Hoy cumplo 2000 posts en este espacio. 2000 notas, artículos, selecciones o monográficos. ¿Se imaginan la cantidad de horas que he pasado frente al ordenador? ¿Se imaginan la cantidad de libros que he tenido que leer, que diseccionar? ¿La de ideas que he tenido que hilvanar? ¿Las tontunas que he tenido que decir? Como mínimo 2000.
Haciendo una recapitulación de todo lo que he hablado en ellos, me he percatado de que nunca les he ofrecido unas píldoras para mediar en el proceso lector de esas criaturas (de 7, 17 y 77 años) que tienen alrededor. Pues eso es lo que voy a hacer hoy (si es que la agenda me deja…).
Tampoco voy a descubrir América, ni les voy a asegurar que aplicándolas vayamos a pasar de la nada al todo. Ya se lo digo yo. Lo verdaderamente interesante es que les echen un ojo y reflexionen sobre ellas para establecer un punto de partida dentro de su mediación lectora familiar, escolar o vital.
Nadie tiene la varita mágica para que otros seres humanos lean, pero sí tiene la llave para entreabrir la puerta de la lectura. Unos entrarán raudos y veloces, otros irán adentrándose paso a paso, y los de más allá (tan abundantes hoy día) la cerrarán de golpe. Pero está claro que alguien tiene que quitarle el cerrojo.
Aquí les dejo estos consejos (o tips, que es el anglicismo de moda). Quince consideraciones que habrán escuchado todos estos años pero que, de un modo u otro, ayudan a inocular el veneno de la lectura en gentes de toda calaña y condición. ¡Allá van!
1. Leer y escribir, hablar y escuchar. Los cuatro verbos forman parte de uno mismo: comunicar. Esto quiere decir que podemos establecer puentes y sinergias entre estos verbos de muy diversas maneras para auparlos mutuamente. Si además tenemos en cuenta que la comunicación también es plural (verbal, corporal o gráfica), las posibilidades de interacción se multiplican todavía más. Obras de teatro, talleres de escritura creativa, programas de radio, películas... ¡Pídanles ayuda con la lectura!
2. Periódicos, revistas, folletos publicitarios, manuales de funcionamiento… Las formas de la letra impresa son muy variadas y todas deben ser contempladas. El camino hacia la lectura comienza de manera instrumental pero puede terminar en otros planos más nutritivos.
3. Acostúmbrate a leer sobre el papel. Si bien es cierto que las pantallas son un soporte igualmente válido, no tienen las mismas características visuales, táctiles, sonoras, ni emotivas.
4. El libro tiene contenido, pero también es un continente. Forma, dimensiones, textura, color, olor, y hasta sabor. Un objeto viene definido, tanto por su uso, como por su materialidad. Ambas son complementarias y de ellas podemos extraer nuevas propiedades emergentes en pro de la lectura.
5. Lee en público y en privado. El ejemplo físico es igual de necesario que el intelectual. No vale decir que lees, cuando nadie te ve. La mentira también pulula entre los lectores farsantes y desacredita al resto de lectores honestos.
6.Crea expectativas frente a un libro, siempre y cuando no exageres su realidad. No intentes endiñarle a cualquiera con una piedra envuelta en un celofán. Duele todavía más. Tampoco destripes un libro por mero entusiasmo: tras un buen aperitivo siempre queremos más.
7.Establece rutinas y/o juegos agradables en torno a los libros. Te ayudarán a establecer asociaciones de ideas y el subconsciente relacionará esos momentos positivos en torno a los libros.
8.Dedica tiempo y espacio de calidad a la lectura. Muy poca gente puede leer en cualquier lugar y a cualquier hora. Cada lector tiene sus preferencias horarias y espaciales. Hacerlo en una biblioteca silenciosa, bajo el sol de la tarde, en el bullicioso parque o bajo las sábanas. Encuentra tu momento y tu lugar para hacerlo.
9. No utilices los libros como vehículo aleccionador. Quizá funcione en ciertos aspectos y en algunos lectores, pero no en otros. Si lo haces, unos cortarán su vínculo con ese libro, si no lo haces, dejarás que todos establezcan su propia hoja de ruta.
10.Habla de los libros desde tu experiencia. Si no lo haces, la impostura desatará la verdad. Se pilla antes a un mentiroso que a un cojo. P.D.: Y por favor, evita el tono afectado, burlesco o impostado.
11.También debes invitar a otros a dar su opinión sobre un libro leído, a compartir su experiencia. Muchas veces la timidez o la falta de locuacidad impiden a muchos lectores expresar las ideas generadas a través de la lectura. Ser paciente, plantear situaciones cercanas y crear vínculos afectivos y/o culturales, ayuda a exteriorizar e interiorizar lo leído.
12.Considerar el discurso de otros, no solo pone el tuyo en una perspectiva plural, sino que apuesta por las diferentes interpretaciones de un mismo libro, te descubre nuevas percepciones con las que comparar la tuya propia, y nos hace a todos partícipes de un logro común, una experiencia coral: mirarnos en un mismo espejo.
13.Si además esas opiniones se intercambian entre iguales, mucho mejor. Al compartir la experiencia con un grupo de gente afín, convierte a los lectores en aliados por la defensa de esa mirada conjunta y caleidoscópica.
14.La libertad es una condición fundamental para la lectura. Si bien es cierto que el verbo leer comienza con una obligación (como todo lo que necesita de esfuerzo), decidir, censurar, juzgar y criticar no tiene cabida en la continuidad y formación lectora. No olvides que cualquier deber acaba convirtiéndose en esclavitud. Sugerir, diversificar, seleccionar, ampliar y regalar son las acciones más deseables para que leer se convierta en afición, y para eso están los mediadores, las bibliotecas y las librerías.
15.Conecta la vida misma con la lectura. Esto es lo que llevo haciendo desde el post número 1 hasta este post número 2000. Si me sigues leyendo, por algo será…
(*) Todas las imágenes que acompañan a este post pertenecen a la ilustradora Andrea De Santis
Mural del colectivo Pawn Works en un muro del barrio de Pilsen, en Chicago.
Tras un Día del Libro no muy sonado a causa de los daños pandémicos y esa crisis económica que se cierne sobre nosotros, toca hablar de las reseñas que circulan por todo tipo de plataformas.
No voy a decir que mis reseñas sean lo más de lo más, de hecho, ya me gustaría a mí tener el suficiente tiempo para profundizar como dios manda en los libros, a base de lecturas académicas y puntos de vista más especializados. Sí, lo reconozco, a veces me voy por las ramas, pero al menos pongo el ojo donde toca o me apetece, que ya es bastante.
Tampoco diré que soy el único, pues todavía queda gente seria en esto de la Literatura (infantil en mi caso) que se preocupa por aportar cierto rigor a las lecturas, conectar unas con otras, ver más allá del argumento y sugerir interpretaciones discursivas desde los aledaños. Mi aplauso hacia su trabajo.
Lo que sí voy a decir es que hay otro gran, por no decir enorme, grupo de reseñadores que cada vez me ponen más enfermo. Y no es que sean más o menos guapos, tampoco tiene que ver con el tipo de literatura que recomiendan (para gustos, los colores) o que sus fotos tengan mejor o peor calidad. Tiene que ver con su manera de aupar un libro, de entregarlo a sus posibles lectores.
Mural de Frenemy (aka Kristopher Kotcher) en Jaffa, Israel.
En primer lugar exhiben unas tremendas carencias lingüísticas. Y no me voy a poner pejiguero con tildes, comas, cohesión sintáctica o tiempos verbales (que yo también la cago). Simplemente son incapaces de explicar las razones que les llevan a recomendar un libro. Sus deficiencias son tan grandes en esto de la expresión escrita, que el abanico de adjetivos se limita a seis vocablos: “guay”, “chulo”, "genial" “espectacular”, “impresionante” y “brutal”. Si bien es cierto que delimitan muy bien sus parcelas de satisfacción, no aportan nada más al posible lector (aparte del típico copy-paste de la presentación editorial..., que esa es otra...). Y si nos ponemos a hablar de las jergas neolingüistas, pa' qué más... ¡Parece mentira que lean tanto! Resumiendo: cualquier alumno de sexto de primaria lo haría mejor.
Mural de Douglas Rouse (aka Douglas 66) para la librería Poor Richard's en Colorado Springs.
Seguimos con el compromiso, más todavía si hablamos de Literatura Infantil… Si no teníamos bastante con emocionarios o libros de valores, ha llegado el momento de los ismos. Y no es que la literatura deba ser aséptica, pero tampoco convertirse en el refugio de todas las tendencias que pongan de moda nuestros políticos y gurús personales. Feminismo, racismo, ecologismo, veganismo… Parece ser que, últimamente, si compramos cualquier libro, este debe ser susceptible de constituir un manual inmejorable con el que salvar a la humanidad, de ser útil para el lector; hacernos mejores personas y vivir comprometidos con nuestros preceptos ideológicos o sociales... ¿Qué rollo, no? No hay que orientar todos los libros hacia la salvación eterna, que para eso ya hay religiones. Un poco de personalidad, melones. Hay que darle la vuelta a la tortilla, desterrar los tabúes, divertirse y leer porque sí. Me hastía tanto libro por un mundo mejor.
Mural de Levalet en Francia.
Por último me pregunto: ¿Por qué todas estas reseñas parecen destinadas al mismo tipo de público (Léase "personas caucásicas con un nivel cultural medio y cierto poder adquisitivo")? ¿Acaso otros no leen? Seguramente sí, pero damos por hecho que no. O simplemente es que no sabemos que leen. Es por ello que animo a todo el lumpen, las clases bajas y obreras, los pijos de la calle Serrano y a los maestros de los colegios de élite, a dar su visión sobre la lectura, a que den vuelo a sus gustos e interpretaciones. Parece ser que la lectura nos interesa exclusivamente a la clase media. ¿Solo leemos los funcionarios, los médicos, los docentes y algún yuppie? Como mediadores de lectura necesitamos dirigir nuestra opinión a cualquiera, un término que incluye a los temporeros, las cajeras del supermercado, los CEO de las multinacionales o los aristócratas. La lectura, como el comer y el dormir, debe alcanzar a todos los que construimos la sociedad, no solo a una franja de sus estamentos.
Mural de Tinho (Walter Nomura) en Frankfort.
Y sí, quizá todo se deba a un mundo que gira muy rápido, a la costumbre de ser lo más breves y sintéticos posible, a que muchos no leen ni siquiera los libros que publicitan (que eso es lo que hacen), o a la falta de formación en un área que se presupone puede hacer cualquiera (me gusta o no me gusta, ¿he ahí la mediación lectora?), pero por favor, como mínimo, hablen de sus impresiones personales, no quieran hacerse los salvadores y diríjanse a todo quisqui. Algunos se lo agradeceremos. ¡Que recomendar un libro es una cosa muy seria, odo!
Mural de Marcin “Barys” Barjasz, en Lódź, Polonia.
Se suponía que hoy iba a ser el día para celebrar la última
sesión del seminario trimestral de literatura infantil para adultos que
organizo junto a Amparo Cuenca gracias a la cobertura y espacios que nos ofrece
la Casa de la Cultura de Albacete por mediación de su directora Ana María Rodríguez.
La idea inicial de Amparo Cuenca tenía como objetivo que bibliotecarios,
docentes, padres, editores, autores y libreros, es decir, personas que se
encuentran en contacto permanente con este tipo de literatura, ofrecieran
visibilidad a títulos que les habían servido para adentrarse en el bosque de
los libros para niños y crear un corpus de sugerencias de lectura para acercar
a otros a esta literatura que tanto nos encanta.
Como evidentemente era un acto presencial que finalmente no
se podrá realizar debido a la nueva anormalidad, hemos decidido trasladarlo al
formato virtual y ofrecer a todos los que lo deseen, la oportunidad de dar a
conocer ese álbum, novela, cuento o ensayo que encendió la chispa de su pasión desmedida
por los libros infantiles.
¿Que cuándo, dónde y cómo pueden participar? Les explico…
A partir de las 18:00
horas (CEST) y durante toda la tarde
de hoy, 27 de mayo de 2020, celebraremos
este encuentro-presentación virtual
en el perfil que este blog tiene en Instagram y al que pueden acceder a través
del siguiente enlace:
O buscarnos en la citada red social como @dondevivenlosmonstruosblog
Existen dos
modalidades de participación:
a) Participandoa través del directo que comenzará a
partir de las 18:00 h., huso horario de Madrid,
España (Si quieren participar desde el otro lado del Atlántico les indico… 9:00
h., Los Ángeles; 11:00 h., México/Bogotá/Lima; 12:00 Caracas/Santiago/Nueva York;
13:00 h., Buenos Aires), en el que simplemente hay que solicitar su participación
y, una vez aceptada, presentarse acompañado del libro y exponer sintéticamente
qué tiene ese título para haber despertado su pasión por la LIJ.
b) Participandoa través de vuestras propias stories con una foto de ese libro, utilizando
el hashtag #yoconocilalijatravesde y
etiquetando a
@dondevivenlosmonstruosblog para poder reunirlos todos en un mismo espacio
y darles visibilidad.
Esperando que compartan la iniciativa, se animen a hablar de
sus libros favoritos, conocer otros tantos, afianzar la pasión por los libros
para niños, despertar la de otros y sobre todo, aupar la literatura infantil,
me despido hasta esta tarde que seguro es maravillosa
Durante las últimas semanas y tras la publicación de ESTE POST
que levantó alguna que otra ampolla, me han venido a la mente muchas cosas... Los comentarios
de la siempre acertada Isabel Benito y sus Lecturas Compartidas, el cierre motu proprio de la cuenta de
Belén Santiago (más de veinticinco mil seguidores y un muy buen criterio que se fueron al traste por aburrimiento), y la decisión que ha llevado a algunos a dejar de leer/contar cuentos desde las redes sociales por lo inoperativo de pedir permisos y lo frustrante de recibir negativas, me ha llevado a pensar en el papel que desempeñamos los mediadores de lectura y el trato que recibimos por parte del resto de
actores de la cadena del libro, más todavía cuando se acerca un Día del Libro
atípico en el que tendremos mucho que decir.
Todavía no sé muy bien cuánto habrá que agradecerle al
coronavirus, pero si algo me ha quedado claro tras las horas que he invertido
en las redes sociales es que los mediadores de lectura somos muy necesarios. Ahora
bien, hay que plantearse una cuestión: “¿Quiénes nos necesitan?” En primer lugar nos necesita
el libro, pues la literatura, sea del origen que sea , siempre necesita una buena carta
de presentación, buenas razones por las que subsistir entre los hombres. En segundo
lugar nos necesita el público, los lectores reales y potenciales que nos utilizan a modo de brújula, de linterna en mitad de ese bosque. Para elegir, para entender, para interpretar, para contar con opiniones diferentes y para comprender las relaciones complejas que subyacen a la vida y la lectura. Y en tercer lugar la
industria, un tejido muy articulado que necesita continuar su labor para
generar ganancias y riqueza monetaria y, a veces, hasta intelectual.
Si bien es cierto que, tanto mediadores de lectura, como lectores tenemos este papel bastante claro (el libro siempre habla y otorga), no creo que suceda lo mismo por
parte de la industria del libro. Una idea que entresaco de la falta de reconocimiento, las
trabas y diatribas que nos presentan a diario, y el escasísimo feed-back que exhibe. Y ahora dirán “Pero Román, que yo mando ejemplares a casi todos
los mediadores…” Y yo respondo “¡Estaría bonico que no los mandaras! ¡Qué menos!
Teniendo en cuenta que, aparte de potenciar la lectura, ofrecen visibilidad a
uno de tus productos..., ¡sería muy poco gentil!”
No obstante, aparte de ejemplares y
cortesías que cada uno ofrece a quien le da la gana, está el reconocimiento de
un trabajo no tipificado (como el de ama de casa, el mejor de los símiles) que conlleva mucho tiempo y esfuerzo (a ver si se creen que tengo un negro escribiendo estas parrafadas). Y cuando, por ejemplo, un servidor habla de un libro como
si fuera suyo y observa que quien lo ha escrito, ilustrado o editado opta por el
silencio y/o no comparte el amor por ese
título (y no digo la opinión, porque puede haber disparidades), envía un mensaje muy poco acertado sobre su propia obra, tanto al mediador, como al público.
Pueden discrepar en las selecciones y formas de presentar los libros –eso sería
otra historia que daría para un extenso post como bien dice Susana Encinas-
pero hay que agradecer que un desconocido se fije en tus libros y además lo
diga públicamente de una forma o de otra. Qué mínimo que sentirte agradecido…
Pues no. A algunos, les cuesta horrores.
En otro apartado entra la remuneración económica. Conozco
muy pocos mediadores de lectura que vivan exclusivamente de esta tarea no tipificada, repito. En
primer lugar porque está infravalorada (como aquí todo quisqui sabe hablar de
libros, contarlos o desarrollar actividades sobre ellos... ¡Da igual! ¡Ya saldrá otro! Se ve que “A rey muerto,
rey puesto”) y en segundo lugar porque muchos agentes de la cadena del libro no
contribuyen a este reconocimiento (Se lo digo yo, que llevo años en esto). Quizá
deberíamos plantearnos el poner precio a nuestro trabajo, aunque sea de manera
simbólica, y revalorizar así una labor que no todo el mundo hace adecuadamente.
Además y respecto al punto anterior, es curioso cómo, en
algunas ocasiones, esos otros eslabones de la cadena del libro se creen con el derecho a exigir y pedir explicaciones sobre nuestras apreciaciones, e incluso
solicitar cambios y rectificaciones de las mismas. No facilitan la tarea o la impiden (véase la campaña #déjanosvivirdelcuento, autores de renombre internacional que andan sobre las aguas, o los grandísimos grupos editoriales). Esto me suena a caciquismo y a una sesgada complacencia, situaciones
que, alejándose de la libertad de expresión y el fomento de la lectura no
reglada, llevan a pensar en la explotación, pues hasta donde yo sé, muchos no
ganamos ni un duro de manera directa por las opiniones vertidas en blogs y
redes sociales. Se puede colaborar y sugerir, pero nunca imponer.
Por último hablar de un punto que se nos olvida: el
altruismo. La figura del mediador de lectura se ha adscrito tradicionalmente a
tres tipos de perfiles (puede haber otros, evidentemente) que son libreros,
bibliotecarios y docentes, un tipo de perfil que todavía hoy y a pesar de la
gran diversificación que han traído las redes sociales, siguen vigentes, pero
no todos siguen en mismo modus operandi, Mientras que bibliotecarios y docentes exhiben un perfil más desinteresado y divulgador, sobre los libreros pesa cierto fundamento económico. Con ello no quiero decir que no existan libreros apasionados
comprometidos con lecturas y lectores, pero sí que lectura y lectores forman
parte de un modo de vida que inevitablemente repercute sobre la labor de mediación y la independencia. Algo que también sucede con editores y autores que hacen las veces de mediadores.
Como colofón final decirles que sí, que somos una voz imprescindible, algo por lo que hoy, en vísperas de la
celebración lectora por antonomasia, he decido alzar la mía que, además de necesaria como me apuntaría Diana Sanchís en una ocasión, quizá también sea más visible que la de otros buenos mediadores de lectura como los que, por ejemplo, he mencionado en esta pequeña
defensa, y dar este necesario punto de vista a un sector que necesita reconsiderar
la figura del mediador.
Les dejo así imaginando un escenario más distópico todavía del
que vivimos. Uno en el que los mediadores de lectura se declararían en huelga dejando de lado a los libros. Imaginen por ahora, siempre hay tiempo para la
realidad.
El pasado sábado se celebraron las V Jornadas sobre Bibliotecas Escolares y Planes de Lectura de Albacete, un encuentro entre los docentes que nos dedicamos
a promover esto de la lectura en niños y jóvenes, promovido por el
Grupo Colaborativo de Bibliotecas Escolares de la provincia de Albacete y
secundado por el Centro Regional del Profesorado de Castilla-La Mancha.
Acompañados por bastantes bibliotecarios municipales y dos excelentes ponentes,
Ana Garralón y Pep Bruno, además de aprender unos de otros, más de ochenta
colegas de profesión pasamos el día compartiendo experiencias y puntos de vista
sobre el verbo leer.
Como sé que muchos de ustedes se han interesado por todo lo
que allí se habló (les aseguró que algunas propuestas de trabajo fueron muy
interesantes) y no sé hasta qué punto dichas comunicaciones estarán disponibles o no,
me he decidido a traer aquí la mía, una que llevaba por título Instragram
o cómo atrapar lectores potenciales en la red social de moda. Dándole
un par de vueltas y teniendo en cuenta que aquí no tengo límite temporal, la he
re-estructurado en dos partes para facilitar su lectura y comprensión por esta
vía.
Espero que la disfruten, les plantee preguntas y les sea
útil, pero antes de entrar en harina me gustaría dar las gracias a José
Manuel, Gela, Fuensanta y tantos otros que forman parte de esta conspiración
albaceteña de mediadores de lectura y que han depositado su confianza en otros
compañeros de profesión, como el monstruo aquí firmante, para compartir sus
locuras con los libros.
Instagram, unas consideraciones orientadas a la mediación lectora
Instagram
es la red social que más ha crecido en los últimos años. Con alrededor de ochocientos
millones de perfiles activos a diario se perfila como una de las redes sociales
con más proyección a la hora de aupar iniciativas, no sólo comerciales, sino
también culturales. Si a ello unimos que la mayor parte de sus usuarios son
jóvenes entre 15 y 35 años y que alrededor de un 20% de estos confiesan que es
su red social favorita, no debemos desestimar este espacio de intercambio
virtual como una herramienta para aupar el hábito lector entre aquellos
estudiantes que la utilizan de manera directa.
De
entre todas las características intrínsecas de esta red social, sus usuarios
destacan sobre todo la positividad del formato, en contra de lo que ofrecen
otras redes sociales como Facebook o Twitter, donde la forma de desarrollar los
contenidos es menos directa, los contenidos no son del interés de esta franja
de edad, y el mensaje final se adscribe a otras esferas donde abunda la
impostura. Estemos de acuerdo o no, debemos considerar que esta percepción del
usuario puede facilitar una relación igualmente positiva con los contenidos que
alberga esta red social, por lo que deberíamos considerar una prioridad que los
libros y la lectura estén presentes en ella y circunscribirlos a uno de los
entornos comunicativos en boga. Si a ello añadimos que el vínculo que los
lectores establecen con los libros tiene un gran componente emocional, sería interesante
utilizar estas sinergias a la hora de aupar la relación de estas generaciones
con el acto lector.
En
segundo lugar debemos de tener en cuenta que Instagram está ideado para uno de
los soportes con los que más interactuamos diariamente, el teléfono móvil (N.B.:
Tanto es así que las imágenes y vídeos pierden calidad al visionarlos en otros
como la tablet o el ordenador), y por tanto es una de las redes sociales más visitadas hoy día, algo que sigue ayudando en la interacción de los usuarios
con los contenidos de la misma.
A
estas dos premisas hay que unir una tercera que considera que la forma de relacionarse
de nuestros alumnos pasa inevitablemente por las tecnologías de la información
y la comunicación, el teclado o la interfaz de usuario. Son nativos digitales, se
desenvuelven perfectamente en el mundo de internet, de los buscadores o el
software (realidad que tenemos que asimilar aquellos que no lo somos). Esto ha
servido para que muchos autores como Felipe Zayas o José Rovira Collado, consideren que el uso de las nuevas tecnologías sea un
arma eficaz para adquirir destrezas de lectura, así como incide positivamente sobre otras estrategias de mediación lectora, como por ejemplo los clubes de
lectura.
Por
último llamo su atención sobre el hecho de que niños y jóvenes se hallan
inmersos en las redes sociales desde muy jóvenes. Y son esos espacios virtuales
que utilizan para comunicarse entre sí y con parte del mundo que les rodea,
esos lugares de intercambio habitados por gente variopinta, los que podrían
formar parte del acto lector social o comunitario al que se han referido
estudiosos como Michèle Petit y sobre el que se fundamenta lo colectivo de la
literatura, una experiencia que puede partir de lo coral.
En
mitad de este panorama nacen los bookstagramers, jóvenes más o menos anónimos
que, sin ser especialistas en mediación lectora, desarrollan diferentes
estrategias que congregan a multitud de seguidores de corta edad en torno a los
libros y sobre las que merece la pena detenerse, más todavía cuando estas
iniciativas son mejor valoradas por el público lector potencial que las de
otros perfiles profesionales o bitácoras, institucionales o personales, que
cuentan con un gran número de seguidores en otros formatos y redes sociales
pero no alcanzan notoriedad en esta.
A
pesar de todos estos pros con los que supuestamente contarían estos
bookstagramers, son muchos los sectores de la mediación lectora que no ven en ellos un acicate para la creación de nuevos lectores y mucho menos lectores
competentes reales por diversas razones entre las que se cuentan:
- que
la mayor parte de las sugerencias de lecturas se adscriben al universo
paraliterario lo que supone dudas sobre su formación y compromiso literario,
- que
quedan patentes intereses comerciales en muchos de ellos
- que
se busca la trascendencia de lo efectista en detrimento de una experiencia
estética,
- y
que la palabra, ese invento sobre el que descansan lo literario y la lectura,
queda relegada a un segundo plano en una red social en la que prima la imagen.
Si
bien es cierto que no debemos obviar todos estos peros, también hay que hacer
una llamada de atención sobre que, tanto los bookstagramers, como los
booktubers, constituyen los mayores ejemplos conocidos de mediación lectora
entre iguales, un tipo de mediación poco habitual ya que tradicionalmente en
estos procesos ha primado el modelo intergeneracional. Es a través de ellos
cómo el libro adquiere un carácter de vínculo entre multitud de jóvenes de
diferentes procedencias, constituyendo así una comunidad en la que todos se
sienten parte activa y donde pueden compartir una experiencia de lectura, un
vínculo nada desdeñable teniendo en cuenta la gran capacidad de influencia que
todos tienen sobre el resto a la hora de leer.
Tras
desgranar este contexto y en lo que se refiere a perspectivas futuras sobre el
papel de la mediación lectora en Instagram, podemos apuntar a tres conclusiones/líneas
de trabajo:
a. Supone
un reto para los mediadores de lectura formados lanzarse a estas plataformas
digitales y aupar el objeto libro y sus visiones literarias desde una perspectiva
profesional.
b. Igualmente
se deberían fomentar aquellos perfiles que puedan contribuir a la pluralidad en
lo que a sugerencia de lecturas se refiere, y por tanto empujar a los usuarios
inmediatos hacia una educación literaria real y no a los clichés y
convencionalismos que tanto abundan en esta red social.
c. Por
último, sería deseable una mayor presencia de los profesionales de la mediación
lectora en este tipo de foros para velar por la calidad de los contenidos y una
diversidad de espacios adecuada a los lectores y otros mediadores, de manera
que la literatura no se viera subyugada a otros intereses.
Buenos
bookstagramers: características y selección
Teniendo
en cuenta el contexto anterior y partiendo de mi propia experiencia con
Instagram a partir de la cuenta que Donde Viven Los Monstruos LIJ tiene en esta red social @dondevivenlosmonstruosblog, he creído
conveniente hacer una serie de consideraciones que les pueden servir como guía
a la hora de seleccionar a bookstagramers cuya labor sea notable en pro de los
libros y la lectura, ya que no todo consiste en colocar a tíos/as buenos/as con
un libro en las manos haciéndose los interesantes (hay Instagram más allá de
los it-boys/it-girls). He aquí algunas de las características en las que yo me
detendría…
Contenidos generales
-Diversidad:
Es
importante que, siguiendo la línea temática a la que se adhiera el perfil, se
conjuguen diferentes tipos de contenidos que desarrollen un nexo común. Si mi
perfil trata sobre LIJ es importante prestar atención a novedades y clásicos, a
diferentes formatos como el libro-álbum, la novela, el cómic o el libro de
conocimientos, presentaciones de libros, lugares comunes, etc. Es decir,
constituir un espacio digital donde la diversidad de contenidos preste una
función lúdica e informativa.
-Intertextualidad/Interdisciplinariedad:
Teniendo
en cuenta los déficits con los que cuenta esta red social, urge buscar
sinergias entre la literatura y el mundo que nos rodea a la hora de atrapar
lectores. Poner en relevancia elementos visuales y textuales que tienen que ver
con la literatura, buscar una contextualización que no sólo parta del aspecto
estético, sino que abrace a la obra que presentamos o buscar detalles que
puedan generar un debate, pueden ser armas más que interesantes.
-Interactividad:
Comentarios
públicos o privados, invitados, sugerencias recíprocas, sorteos, retos,
encuestas, peleas de gallos o emisiones en directo son puntos fuertes de esta
red social por la que fluye la comunicación de una forma más instantánea que en
otras, y que un buen bookstagramer debe usar en caso de necesidad (también es
interesante no abusar) para interaccionar con el resto de personas que
configuran su comunidad de seguidores.
-Regularidad/Inmediatez:
No
debemos olvidar que estos lugares son bitácoras y que permiten estar al día, no
sólo de novedades editoriales, sino de temas de actualidad literaria,
celebraciones en torno a los libros, presentaciones y otras actividades, es por
ello que mantener un ritmo constante de publicaciones y estar al tanto de lo
que sucede, ayuda en un buen bookstagram.
Contenidos específicos
-Gráficos:
Por
un lado tenemos las imágenes, que para mí, deben tener tres requisitos
fundamentales: ser originales, creativas y estéticas (Nota: No debemos olvidar
que Instagram nació como una red social para amantes de la fotografía y este
punto es esencial). Si además de esto, se relaciona con el libro de alguna
manera (no es una árida imagen publicitaria) y sugiere otros discursos, mejor que
mejor. Los amantes de las literaturas gráficas sabemos que las imágenes pueden
decir muchas cosas por sí solas, y en la mano del bookstagramer está el buscar
detalles, coincidencias, inspiración, curiosidades o incluso erratas que den
valor a la obra sobre la que se habla. En algunos casos efectistas, en otros
con menos fuegos de artificio, pero el caso es llamar la atención de los seguidores
sobre esa imagen y presentar la obra de un nuevo modo, sin pasar desapercibida.
Por
otro lado tenemos los vídeos en los que, además de las características
anteriores, yo añadiría la de ser sintéticos (existe la limitación temporal en
los de la bandeja de entrada) y estar bien editados.
-Textuales:
Reseñas,
resúmenes, citas, referencias
bibliográficas, datos de interés, contenidos relacionados con la imagen, opiniones,
enlaces y hashtags, son detalles que no se le pueden escapar a un buen
bookstagram, más todavía cuando lo que intentamos inculcar es el gusto por la
palabra, por la lectura, y de esta manera también aupamos la lectura
instrumental a través de hipertextos.
Y
teniendo en cuenta estas premisas (siento no tener tiempo para un análisis más
exhaustivo y objetivo), llego a unos cuantos bookstagramers que, aunque no
recojan todas ellas en cada uno de sus perfiles, pueden ejemplificar varias y
sirven como orientativos a la hora de seleccionar/recomendar un bookstagram
aceptable. Animándoles a seguirlos y de activar las notificaciones para cada uno
de ellos (incluido el mío, jejeje), les dejo con mi selección particular donde
abundan -¡cómo no!- los dedicados a la literatura Infantil y Juvenil.
Literatura infantil y álbumes de todo tipo con buena selección en portugués
Todas las imágenes y vídeos que acompañan a este artículo, exceptuando las capturas de pantalla de los diferentes perfiles que se han seleccionado, pertenecen a@dondevivenlosmonstruosblog/ Román Belmonte.