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viernes, 5 de noviembre de 2021

Descubrirse en compañía


Nadie dijo que las relaciones fraternales fueran fáciles. Y si alguien osó a hacerlo es que es sumamente afortunado (llevarse a las mil y una maravillas con tus hermanos es más difícil que ser el acertante de una buena primitiva) o es hijo único (siempre se idealiza lo desconocido).
Esto no quiere decir que todos los hermanos se lleven a matar. No. Solamente que, como en cualquier otra relación, suele haber altibajos, buenas y malas épocas, afinidades, envidias, diferencias y un sinfín de eventualidades que le dan forma. 
Buenas o malas relaciones no quitan para recordar con una sonrisa aquellos años en los que disfrutábamos de nuestros hermanos. Juegos, riñas, comilonas, enfermedades, viajes y hasta olas. El caso era que no estábamos solos. Nos vivíamos, nos sufríamos y nos descubríamos juntos. Porque los hermanos, si no perfectos, al menos son digna compañía. Lean estos versos y verán como llevo razón.

Mis ojos,
tus ojos,
ven azules
verdes, rojos.

Mi nariz,
tu nariz,
para oler
el regaliz.

Una lengua,
otra lengua,
te la enseño,
¿me la enseñas?


My eyes, one, two
Your eyes, three, four
See reds and greens
And blues and more

My nose, one
Your nose, two
Can you smell me
Like I smell you?

One tongue out
Two tongues out
Ready, steady,
Back in! Back out!

Leticia Ruifernández.
Dos hermanas – Two Sisters.
Ilustraciones de la autora.
Traducción al inglés de Ellen Duthie.
2021. Bilbao: A fin de cuentos.


viernes, 11 de diciembre de 2020

Sueños y caminos compartidos


Tras ESTA CHARLA con Juan Senís sobre poesía y haberme planteado la pregunta de qué opinaba sobre la poesía ilustrada, una que muchas veces parecía redundante sobre todo en el aspecto discursivo, me encontré de golpe y porrazo con esta antología de Antonio Machado, uno de mis favoritísimos, en la que se hace un recorrido de su obra en orden cronológico y acompañado de acuarelas de mi apreciada Leticia Ruifernández sobre los lugares en los que había desarrollado su actividad vital, y me acordé de la cuestión planteada. 
En principio, me pareció que el estilo figurativo de las ilustraciones poco tenía que aportar a los versos del maestro, sin embargo, cuando empecé a ahondar en el significado de palabras e imágenes vislumbre un viaje interior compartido pues este libro hacía las veces de diario de viaje, de cuaderno de apuntes pictóricos, no sólo porque la ilustradora había realizado casi todas las aguadas in situ, visitando cada una de las estaciones de ese via crucis poético, sino que traía una mirada renovada sobre paisajes, lugares y detalles. 


Quizá no puedo categorizar sobre la poesía ilustrada, pues tras este encuentro con Machado y Ruifernández hurgué en mi biblioteca y constaté que otras obras no merecen esta reflexión, pero sí puedo decir que las imágenes pueden abordar una experiencia lectora enriquecida desde un prisma personal que se vale de estilos y formatos variados para interpretar la voz de los versos o guiar al lector perdido. He aquí un ejemplo. 

Una tarde parda y fría 
de invierno. Los colegiales 
estudian. Monotonía 
de lluvia tras los cristales. 

Es la clase. En un cartel 
se representa a Caín 
fugitivo, y muerto Abel, 
junto a una mancha carmín. 

Con timbre sonoro y hueco 
truena el maestro, un anciano 
mal vestido, enjuto y seco, 
que lleva un libro en la mano. 

Y todo un corro infantil 
va cantando la lección; 
“mil veces ciento, cien mil; 
mil veces mil, un millón”. 

Una tarde parda y fría 
de invierno. Los colegiales 
estudian. Monotonía 
de lluvia tras los cristales. 

Antonio Machado. 
En: Yo voy soñando caminos
Ilustraciones de Leticia Ruifernández. 
Selección, introducción y notas de Antonio Rodríguez Almodóvar. 
Epílogo de Julio Llamazares. 
2020. Madrid: Nórdica Libros.


sábado, 28 de noviembre de 2020

Despertar en mitad del campo


La primera evaluación está al acecho y un servidor sólo desea una pizca de calma para disfrutar de su tiempo, uno que entre mascarillas, protocolos, toques de queda y vacunas prometidas, se ha marchado violento. 
No me iré muy lejos, pues no puedo. Sólo queda el campo, el cielo abierto. Buscar un claro donde se alce una piedra. Y sobre el liquen mullido, coger profundo aliento. Tomar distancia y pensar que a pesar de todo, rondamos la espera, quedamos lejos. 
Y así, cobijado por la tierra empapada, por la caricia del invierno, ver como sigue la vida entre las hojas y entre los miedos. Que caerá la nieve, brotarán las simientes y trinarán los aleros. Yo habitaré la intemperie y agitaré de quietud mis deseos. 
Serán los prados el cobijo y nosotros como niños, despertando tras el sueño. 



Las amapolas 
han vestido los campos 
de rubeola. 

*** 

Tiene la higuera 
áspera la caricia, 
dulce la espera. 

*** 

Las hormigas van haciendo camino 
sin hacer polvo, 
sin hacer ruido. 

*** 

Parecen los gorriones 
niños en el recreo: 
son juegos y canciones. 

Alonso Palacios. 
En: Poemario de campo
Ilustraciones de Leticia Ruifernández. 
2019. Bilbao: Libros del Jata.



miércoles, 16 de abril de 2014

De las beldades de la primavera



Aunque digamos que mayo se viste florido y hermoso, es de sobra conocido que abril es el mes en el que irrumpe la alergia en cualquier nariz  a costa de los millones de granos de polen que flotan en el aire (¡para lo que ha quedado el hombre!). Estornudos, ojos llorosos, picor de garganta, enrojecimiento y dificultades respiratorias asolan a esta raza que ha sucumbido al poder de la vegetación, una que, considerada inerte gracias a la inmovilidad que le confiere la celulosa que cubre y protege sus células, demuestra su poderío y grandeza a costa de gametófitos masculinos volantes que dispersan los genes de las gramíneas, las plantagináceas, las cupresáceas o las oleáceas.



Aparte de alergólogos, neumólogos y otros seres sanitarios que ven agolparse en la puerta de sus consultas todo tipo de desesperados mocosos, otros que se ven afectados por la omnipresente naturaleza son farmaceúticos y laboratorios químicos que, engordando beneficios a costa de antihistamínicos y otros medicamentos, ayudan al ciudadano a envenenarse primavera tras primavera para poner en evidencia una vez más que hemos dejado de vivir en simbiosis con la madre Tierra y cualquier cosa nos afecta.
Unos científicos apuntan a una agresividad manifiesta de las plantas hacia la contaminación, el calentamiento global y otras beldades antrópicas, otros dicen que nuestro sistema inmune ha perdido la capacidad de reconocer lo mundano e inofensivo y por último, los que como un servidor, se apoyan en la idea de que estamos podridos a base de tanto cuidarnos. Si sufren sus propias carnes la alergia, decídanse por la opción más razonable pero recuerden que sus mastocitos olvidarán por mucho tiempo que entre las plantas y nosotros existe un vínculo ancestral y que, como en las mejores familias, se dedicarán a la gresca con el polen durante unos cuantos años (si no es de por vida…).


En base a todo ello, que el campo verdea y dehesas, pinares, robledales y hayedos se pintan de colores, es hora de echar mano de algunas propuestas editoriales como son el Inventario de los árboles de Virginie Aladjidi y Emmanuelle Ychoukriel (editorial Faktoría K de Libros) y los Cuentos del bosque de Leticia Ruifernández (editorial Ekaré), que nos invitan a conocer la diversidad de la vida y sus distintas formas.

viernes, 13 de mayo de 2011

Temas peliagudos


La mayoría de los políticos, sean españoles o de otra nacionalidad, tienen a bien recordar que, en plena campaña electoral hay que obviar ciertos temas, no por menos importantes, sino por ser demasiado peliagudos, para, por el contrario, hacer hincapié en todos aquellos que disparan el número de votantes, su volumen de negocio. 
Dudo que tanta demagogia sea buena para el estado de derecho, sobre todo aquel sustentado en el analfabetismo funcional, este del que vive España (no me señalen con el dedo, no es de buen recibo…), pero en cualquier caso intentaré hacerles patente la poca calidad del paradójico pensamiento del pueblo llano español… 


Hace unos años se estrenó en los cines de medio mundo la película 300, basada en el cómic homónimo (por cierto, ¡cuánto tiempo sin hablar de cómic!), que hace una evidente apología por la guerra preventiva, uno de los pilares que sustentan numerosos estados, léase Esparta o los Estados Unidos de Norteamérica, y que llegó a ser el taquillazo del año en España, hecho incomprensible después de que se sucediera un cambio de gobierno estatal en honor de esa salva que rezaba “¡No a la guerra!”, convertida en punta de lanza del partido de la oposición al régimen imperante durante aquella época. 


Es decir, la opinión pública, instigada a un mismo tiempo por el odioso “nanny state” patrio y el magnánimo poder de convocatoria hollywoodiense, acudía en rebaño a ver una película bélica portando mensajes pacifistas en vez de palomitas de maíz. En fin, otra de españoles… 


Pese a estas obscenas paradojas y para que conste que algunos, como Javier de Isusi y Leticia Ruifernández, tienen pensamientos propios sobre este tema y saben transmitirlos a la perfección, les hago llegar La partida del soldado (editada por El jinete azul), uno de los mejores álbumes ilustrados del año en curso, poco apto para mentes con engranajes oxidados y lecturas superficiales.
Un joven se prepara para ir a la guerra mientras su esposa discute con él sobre la conveniencia o no de hacerlo. Un diálogo entre dos personajes que se preguntan, nos preguntan, sobre las causas y efectos de la guerra, sobre quiénes somos y quiénes seremos después ella. 
Elaborada sobre ilustraciones oscuras, la noche y las sombras desdibujan unas siluetas que se mueven entre el anonimato (todos nos reflejamos en los protagonistas) y la clandestinidad (salirse por la tangente siempre está mal visto), esta historia ahonda en los dilemas humanos. Amor, supervivencia, honor... todo se entremezcla en la guerra y cualquier resultado es respetable. 

lunes, 21 de marzo de 2011

Primavera...


El final de la segunda evaluación siempre llega cuando el día se prolonga y las noches se hacen más cortas, los niveles hormonales de los púberes se disparan y uno tiene que enfrentarse a estos con todo tipo de artimañas. Entre las más utilizadas del profesorado se cuentan los trabajos en grupo, las actividades de repaso y… las películas. ¡Qué sería del profesor sin el séptimo arte!
Excuso decirles que un servidor no las utiliza continuamente por dos sencillas razones: el tiempo escasea y lo que se convierte en rutina acaba aburriendo.
En cualquier caso encontrar películas cuyo argumento esté relacionado con la materia que imparto se hace difícil (N.B.: Uno siempre puede salirse del contexto y aprovechar cualquier escena para sacar buen partido en pro de las áreas científicas), pero por si tienen curiosidad y les sirve de ayuda, citaré algunas que utilizo con cierta frecuencia:

- Los últimos días del edén.
- El jardinero fiel.
- Diamante de sangre.
- X-Men 3.
- Viaje al centro de la tierra.
- Océanos.
- Earth.

De entre estas, la que más veces he visto es Nómadas del viento, una película francesa de tipo documental con una fotografía excelente e imágenes impresionantes que narra las vicisitudes de las aves migratorias. Mis alumnos, pequeños y mayores, siempre quedan boquiabiertos y contentos tras verla, y cuando piden más, escaneo las imágenes de Un cuento de cigüeñas de Antonio Ventura y Leticia Ruifernández (editorial Tàndem) y finalizo con una pequeña historia a caballo entre la realidad y la ficción…