miércoles, 31 de mayo de 2023

Selección de Boardbooks 2022-2023 (Segunda parte)



La Feria del Libro de Madrid lleva unos días funcionando y aprovechando la coyuntura empiezo con las selecciones de formato y dedico esta primera entrega a los libros de cartón, también conocidos como “boardbooks” o “toddler books”, para que buceen por las casetas del Retiro y conozcan libros que merecen la pena para prelectores y primeros lectores de entre 0 y 5 años.
Como no son tan abundantes como los álbumes convencionales y no se les da tanto bombo en las librerías, invito a padres primerizos, trabajadores de los jardines de infancia, guarderías y educación infantil, a hacer click en los siguientes enlaces y consultar la primera parte de la de este curso, las selecciones del 2022-2021 (parte 1 y parte 2), 2020-2021 (parte 1 y parte 2), 2019-2020 (parte 1 y parte 2), 2018-2019, 2017-2018, 2016-2017 y la del 2015-2016, para ofrecer alternativas de lectura a las criaturas.
Antes de empezar con los títulos ordenados por orden alfabético (apellido del primer autor), un puñado de consideraciones:
- Como muchos de estos libros suelen ser híbridos entre las categorías de ficción y no ficción, no considero oportuno darle relevancia a dicha división
- Como siempre, señalo aquellos que me han encantado con mis tres estrellas.
- En esta ocasión he incluido un par de títulos que, aunque no se adscriben al formato puro del libro de cartón (serían más bien de cartulina), son lecturas dirigidas a los prelectores.
-Alguno que otro ha sido reseñado en otra ocasión y por tanto incluyen un enlace para conocerlo en mayor profundidad.
- Aunque intento no dejarme ninguno en el tintero, siempre puede haber olvidos, así que no duden en apuntármelo en los comentarios o enviármelo (llamada a editoriales).
¡Empieza la función!


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Ricardo Alcántara y Gusti. La bruja divertida. Kalandraka. (***) Siguiendo los pasos de El pirata valiente y El joven guerrero, esta primavera aparece una bruja muy salada para alegrarnos la hora de la lectura. Con rima y una puesta en escena muy simpática, esta hechicera nos invita a visitar un mundo muy particular en el que no faltan la imaginación, los disparates y una madre que no se olvida de los deberes…




Mar Benegas y Sanna Mander. La casa de rana / La casa de caracol / La casa de pájarito. Combel. Como tú y como yo, cada anima tiene su casa. Unos como el pájaro la construyen en lo alto de un árbol, otros como la rana viven en el agua y el caracol la lleva a cuestas todo el tiempo. Tres libritos con mucha rima y un desplegable final que abren el mundo natural a los más pequeños de la casa.



Michaël Escoffier y Matthieu Maudet. ¡Fuego! ¡Fuego! Juventud. Una intrépida bombero salva de las llamas, la casa del perro y el bosque del castor. Les invita a subir con ella al camión y acercarse a su casa donde les espera otro ¿desastre? Si quieres saber de que se trata solo tienes que abrir las páginas y pasar un buen rato con esta historieta de situación.



Michaël Escoffier y Karine Bélanger. ¡Tengo ganas! Edelvives. Si son aficionados a las salidas nocturnas, no pocas veces habrán sufrido las colas frente a la puerta del váter. Esta es una de esas historias protagonizada por un conejo que no puede contenerse y las dificultades que se le presentan a la hora de ir al baño. Esperemos que lo logre finalmente.



Jordi Gastó y Christian Inaraja. Un gran día de pesca. Kalandraka. (***) En la estela de Si te pica un mosquito, vuelve el tándem Gastó-Inaraja para deleitarnos con una historia de pescadores en la que hay de todo menos peces. Cañas, sombreros, una orquesta y hasta palomitas podemos encontrar en esta historia sin pies ni cabeza, pero muy encantadora y divertida. ¡Como la vida misma!




Patricia Geis. El besito. Combel. Vuelven los dudús con otra de sus historias. En esta ocasión un besos es el hilo argumental y todos intervienen para que llegue a su destinatario final. La abuela, Osito, Miu, Chanchita... El gesto pasa de boca a mejilla. ¿Quién lo recibirá al final? Un relato muy sencillo que se encadena gracias a pestañas y elementos pop-up. 




Daisy Hirst. ¿Qué comen los monstruitos / ¿A qué juegan los monstruitos? / ¿Qué se ponen los monstruitos? / ¿Cómo viajan los monstruitos? Kókinos. En esta colección de cuatro títulos, unos monstruos bien simpáticos hablan de medios de transporte, ropa, comida o diferentes juegos. Una colección en la que fantasía y vida cotidiana se aúnan para que los más pequeños se familiaricen con todo lo que les rodea y de paso, con el vocabulario.




Barbro Lindgren y Eva Eriksson. El chupete de Max / El coche de Max. Niño Editor. (***) Aquí les traigo dos pequeñas aventuras de Max, un crío con muy malas pulgas, en formato boardbook. En la primera Max tiene que bregar con tres animales para que no se hagan con su chupete y en la segunda Lisa y él tienen un desencuentro a costa de un coche. Con un lenguaje muy sencillo, un puntito canalla y unas ilustraciones de estilo clásico, no se pueden perder estos libritos.



Matthieu Maudet. ¡Vamos, papá! Lóguez. (***) Este es un libro estupendo para regalar a cualquier padre con hijos pequeños. El protagonista de este libro se levanta bien temprano, despierta a su padre y se pasan toda la mañana de un lado a otro. El padre está exhausto pero cede y otra vez ante los ánimos de su hijo. Un libro con mucho humor que se adentra en el universo de los hijos exigentes y los padres agotados.



Margarita del Mazo y Cecilia Moreno. Las estaciones. Jaguar. Llega a las librerías un nuevo volumen de esta colección tan simpática que en esta ocasión se tiñe de colores estacionales y una buena dosis de rimas. El verde para la primavera, el amarillo para el verano y el naranja para el otoño. Una mirada entrañable hacia las estaciones del año y la naturaleza más cercana. 



Estrella Ortiz y Nuria Gallardo. Don Melitón. Libre Albedrío. (***) Quinto y último título de esta colección que aúna canciones infantiles de toda la vida con una puesta en escena muy sugerente basada en formas sencillas y telas de colores. En esta ocasión le llega el turno a Don Melitón y sus tres gatos. ¡No te lo pierdas porque es una delicia!



Ekaterina Trukhan. Osito, ¿dónde estás? / Perrito, ¿dónde estás? Combel. Llega el turno de dos libros donde un buen puñado de animales y otros tantos espejos son los protagonistas. Dos libros donde además de un perro, un gatos, un pollito, un ciervo o una rana, nosotros tenemos mucho que decir. Un juego repetitivo que anima a los prelectores e invita a conocernos.



Katrin Wiehle. Mis vecinos salvajes. Lóguez. Terminamos con una nueva entrega de esta colección en cartón reciclado que gusta muchísimo a los más pequeños. Esta vez nos internamos en los animales que viven en las ciudades. Hormigas, aves de todo tipo, ratones, ardillas, erizos, topos, tejones, conejos… Un montón de bichos que merece la pena conocer.


martes, 30 de mayo de 2023

¡Vivan los títeres!


Hurgando en esta casa de monstruos me acabo de dar cuenta de que nunca les he dicho que me encantan los títeres, las marionetas. Desde bien pequeño, me dejaban embobado. Recuerdo cuando, de niño, iba a la feria y era capaz de ver varios días seguidos la misma función. Una y otra vez. No me cansaba.
Mi programa favorito de la parrilla televisiva era Fraguel Rock, una fantasía creada por Jim Henson donde las marionetas eran las protagonistas. También estaban las de Barrio Sésamo, la bruja Avería y los electroduendes o el Topo Gigio, pero como los Fraguel, ninguno.


Mis padres estaban metidos en todos los fregaos culturales de entonces y conocían a gente que los hacía, como Pepe Otal, gran titiritero de origen albaceteño afincado en Barcelona. Y un servidor, que le gusta manipular e idear, se afanaba en trastear con ellos sin mucho éxito.
La cosa no se quedó ahí pues allá por los primeros años del nuevo milenio, pasé una temporada en la República Checa y aprendí técnicas sencillas con las que fabricar marionetas. Piñas, troncos, restos de madera y un poco de alambre eran suficientes para darle vida a personajes que engatusaran a cualquiera.


Todavía no entiendo cómo algunos sufren la llamada pupafobia o miedo a los títeres. Lo único que me falta es regalarme un fin de semana en el Titirimundi segoviano, la mayor fiesta de marionetas de España y a la que acuden las mejores compañías del mundo para deleitar a pequeños y grandes con este arte.


¿Y a ustedes? ¿Les gustan? Seguro que sí. Por eso Ediciones Modernas El Embudo nos alegra esta primavera tardía con Hagamos títeres de cachiporra. De cómo Cristobita con destreza, no deja títere con cabeza. Un título muy largo para un libro muy necesario en el panorama de la llamada literatura Infantil y escrito por Rodorín, nombre artístico de José Antonio López Parreño, todo un monstruo en esto de aunar los títeres y la narración oral.


Acompañado por las fotografías de Perdinande Sancho y las ilustraciones de Elena Odriozola, el otrora maestro, nos sumerge en una de sus historias y de paso nos enreda en un libro a caballo entre la ficción y la no ficción, entre el manual temático y el álbum de conocimientos.


Nos habla de la cachiporra, de la lengüeta, de títeres allende nuestras fronteras, de cómo hacer nuestros propios títeres, con objetos cotidianos, servibles o inservibles, con mucha imaginación y destreza. Nos cuenta también como fabricar un teatrillo y planificar una obra sencilla.
Todo esto y mucho más desde un planteamiento práctico y muy lúdico del que nadie puede escapar. Una joya sin parangón, le pese a quien le pese.

lunes, 29 de mayo de 2023

Evitando la catástrofe


El trilero de la Moncloa ya no sabe con qué truco amargarnos la existencia. Ni tan solo un día nos ha dejado para respirar. Él, él y solo él. Es tal su ego que no permite que nada ni nadie le haga sombra.
Dejarnos sin vacaciones… ¡A los españoles! Solo se le ocurre a un déspota de su calaña, un sátrapa degenerado... ¡Con la que estará cayendo el 23 de julio…! La primera vez en la historia de la democracia que se celebran unas elecciones generales en mitad de la canícula. Se atreve con todo, hasta con el verano.
Si yo supiera rezar, lo haría.
Esperemos que practique en los cincuenta y tantos días que restan hasta la cita electoral, porque en vez de ases, tendrá que sacarse una sombrilla de la manga si no quiere acabar como el que asó la manteca. Y lo peor de todo es que yo lo veo capaz.


Él se planta en el escenario, recita sus palabras mágicas y, ¡pelillos a la mar! Ojalá saliera volando del escenario y no lo viéramos más, porque eso de que juegue a desmembrarnos a base de nacionalismos y otros serruchos, no es ni medio normal.
Como no aparezca un ángel de la guarda, lo enganche del pescuezo y lo lance bien lejos. No sé quién nos va a librar de la catástrofe que se puede avecinar otros cuatro años más.


Y hablando de catástrofes, llega C’est la catastrophe!, el álbum de Itziar Pascual ilustrado por David Pintor, que acaba de sacar a la luz la editorial alicantina Degomagom. La autora, dramaturga de profesión, rinde un pequeño tributo a la obra de Samuel Beckett, tanto por el título, como por la dedicatoria, y se adentra en lo cotidiano de las vidas infantiles gracias a un ángel de la guarda que evita los pequeños desastres una y otra vez.


¿Te imaginas que no suena el despertador? ¿Que te quedas sin papel a la hora de ir al baño? ¿Que el chocolate te pringa un jersey recién puesto? ¿Que los deberes salen volando por una corriente de aire mañanera? ¿Qué eres incapaz de encontrar el estuche? Pues todo eso y mucho más es capaz de solucionar.


Además de composiciones donde la luz y el humor tienen mucho que decir, el ilustrador gallego echa mano de la ausencia de color para dar vida a un personaje muy bien caracterizado y entrañable que podría protagonizar nuevas secuelas de una historia mágica y sugerente.
Solo queda desear que un ángel como este nos salve de las fauces de este indeseable.

jueves, 25 de mayo de 2023

Nada es fácil


Quien diga que la vida es fácil, está equivocado. Ni siquiera los multimillonarios se libran de sus complicaciones. Cada uno tiene sus propias cuitas e intenta solventarlas de la mejor manera.
Los hay que son autónomos y deben buscarse el sustento. Los niños lidian con la timidez, el miedo a la oscuridad y los comedores escolares. El escritor se enfrenta a la hoja en blanco. Las amas de casa a la comida diaria, la inflación y la plancha. Los enfermos no quieren despertar. Los obreros odian las inclemencias del tiempo. Los que estudian, tienen bastante con la época de evaluaciones, y los camareros sufren de varices y clientes estomagantes.


Problemas de diferente naturaleza en los que nos enredamos a diario y que unos y otros pueden considerar de mayor o menor gravedad. Maneras de vivir, rezaba la canción, y no llevaba poca razón (siempre y cuando nos dejen hacerlo, claro está). ¿Soluciones? Las hay. Terapia, disfrutar de la comida, la primitiva, cirugía plástica, concederse unos días de asueto, un profesor particular, plantillas ortopédicas… Siempre hay algo que podamos hacer para aliviar los efectos del ir y el devenir, que, al fin y al cabo, es en lo que consiste esto de la vida.


Como propuesta de reflexión, les invito a leer No es pan comido, un álbum sin palabras de Camille Jourdy, la autora de Las Varamillas que acaba de aterrizar en las librerías de la mano de la editorial Astronave.
En este libro de pequeño formato, la autora francesa se interna en el universo de los recados y los retos personales. La madre del protagonista acaba de hacer un pastel para los vecinos y le encarga a este que se lo acerque. Pero claro, con la pinta que tiene el pastel, todo bicho viviente con que se va encontrando mientras camina, quiere una pizca de pastel. ¿Llegará intacto a su destino? ¿Podrán disfrutar los vecinos de él?


En lápices de colores y con una secuenciación estupenda, la autora nos presenta una historia cotidiana que se descompone en múltiples lecturas. Desde la frustración, pasando por los deseos o la presión social, todo cabe en ese mínimo recorrido que hace este oso tan salado.
Les dejo por hoy, que esta tarde tengo un examen muy importante y no me puedo permitir el lujo de perder tiempo de estudio, la solución a mi problema de hoy.


martes, 23 de mayo de 2023

Lugares de cuento


Todavía no logro entender muy bien el GPS. De hecho, siempre que lo utilizo, prefiero usarlo a modo de mapa y prescindir de todas esas prestaciones que nos ofrece, incluido el abanico azul que te va indicando la dirección. Me saca loco. Yo me aclaro mucho mejor con los planos impresos. Busco las referencias oportunas, los muevo, los oriento a mi antojo y termino hallando la salida a cualquier laberinto.
Benditos mapas, geografías a escala, espacios mínimos que nos guían en lugares desconocidos e inhóspitos, nos ahorran tiempo y nos dejan circular a nuestro libre albedrío. En unos sitios son muy necesarios y en otros, totalmente prescindibles. Nombres de calles, museos, monumentos, parques y veredas. Todo cabe en un mapa.
Amsterdam, Copenhague, Atenas, Ciudad del Cabo o Marrakech… No solo son útiles a la hora de transitar por espacios reales, sino que también nos ayudan a comprender espacios ficticios. Tanto es así, que podríamos decir que muchos nos ayudan a comprender relaciones que nos presentan la literatura, la historia o las matemáticas.


Tanto es así que hoy me detengo en Cartografía del cuento popular, el nuevo libro de Nono Granero que acaba de llegar a las librerías gracias a la editorial Ekaré. Con el subtítulo de Una colección de mapas para recorrer cuentos de la tradición oral, este libro encuadernado en rústica, parte de una exposición que se inauguró en Úbeda en el 2022 y sigue itinerando por parte de la geografía española, visitando lugares como Tres Cantos o Guadalajara. .
Concretamente, es un compendio de doce mapas (hasta la fecha el autor ha realizado dieciocho) que representan una serie de geografías basadas en cuentos de la tradición oral. Blancaflor, La flor del Lililá, Las tres naranjas del amor, Piel de piojo, aro de hinojo, Los tres cabritos, Los tres pelos del diablo o El gallo Kirico, son historias que han ido de boca a oído durante muchas generaciones y que, quizá, hoy día, parecen diluirse entre otros productos culturales con más tirón.


Al seguir patrones y arquetipos, muchos de estos relatos cuentan con diferentes nombres y versiones, algo que el autor ha resuelto tomando como referencia las siglas ATU que aparecen en la página anterior a cada mapa. Esta nomenclatura procede del catálogo internacional de cuentos populares elaborado por Anttii Aarne, Stith Thompson y Hans-Jörg Uther para reunir bajo un mismo denominador las diferentes versiones de un mismo cuento alrededor del mundo.


Otro punto a favor de este título es la creatividad de Nono Granero, que presenta cada mapa en un estilo diferente y añade unas notas al respecto al final del libro. Tenemos mapas medievales llenos de tipografías góticas, letras iluminadas y filigranas (La madre raptada, el gigante que no muere y los animales agradecidos), otros que recuerdan a la época de las grandes rutas comerciales (Las Tres naranjas del amor), perfiles topográficos que representan cordilleras y montañas (El príncipe durmiente) o planos de metro contemporáneos (Juan El Oso).


Detalles curiosos, infografías variadas, guiños al álbum (¿Han visto el castillo de Los tres bandidos de Ungerer?) y a obras maestras de la pintura -véanse las de El Bosco-, o préstamos de la mitología hacen de este libro un juego de referencias interdisciplinar que huye de lo repetitivo y se adentra en nuevos bosques. 
Una opción inmejorable para encontrarse con relatos, que bien escuchamos durante nuestra niñez, o que no hemos escuchado jamás. Para conocer un patrimonio común que, como siempre digo, es el germen de montones de productos culturales que no solo están presentes en la esfera de lo literario, sino en el cine o las artes plásticas.

lunes, 22 de mayo de 2023

Albacete y su rima


Los albaceteños llevamos muy mal el maltrato que recibe nuestra ciudad en las rimas populares. No sólo porque denigra un tanto el espacio que habitamos, algo incomprensible teniendo en cuenta que está considerada, no por nosotros, sino por algunos estudios, una de las capitales españolas con mejor calidad de vida.
Somos conscientes que nuestras calles no están llenas de edificios históricos, los japoneses no abarrotan nuestros museos ni somos un puerto de primera magnitud, pero sí hay comercio para aburrir, unos servicios municipales que ya quisieran otras, y, sobre todo, una oferta gastronómica y lúdica sin parangón.


De esto ha debido darse cuenta Mar Benegas a la hora de incluir el nombre de nuestra ciudad en su último poemario y desligarla así de soeces varias que nos han hecho flaco favor a lo largo de los años. Así que lean Contar del humo al vente, un libro ilustrado por María Ramos que, con mucho humor, nos invita a caminar por los números de una forma muy especial, sino también a perdernos por el disparate y el sinsentido, dos recursos que, bien utilizados, siempre son síntoma de buen gusto.

Una,
de aceituna.
Dos,
le da la tos.

Tres,
que no la ves.

Cuatro,
va al teatro.

Cinco,
pega un brinco.

Seis,
toda de beis.

Siete,
barrilete.

Ocho,
de bizcocho.

Nueve,
a la nieve.

Diez,
color de pez.

Once,
son de bronce.

Doce,
dando coces.

Trece,
todo mece.

Catorce,
de alcorce.

Quince,
como un lince.

Dieciséis,
no las veis.

Di Albacete:
¡cacahuete!

(Canción de elegir)

Mar Benegas.
Di Albacete.
En: Contar del humo al vente.
Ilustraciones de María Ramos.
2023. Madrid: Pastel de luna.


jueves, 18 de mayo de 2023

La nada


Ahora que nos acercamos al final del curso, me doy cuenta de lo difíciles que son algunos conceptos con los que trabajamos en clase. Conceptos que incluso un servidor sigue encontrando complicados a su edad y que, por necesidades del guión, debemos dar a conocer a nuestros adolescentes sí o sí. Bien como novedades curriculares, bien para que comprendan otros.
A veces es inútil el empeño que pongamos, lo simplificados que se los presentemos o la cantidad de ejemplos cercanos que busquemos. Por mucho que se pongan a darle vueltas a sus cabecicas, nunca logran darles la dimensión correcta.
También hay que considerar que genios como Einstein, Darwin o Newton tuvieron que alcanzar la madurez para otorgarles entidad y desarrollar sus teorías, y no podemos pretender que niños y adolescentes, por muy espabilados que sean, se pongan al quite con ellos.


Filosofía, astrofísica, ecología, termodinámica, genética… ¿Para qué? Se preguntan muchos. Quizá todo vaya encaminado a realizar una criba donde los mejores abran nuevas sendas, nuevos caminos por los que transite la ciencia y así dar cabida a nuevas ideas que nos permitan avanzar en eso que llamamos supervivencia.
Conceptos como la materia, la energía, la selección natural, la entropía o la gravedad, a pesar de parecer sencillos, les complican la vida cuando hay que ponerlos en práctica. Son tan peliagudos, abstractos y enrevesados que yo siempre digo que no pasa nada por dejarlos a un lado. Hagamos lo que hagamos siguen rigiendo el mundo y no nos enteramos.


Como ejemplo de esto hoy les traigo la nada como concepto gracias a un álbum estupendo. El rey y nada, un álbum del siempre acertado Olivier Tallec y publicado por la editorial BiraBiro, nos cuenta la historia de un rey que se dedica a coleccionar cosas. Tiene de todo. Elefantes sin trompa, tormentas sin truenos y patines con sabor a caramelo. No le falta detalle. O bueno…, sí, le falta una cosa: la nada. Percatándose del problema se pone manos a la obra y empieza a buscar la nada. Por aquí, por allá, ¿logrará dar con ella?


Para esta ocasión, el genio francés se decanta por unas ilustraciones construidas sobre el rojo y el amarillo, una combinación que a priori parece arriesgada pero que funciona muy bien teniendo en cuenta las composiciones y los juegos de óptica donde volúmenes y espacios en blanco tienen un papel esencial.


Un punto de partida muy simpático y notas de humor en cada doble página, ensalzan un discurso que se adecúa a diferentes niveles de complejidad y dan un buen empujón a un álbum que intenta indagar en el conocimiento y abre nuevas preguntas sobre un concepto al que Newton, Aristóteles o Descartes regresaron una y otra vez.

miércoles, 17 de mayo de 2023

Compartir el momento


Hoy no he tenido un buen día. Ea, cosas que pasan… No sé cómo les habrá ido a ustedes. Quizá hayan corrido la misma suerte. Espero que no. Que en ese momento en el que yo estaba cabreado o me han dado una mala noticia, alguien les haya contado un chascarrillo y se hayan echado a reír. O quién sabe… A lo mejor se han topado en el ascensor con ese vecino tan atractivo. O puede que se hayan encontrado con un billete de cincuenta euros en mitad de la calle.


El tiempo, la casualidad, la vida… Parece que es una paradoja que nos envuelve aunque no queramos. Coincidencias y carambolas, bucles y causalidades. Lo que para unos se traduce en invierno, para otros es verano. Y viceversa. Los papeles siempre se enrocan, siempre se intercambian. Como si alguien los repartiera a su antojo, pero todos pudiéramos interpretarlos.
Me encanta que el día me sorprenda. Parece que el destino tiene algo de cierto, parece que el mundo está orquestado por alguien. Otras no tanto. Porque nos aislamos en nuestras sinrazones, en una casuística inefable que, conforme pasan los minutos, colabora de la de otros engranajes.


En este mismo instante, un libro de Matthew Hodson publicado por la editorial Océano Travesía esta primavera utiliza esa idea del encuentro inconsciente para invitarnos al descubrimiento desde una perspectiva muy poética.
En él, las escenas se van engarzando con la misma frase, una especie de mantra que se repite en cada doble página y que recuerda a las retahílas infantiles que tanto ayudan a los lectores menos experimentados a internarse en el mundo del juego y las palabras.


Del mismo modo, esa voz sirve como una llamada a la consciencia. “No estamos solos aquí. Este es un momento compartido”. Con el ratón, las abejas, los cocodrilos, las tortugas, los ríos y las montañas. Cada uno tiene su momento pero a la vez todos participamos del mismo. Una idea, una pequeña paradoja, a la que además se añade el recorrido diario que hace el sol desde que sale hasta que se pone. El mismo que invita a despertar y dormir.


Criaturas de la tierra, el mar y el aire se alternan en las páginas de un libro sin pretensiones que logra un efecto sosegado en los lectores y les permite trashumar por el tiempo y la naturaleza sin moverse de ese pequeño instante que todos habitamos en cualquier parte del globo.