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martes, 24 de septiembre de 2024

Argumentos coloridos


Durante los últimos meses ha llegado a mis manos un puñado de libros donde los protagonistas son los colores, un tema muy recurrente en la Literatura Infantil por varias razones.
En primer lugar se complementa a la perfección con el currículo escolar de educación infantil y el primer ciclo de primaria. Los críos se pasan el día con pinturas de dedos, ceras y lápices y los maestros aprovechan para desarrollar todo tipo de contenidos. 
El segundo motivo es que el ojo, nuestro órgano de la visión, experimenta un enorme desarrollo durante esta etapa de la vida y las criaturas, además de diferenciar los colores básicos, también aprecian tonalidades, texturas y volúmenes, lo que les ayuda a afianzar su percepción sobre el mundo y poder representarlo. 
Por último, los colores y sus características son ideales para hablar de un sinfín de temas entre los que se cuentan la diversidad, los estados de ánimo o cuestiones curiosas.


Si bien es cierto que se utilizan con cierto simbolismo y mucha metáfora en la ficción dirigida a la infancia, lo cierto es que este fenómeno de la naturaleza que sucede en todo el universo conocido al que llega la luz, es útil por otros motivos, como pueden ser los fenómenos de alerta, tanto positivos (¿Por qué las mujeres se suelen pintar los labios de rojo?), como negativos (Recuerden que muchos frutos y animales venenosos se visten de colores llamativos. Es lo que llamamos aposematismo). Puede servir para cazar o escapar de los depredadores (¿Para creen que servían los plumajes variegados de muchas aves o el color tostado del león?), para controlar la temperatura corporal de ciertos reptiles, comunicarse entre individuos de la misma especie o seleccionar al macho o la hembra más adecuado para reproducirse.


Del mismo modo, tampoco debemos olvidarnos de cómo esos colores se presentan en la naturaleza. Hay patrones a rayas o a manchas. También hay patrones de coloración que cambian con el ángulo de observación. Son los colores iridescentes. Pero, ¡un momento! Hay que recordar que no todos los animales ven los colores como nosotros. Entonces ¿lo que estamos viendo es subjetivo? Por supuesto, ya que nuestro antropocentrismo a veces nos lleva a cometer errores de interpretación, algo que no sucedería si todos los seres vivos y materiales inertes de nuestro planeta fuésemos albinos. 
Así que, volviendo a nuestra temática colorística, hablemos de libros… 


El primero es el de Ledicia Costas y David Sierra. Su Siete dientes de león, publicado por Nórdica Infantil, es un álbum cuyo texto toma la estructura de un relato tradicional.


En él se cuenta la historia de Iris, una pescadora que habita un mundo gris y que durante sucesivas noches sueña con siete colores diferentes que se transforman en siete infrutescencias de dientes de león. Una mañana decide sembrarlas en el campo y espera que las nubes las rieguen para que florezcan. Pero la cosa parece difícil y tendrá que ingeniárselas para pescar alguna nube que descargue sobre estas semillas tan especiales…


Con ilustraciones de tipo figurativo donde el contraste entre blanco y negro y color imprime dinamismo a una historia que apuesta por los elementos mágicos y la numerología de los cuentos de hadas, también cabe el humor y los guiños a leyendas de otras latitudes como el caldero de los leprechauns irlandeses.


La ciudad gris, el nuevo libro de Torben Kuhlmann publicado por Juventud, su editorial de cabecera en España, aunque bebe de esa línea argumental que, como en el caso anterior, yuxtapone el gris a lo colorista, está ambientado en un universo más realista y actual.


En este álbum, Rita, una niña que acaba de mudarse a una nueva ciudad junto a su padre, se topa con un espacio completamente ceniciento. Incluso la escuela, la ropa de sus compañeros y el cine son de color plomizo. Aquí pasa algo y ella conseguirá descubrirlo gracias a su amigo Alan, unos vecinos muy vitalistas y un libro escondido en una biblioteca clandestina. ¡Esperemos que lo solucione!


Con las siempre detallistas ilustraciones del padre de Lindbergh, ese ratón que tantos éxitos ha cosechado en las librerías, nos encontramos con una aventura llena de misterio y acción que también parece una metáfora sobre la pérdida y los cambios vitales. Con una nota científica al final y una edición impecable, seguro que esta niña les recuerda a la Momo de Ende, otra heroína que luchaba en contra de los mundos tristes e insustanciales.


El color los sentidos escrito e ilustrado por Gustavo Roldán y publicado por Bululú, es el libro más metafórico de esta pequeña tanda.


Con el subtítulo de Un cuento en blanco y negro, a todo color, el autor se adentra en un juego de sensaciones que en gran medida prescinde de representar coloreadas todas las alusiones a las que hace referencia en el texto. Del mismo modo, Roldán quiere invitarnos a una experiencia donde, prescindiendo de la vista, conseguimos recrearnos en sonidos, olores o sabores que también tienen una estrecha relación con los nueve colores que va mencionando en cada doble página.


Ni que decir tiene que el argentino no se olvida de ese humor gráfico tan característico que presentar todos y cada uno de sus libros donde la tira cómica está muy presente y complementa estupendamente a un texto donde campa lo poético.


Terminamos con El rojo orgulloso, un álbum de los uruguayos Alejandra González y Daniel Kondo que tras el éxito cosechado, tanto en su país, como en la Feria de Bolonia, Océano Travesía ha decidido publicar en nuestro país y es la portada de este pequeño monográfico.


Con una puesta en escena que recuerda a otras grandes historias de colores como Flicts de Ziraldo, esta pareja de creadores se da cuenta de que las cerezas, las manzanas, las fresas, Caperucita y la luz más importante del semáforo son rojas, pero ¿quién se cree que es el color rojo para estar siempre llamando la atención? Esta es la historia de cuando el rojo descubrió que era todo menos rojo.


Guiños a otros artistas como la brasileña Tarsila do Amaral o el también uruguayo Joaquín Torres García, este libro con cierto aire informativo en el que hay bastante diseño gráfico en un universo claramente infantil, nos aproxima a las disputas infantiles y una resolución sorprendente en la que el lector, además de reírse y extrapolar los hechos a su realidad, descubre datos científicos muy interesantes.
Un libro con cierta enjundia, vistoso y cercano que no se debe perder ni el más pintado. Sean sus colores los que sean.

martes, 23 de enero de 2024

¿Quién dijo frío?


Bueno, señores ¡pues hasta aquí ha llegado el invierno! Si creían que íbamos a sufrir tres meses de frío, se equivocaban pues ya ha llegado la primavera y amenaza con quedarse, como mínimo una semana. Todo un despropósito si tenemos en cuenta que estamos a 23 de enero.
¿Y qué significa eso? Pues que a menos que las células polares se pongan las pilas, este año va a ser un completo desastre en nuestras latitudes. No quiero aguarles la fiesta (que ojalá), pero mientras ustedes se frotan las manos y empiezan a tomar el solecito, les comunico que en pocos días los almendros estarán en flor y las heladas tardías acabarán con la cosecha en un par de semanas. Las cuatro gotas que han caído los días pasados regresarán raudas y veloces a la atmósfera. Los bichos proliferarán en menos que canta un gallo y diezmarán las cosechas antes que la sequía. Y para terminar de rematar la faena, muchos frutales se irán al garete por no haber desarrollado su sistema radicular durante el invierno.


Ya sé que muchos de ustedes están encantados con prescindir del abrigo y empezar a planear unas vacaciones tempranas, pero deben empezar a pensar en lo que se nos viene encima sin nieve, agua ni frío, tres fenómenos que probablemente escaseen más de la cuenta este año gracias al Niño (y no me refiero al de la lotería).


Además, si lo piensan, las temperaturas bajas nos dejan el cutis como la piel de un tambor, nos despeja la mente, quemamos calorías mucho más rápido (esto quiere decir que podrán lucir el biquini antes), reduce los procesos inflamatorios y mejora el sueño. Por mucho miedo que le tengan a la bajada del mercurio, todo son beneficios. Y si no, que se lo digan a Tina Superfriolera, la protagonista de un álbum de Lani Yamamoto y Nórdica Libros que se me olvidó reseñar hace unos cuantos inviernos y que hoy recupero como defensa de esta estación que tanto me gusta.


En este libro minimalista de tapas enteladas se guarda la historia de Tina, una niña que siempre tiene frío, es incapaz de comer helados, nunca viste falda y no quiere tocar los metales. En verano no va a la piscina y durante el invierno nunca sale de casa, ya que se pasa el día bajo un edredón de plumas de ganso. Chimenea, libros y chocolate caliente son sus mejores aliados mientras se inventa cosas con las que pasar el rato o pasar menos frío. Pero un día, cuando la nevada arrecia, un soplo de viento mete a otros dos niños en su casa que le cambiarán la temperatura.


Con este argumento tan sencillo, la autora islandesa crea una fábula moderna sobre la soledad infantil que en cierto modo recuerda a cuentos como La reina de las nieves de Andersen desde una perspectiva muy actual en la que se entremezclan el realismo y ciertos elementos mágicos. Combinando elementos aislados en ese espacio monocromo que es la página, y diferentes escenas llenas de calidez, Yamamoto capta la dualidad frío-calor sobre la que se construye.


Elementos no ficcionales en forma de instrucciones seriadas (receta de chocolate y clases de crochet incluidas), artilugios simpáticos, una paleta de color bastante limitada, esa ventana omnipresente y un tono sosegado y cariñoso, hacen de este álbum una delicia invernal para entrar en calor y disfrutar del sabor de los copos de nieve.

domingo, 24 de diciembre de 2023

Navidad sin punta


Es de las primeras navidades que no estoy al 100%. Una situación familiar descorazonadora, amigos desaparecidos, chupópteros varios, todo carísimo, villancicos en inglés, demasiado brilli-brilli y un gentío que pone enfermo. Deseando que se acaben y todavía no han empezado oficialmente.
Así que, este año, no esperen de mí un mensaje esperanzador, porque si por mí fuera, contribuía con otra guerra al panorama internacional. Este consumismo, esta angustia vital. A ver si la gente deja de comprar y se hunden Blackrock y Vanguard. ¡Quiero tomarme una cerveza y cantar un aguilando manchego!
Ea, a ver si consigo encontrarle la punta a la Navidad siguiendo el ejemplo de Doña Soledad. ¡Que ustedes lo pasen bien!


Más tarde, como es normal,
llegó el período otoñal.
Colorada y amarilla
brilla la alfombra de hojas.
Las estrellas también brillan
como mil bombillas rojas.
Entre ellas, de puntillas,
soledad va sin congojas
ni vanidad por su media
como por la cuerda floja.
“Quiero un caballo con silla
para ir a toda pastilla,
que ya estoy un poco coja”,
se decía Soledad…
Mas callaba una pregunta:
“¿Y si llega Navidad
y no he encontrado la punta?”.

Pedro Mañas.
Un calcetín infinito.
Ilustraciones de Eleni Papachristou.
2022. Madrid: Nórdica Libros.


martes, 16 de mayo de 2023

De aquellos barros, estos lodos


España cae siete puntos en comprensión lectora. ¿Les extraña el titular con el que nos hemos levantado? A mí lo más mínimo. Lo que me parece peliagudo es que, según apuntan los informadores, se deba al cierre de los centros educativos durante la pandemia. Como si la responsabilidad de que en este país se lea, la tenga única y exclusivamente la escuela.
Aquí siempre haya algún tonto al que endiñarle el muerto. ¿Acaso solo leemos los maestros? Manda huevos que ni la sociedad ni las familias estén metidas en el ajo de la lectura. Todo recae siempre sobre los mismos. Una concepción que procede del más asqueroso paternalismo de estado que, coadyuvado por ese menosprecio tan español al funcionario, sigue denostando la labor del trabajador público. Así nos va.


El otro día me decía un gilipollas que tengo como amigo, que él, por el hecho de ser padre, tendría que pagar menos a la hacienda pública (a pesar de estar en el negocio de las multipropiedades... ¡Ejem!). Es decir, solo por el hecho de traer criaturas al mundo, algunos se creen con el derecho de tener un mayor status social. Porque lo valen. Les han vendido la moto de que el estado va a cuidar de ellos, que no les va a faltar de nada. Pondrán todos medios a su alcance, incluidos médicos y maestros. A sus pies.


En vez de pensar que la escasa formación de las familias fue la que lastró a los críos durante la pandemia, que la educación formal les sobrepasaba, que carecían de conocimientos y estrategias con las que enseñar a sus hijos desde casa, prefirieron cargar con el sambenito a unos docentes que se vieron atados de pies y manos en sus hogares a base de limitaciones.
Quizá sea ese el razonamiento correcto. Admitir de una vez por todas que muchos padres existen en la más absoluta ignorancia y que prefieren vivir preocupados por comuniones y otros eventos en los que puedan estirar el cuello, a participar del proceso de enseñanza de sus hijos. O eso, o gritar, encerrarlos en sus cuartos, imponer castigos de los que se arrepienten demasiado pronto, echar balones fuera e intentar vapulear a los únicos que, desde una posición todavía comprometida, intentan hacer algo por abrirles la mente.


Detrás de esto y una vez más, las dobleces triunfan en una sociedad abocada a la impostura, al quiero y no puedo, exhibicionista y pecadora, absurda hasta el punto de decir basta.
Lo dicho: de aquellos barros, estos lodos, pero de pandemia, ni hablar.

***
N.B.: Todas las imágenes que acompañan a este post son obra de Quint Buchholz y algunas se incluyen en El libro de los libros y En el país de los libros, ambos publicados por Nórdica.

lunes, 5 de diciembre de 2022

Guías de viaje infantiles, una pequeña muestra


Esta semana es una de las más deseadas del año, la mejor antesala de las vacaciones de navidad, sobre todo para quienes se han organizado un buen puente y quieren coger un avión, un tren o un autobús.
Como no es mi caso (este año nos han castigado por malos) me he decidido a viajar gracias a los libros, concretamente a todos esos libros infantiles que te ayudan a conocer diferentes lugares de la geografía nacional e internacional.


Dentro de todo este tipo de libros he preferido prescindir de todas aquellas obras de ficción que nos hablan del viaje como generatriz de aventuras y otras vicisitudes, así como de los diferentes atlas con los que el mercado nos ha atizado durante los últimos tiempos, para centrarme en obras de no ficción o aquellas que exhiben un componente no ficcional más patente.
Si bien muchos de ellos podrían considerarse verdaderas guías de viaje, otros, sin embargo, optan por un formato a caballo entre la ficción y la no ficción, de manera que tomando como hilo conductor a ciertos personajes nos invitan a recorrer calles, museos y otros espacios de algunas de las capitales más conocidas del mundo. Mención aparte reciben esas creaciones que, partiendo de una mirada muy personal, nos ofrecen visiones menos encasilladas en lo que al viaje se refiere.


Todos ellos constituyen un corpus de obras donde viaje y conocimiento van de la mano desde un prisma que, si bien no es demasiado exhaustivo que el de las obras dirigidas al público adulto, es igualmente generoso, sobre todo con lo que se refiere a la perspectiva que invita a conocer y vivir nuevas experiencias.
Una de las cosas que más me gustan de este tipo de libros es que, aunque pueden parecer muy sencillos, se llenan de una atmósfera que propicia un antes y un después en este proceso. De hecho, tanto es así, que cada vez más se publican más guías de viaje ilustradas para los adultos.

Para ponerle punto y final, aquí les traigo el puñado que conozco desde esta perspectiva, no solo para que las conozcan, sino para que las ofrezcan a sus alumnos, hijos o nietos, sino para que las disfruten como merecen y viajen adonde les apetezca. Bon voyage!




Taro Miura. Tokio. Media Vaca. (Ver imágenes que acompañan la introducción)
Diego Bianki. Buenos Aires. Media Vaca.







Javier Zabala. Barcelona para niños. Nórdica (nueva edición titulada Barcelona)
Javier Zabala. Madrid para niños. Nórdica.
Jindra Capek. Londres para niños. Nórdica.




Beth Beckman y Holley Maher. Grandes ciudades, pequeños viajeros. Londres / Nueva York. Bululú.






David Pintor. Lisboa / Venezia / Santiago / A Coruña / Barcelona. Kalandraka.






Miroslav Sasek. Esto es… Londres / Esto es… París. Nórdica. (NB: Se publicaron más títulos ya descatalogados por la editorial gallega El patito editorial que se pueden encontrar en bibliotecas y librerías de viejo)





Barbara McClintok. Elsa y Max en París. Molino (NB: Descatalogado. Faltan por publicar el volumen dedicado a China y América con el nombre de Lost and found - Adéle & Simon).



Mitsumasa Anno. Los viajes / Italia. Kalandraka.





Carl Honoré, Kevin y Kristen Howdeshell. Viajar sin prisa. 40 rutas para conectar con el mundo. Flamboyant.




Salvatore Rubbino. Un paseo por… Londres/París/Nueva York. GeoPlaneta.




Emiliano Ponzi. American West. California, Arizona, Utah and Nevada