miércoles, 17 de mayo de 2023

Compartir el momento


Hoy no he tenido un buen día. Ea, cosas que pasan… No sé cómo les habrá ido a ustedes. Quizá hayan corrido la misma suerte. Espero que no. Que en ese momento en el que yo estaba cabreado o me han dado una mala noticia, alguien les haya contado un chascarrillo y se hayan echado a reír. O quién sabe… A lo mejor se han topado en el ascensor con ese vecino tan atractivo. O puede que se hayan encontrado con un billete de cincuenta euros en mitad de la calle.


El tiempo, la casualidad, la vida… Parece que es una paradoja que nos envuelve aunque no queramos. Coincidencias y carambolas, bucles y causalidades. Lo que para unos se traduce en invierno, para otros es verano. Y viceversa. Los papeles siempre se enrocan, siempre se intercambian. Como si alguien los repartiera a su antojo, pero todos pudiéramos interpretarlos.
Me encanta que el día me sorprenda. Parece que el destino tiene algo de cierto, parece que el mundo está orquestado por alguien. Otras no tanto. Porque nos aislamos en nuestras sinrazones, en una casuística inefable que, conforme pasan los minutos, colabora de la de otros engranajes.


En este mismo instante, un libro de Matthew Hodson publicado por la editorial Océano Travesía esta primavera utiliza esa idea del encuentro inconsciente para invitarnos al descubrimiento desde una perspectiva muy poética.
En él, las escenas se van engarzando con la misma frase, una especie de mantra que se repite en cada doble página y que recuerda a las retahílas infantiles que tanto ayudan a los lectores menos experimentados a internarse en el mundo del juego y las palabras.


Del mismo modo, esa voz sirve como una llamada a la consciencia. “No estamos solos aquí. Este es un momento compartido”. Con el ratón, las abejas, los cocodrilos, las tortugas, los ríos y las montañas. Cada uno tiene su momento pero a la vez todos participamos del mismo. Una idea, una pequeña paradoja, a la que además se añade el recorrido diario que hace el sol desde que sale hasta que se pone. El mismo que invita a despertar y dormir.


Criaturas de la tierra, el mar y el aire se alternan en las páginas de un libro sin pretensiones que logra un efecto sosegado en los lectores y les permite trashumar por el tiempo y la naturaleza sin moverse de ese pequeño instante que todos habitamos en cualquier parte del globo.

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