato, me vuelvo loco. Y si el tema es “¿Dónde quieres estudiar?”, la clase es todo un desmadre. Madrid, Albacete, Valencia, Alicante, Barcelona, Murcia… ¡No saben dónde van a poner el huevo! Yo meto un poco de cizaña y les digo que si este sitio es un aburrimiento, que si en el otro hace un calor de mil demonios o que su primera opción está en el quinto pino.
Tras el debate, siempre salta una voz clarividente y apunta que todo depende de la manteca que estén dispuestos a gastarse sus padres. Y los demás asienten con una mueca de resignación, hasta que otro iluminado agrega que ya se buscará él la vida, que tiene muchas ganas de vivir en una gran ciudad, en el extranjero o en la costa.


Yo sigo con mi tole tole y les invito a reflexionar sobre cuales son los motivos que les mueven a ello. Unos quieren aprender idiomas, aspiran a labrarse un buen futuro, ganar importantes sumas de dinero, ser incluso famosos o pasarse el día haciendo surf y posando con sus cuerpos serranos. Vamos, lo que se lleva en las redes sociales.
De un modo u otro, los jóvenes siempre han ansiado lo mismo, el éxito, que consecuentemente siempre está relacionado con el lugar donde se pace. Cada lugar se define por los recursos que dispone y en nuestra mano queda valorar si esas, llamémosles, oportunidades, sentarán bien a ese proyecto de nosotros mismos que construimos en la mente.


Lo peor de todo viene cuando esa asociación de ideas no se corresponde con la realidad y frustraciones de todo tipo van mellando un futuro que se ve limitado por unos recursos que han mutado en falta de relaciones interpersonales, competencia laboral o el coste de la vida.
Por eso, hay estudios que apuntan a que, en un mundo “globalizado”, no es tan importante el dónde se viva, sino el cómo se viva, sobre todo en ciertas áreas que no precisan de una estructura industrial localizada, como puede ser el mundo del espectáculo. Es mucho más factible labrarse una carrera en un ecosistema donde nos sentimos arropados y autosuficientes, que en otro hostil, en el que la adaptación constituya un trabajo adicional.


En fin…, dejándome los marcos teóricos y animándoles a elegir bien su ubicación vital, me lanzo al barro con Un lugar perfecto, un librito muy simpático de Lucy Cousins que publica esta primavera Libros del Zorro Rojo. En él, un grupo de amigos buscan un lugar en el que establecerse. La abeja, la mariquita, el escarabajo y la libélula andan en busca de un hogar y cada uno tiene sus propias inclinaciones. Flores, hojas, troncos y agua. Cuatro recursos que, aparentemente abundantes, no son muy acogedores en un mundo dominado por el ser humano. ¿Lograrán encontrar ese hogar tan deseado?


En este álbum dirigido a primeros lectores, la autora británica, además de construir una historia donde la caracterización de los personajes, el uso del color y la tipografía, así como la repetición son los principales recursos narrativos, también hace una pequeña crítica a la transformación tan hostil que las personas hacemos del medio natural. La basura, los pesticidas o el tráfico son elementos que el hombre ha introducido en un medio que comparte con otros seres vivos y que altera su modus vivendi.

martes, 7 de mayo de 2024

Desorientados


La muerte de un ser querido, un giro profesional, esa adolescencia turbulenta o convertirse en emigrante. Una serie de situaciones que alteran el rumbo de nuestra vida y nos descolocan sobremanera. Es inevitable acusar el cambio y nos encontramos desorientados. Es difícil tomar la decisión correcta.
Mientas unas personas tienen la suficiente templanza para detenerse y ajustar la brújula para no perderse, otros se dejan llevar por sendas tortuosas y rutas equivocadas. Circunstancias que, por la mera inercia del momento, nos encaminan hacia lo indeseable. Más que elegir, nos abandonamos a la suerte, flotamos sobre esas aguas turbulentas a modo de brizna de hierba.


No me extraña que muchos se aferren a los libros de autoayuda, a psicólogos y coaches, a curas y otros entrenadores personales. A veces estamos tan aturullados, tan perdidos, que otros disciernen mucho mejor nuestros propios conflictos, y consiguen arrojar algo de luz a esa hoja de ruta tan deseada.
Llámenlo sensatez, clarividencia o lógica, pero no crean que es fácil encontrar a gente que tenga las cosas claras o, al menos, que sepan guiarte de una forma plausible. Al sherpa, como al maestro, se le pide más generosidad que otra cosa, pues mostrar los diferentes caminos, señalar los posibles obstáculos, apoyar las decisiones y amenizarlas con una sonrisa.
Pues sí, hay personas que son mapas. Puedes acudir a ellos siempre que quieras, te ofrecen alternativas, te ayudan a madurar las alternativas, respetan tus decisiones, no te castigan ni te reprochan, se dejan a un lado la condescendencia y te empujan a tomar tus propias decisiones. La libertad de un plano hecho carne.


Y hablando de mapas, llegamos a Shinsuke Yoshitake y su ¿Y ahora dónde estoy?, la quinta entrega de esa colección tan alocada que publica Libros del Zorro Rojo. En esta ocasión, el autor japonés se interna en el universo de los recados con su mirada surrealista y jocosa. Yü tiene que hacer unas compras para su madre y tiene que seguir las indicaciones que esta le ha dado en forma de mapa.


Como en el resto de títulos de esta serie, la mente del protagonista imagina todo tipo de situaciones disparatadas en base a preguntas o dilemas personales que se van despejando gracias a croquis, diagramas, infografías, pequeños sketches o instrucciones ilustradas que, paso a paso, despejan unas incógnitas donde el humor siempre está presente.


Quizá esta vez, el mago nipón se deja llevar por su lado más profundo para internarse en el mundo de las emociones, las expectativas de futuro o la diversidad humana. Bastante más intimista que el resto, este librito donde los mapas personales son el punto de encuentro.

viernes, 19 de abril de 2024

Un mundo lleno de sonidos


Ahora que mi madre no puede hablar, paso muchas tardes a su lado en el parque. Como no soy hombre que guste del monólogo, a veces me quedo en silencio y disfruto del sol, miro a la gente pasar o veo cómo los críos trepan a los árboles. Los viernes todo está muy quieto y, aparte de los árboles, no hay mucho con lo que entretener la vista. Hay que dedicarse a otros estímulos, por ejemplo los sonoros.
El trino de los pájaros, los piñones que caen al suelo por culpa de una ardilla hambrienta, el silbido del viento entre las hojas de las moreras o la insistencia del tráfico rodado. De repente, una ambulancia. La campana de la iglesia y el borboteo de una fuente. El zumbido de aquella abeja libando de flor en flor y los ladridos de los perros que habitan las terrazas del barrio.


Son tantos los sonidos que se nos escapan a diario, que, cuando prestamos atención y los vamos descubriendo poco a poco, una sensación de extrañeza nos recorre el cuerpo y hemos de admitir que, a pesar de estar en un lugar y un momento determinado, no lo parecemos.


Fíjense en todas esas personas que viven pegadas a unos auriculares. Aparatosos o imperceptibles, mucha gente hace uso diario de ellos. Para hacer deporte, en el camino hacia el instituto, o durante la monotonía laboral. La música, los programas radiofónicos o los podcasts, además de convertirse en una forma de entretenimiento y/o aprendizaje, son una distracción de la realidad, una fórmula para aislarnos de nuestro entorno.
No debemos olvidar que el ser humano, como buen mamífero, tiene un sentido del oído muy desarrollado y que compartir los sonidos que nos rodean, también es una forma de comunicarnos, pues recibimos señales que podemos traducir de manera colectiva. Por eso mismo, aunque mi madre y yo no podamos charlar, conversamos mientras escuchamos.


Y poniendo la oreja, llego hasta Araña toca el piano, un libro de Benjamin Gottwald que acaba de editar Libros del Zorro Rojo. Si bien es cierto que el título es muy llamativo, no tiene mucho que ver con el contenido, pues este álbum ilustrado no está protagonizado por ningún arácnido, sino por un sinfín de situaciones que llenan sus más de 160 páginas que despiertan el oído del lector sin utilizar ni palabra ni sonido que se le parezca.


El galope de un caballo, un beso, un elefante rodando sobre las vasijas de un museo, un trueno, la roca que se precipita desde lo alto de la montaña, el mordisco a una manzana, el eco de una pelota de ping-pong, el estruendo de un globo pinchado, el rugido de un león o el rumor de un susurro.


Aparentemente aisladas, la mayoría de las imágenes que recoge cada doble página, se encuentran conectadas por similitudes sonoras o sutiles referencias espaciales o temporales que disparan nuestra memoria y nos hace evocar cada uno de los sonidos que hemos ido escuchando con el paso de los años. Un experimento inusual que ha hecho que este muestrario de sonidos, reciba numerosos premios, incluida una mención especial del Bologna Ragazzi.


Disparatados, surrealistas, cotidianos, delicados o estrepitosos. Todo tipo de sonidos y ruidos caben en un libro aparentemente silente (N.B.: Esto abriría una nueva paradoja dentro de este tipo de álbumes) donde el poder de las imágenes se hace patente en ese constructo discursivo tan complejo que nos gusta a los lectores de las literaturas gráficas.
Lo dicho: escuchen al mundo y compartirán el momento.